Ahora mismo, Dios esta levantando a un pueblo santo
que tiene autoridad espiritual.
Satanás siempre impugna a aquellos que gimen y oran por la condición de la casa de Dios. Él pretende mantener las cosas como están. Así que les dice a los siervos de Dios que oran, lo mismo que le dijo a Jesús: “Esta gente esta contenta con este arreglo acogedor. Así que, esto no es asunto tuyo. ¿Por qué tomas esta situación comprometida como tu proyecto personal? Esta no es tu batalla. Debes orar para tus propios problemas y necesidades. Déjenos en paz. Márchese y adore a Dios. Disfruta.”
Aún así, los que poseen autoridad espiritual no serán intimidados. Ellos saben que la iglesia descarriada le concierne a Dios. Y rehúsan quedarse tranquilos mientras el diablo invade y toma control. No nos atrevemos permitir que Satanás robe, engañe y hurte de su pueblo a voluntad.
Recientemente observe un video de un servicio de iglesia donde la gente se reía salvajemente y hacían ruidos de animales. ¿Qué hizo el pastor? Él trató de gritar más alto –para “espantar” los espíritus de distracción de su congregación. ¿Puede usted imaginarse Jesús reaccionando de esta forma? ¿Puede usted imaginarlo tratando de gritar un sermón por encima de tales gritos? No. Jesús vio lo que era necesario, y tomó la autoridad sobre cada situación.
Creo que la iglesia hoy está en una crisis a gran escala por su falta de autoridad espiritual. Con regularidad converso con padres en pánico acerca de sus hijos. Ellos suplican, “he descubierto que mi hijo es un drogadicto o cosas por el estilo. Tratan de convencerlos para que entren en un programa de rehabilitación, no saben que hacer.”
“Siento gran pesar en mi corazón por estos padres. Sus corazones están quebrantados, desesperados por encontrar la verdadera autoridad espiritual que los lleve a una verdadera ayuda. Aún, me pregunto: ¿dónde está la autoridad espiritual en su hogar? En mi opinión, muchos padres piensan que son impotentes cuando no lo son. Alguien en la familia tiene que tener el poder para ahuyentar al diablo – fuera de su hijo, y de la casa. Digo a cada padre que sufre: usted debe echar mano de la autoridad espiritual por sí mismo. Aunque su hijo le cierra las puertas, usted todavía puede lograr el poder en su habitación secreta de oración.
Usted puede protestar, “Pero no soy Jesús. Él vino a la tierra con autoridad divina.” El hecho es, Jesús, aunque Dios encarnado, afrontó al diablo como un hombre, un hombre lleno con el poder del Espíritu. Él no luchó con Satanás en ninguna otra forma. De la misma manera, Satanás siempre se acercó a Cristo como a un hombre, aunque él sabía que él era el hijo de Dios. El demonio reconoció tanto así, diciendo, “¿Qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? (Marcos 1:24). Ellos se dirigieron a Jesús como a un ser humano, nacido en una ciudad particular en Israel. Sin embargo, aún cuando Cristo fue un hombre de carne y sangre, él ejerció la autoridad espiritual total sobre cada poder demoníaco.
Usted también puede pensar, “Si tan sólo yo tuviera esa clase de poder sobre el enemigo. Pero no poseo esa clase de autoridad para hacer huir a Satanás.” Eso no es cierto. Los discípulos de Jesús tenían este mismo poder: “Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.” (Mateo 10:1). “Les he dado autoridad a ustedes para pisotear serpientes y escorpiones, y vencer todo el poder del enemigo” (Lucas 10:19).
El apóstol Pedro era de carne y sangre, como todos de nosotros. Pero, él ejerció autoridad espiritual sobre el diablo. Él dijo al hombre cojo en la puerta del templo, “En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!” (Hechos 3:6), y el hombre fue sanado. Los líderes religiosos de aquel día reconocieron este poder en Pedro. Ellos le preguntaron, “¿Con qué poder, o en nombre de quién, hicieron ustedes esto?” (4:7).
En ninguna parte sugiere la Biblia que este mismo poder no es para nosotros hoy. Cuando dijo el Señor alguna vez a su iglesia, “les he ayudado hasta ahora. ¿Ahora ustedes están solos?” ¿Qué tipo de Dios autorizaría a su gente en el desierto, cuando ellos mas lo necesitan - autorizaría a los reyes de Israel, profetas como Elías, y muchedumbres en Pentecostés - y luego lo retendría de su iglesia de estos últimos días, cuando lo necesitamos más que cualquier otra generación?
Según la escritura, el poder del Satanás ha aumentado en nuestros días: “El diablo ha descendido a vosotros, teniendo grande ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Ap. 12:12). ¿Por qué permitiría Dios que Satanás ataque a una iglesia débil, impotente que no tiene ninguna defensa? Su pueblo nunca ha perdido el acceso a su poder divino.
Lamentablemente, muchos cristianos tienen una idea distorsionada de la autoridad espiritual. Esto es especialmente cierto en círculos carismáticos. Sé de una serie de convenciones “de Poder,” donde los predicadores imponen manos sobre la gente para darles una unción de autoridad espiritual. Pero, cuando los recipientes vuelven a casa, sus esfuerzos contra el diablo todavía fallan miserablemente. Ellos terminan haciendo la misma pregunta que los discípulos les preguntaron a Jesús: “¿Por qué no podemos echar fuera estos espíritus?”
Usted no puede obtener el poder sobrenatural simplemente al tener que alguien imponga sus manos sobre usted. Esto no es un regalo. Esto es un estilo de vida, caminando con Jesús. Y no todos los que piden tal autoridad serán cambiados de repente en una fuerza espiritual. El hecho es que Dios confía su autoridad divina sólo a lo que Pedro llama “al hombre oculto del corazón, e incorruptible” (1 Pedro 3:4).
Pablo también se refiere a un hombre interior (ver Romanos 7:22), diciendo “el hombre interior es renovado día a día” (2 Corintios 4:16). Ciertamente, existen dos tales personalidades en todos nosotros. Esta el externo como un interno, el hombre oculto. El hombre externo esta siempre expuesto ante todos. Pero el hombre oculto es conocido sólo por Dios. Este hombre interior no se muestra visiblemente. Él reside donde nadie más puede ver la obra que toma lugar en él. Y el Espíritu Santo constantemente obra en él, fortaleciéndolo y preparándolo para recibir la verdadera autoridad espiritual.
Pedro ilustra esta dualidad en nosotros dándonos el ejemplo de cierta mujer. Esta mujer es engalanada en galas finas, llevando lo más relevante en peinado y toda clase de joyería, anillos, pulseras, y cadenas. Ella es un ejemplo viviente de la carne que atrae a la carne.
Es claro que Pedro habla aquí de la iglesia descarriada. Esta iglesia opera en la carne, basando todo en apariciones externas. No tiene ninguna santidad interior y por lo tanto ninguna autoridad verdadera. Trágicamente, muchos cristianos son atraídos a esta clase de iglesia. Son impresionados por los servicios llamativos que no poseen nada de la verdadera gloria de Dios.
Por favor no entienda mal: Pedro no le pide a ninguna mujer cristiana que tire su equipo de maquillaje. Más bien él dice, “Si usted quiere operar en la autoridad espiritual, entonces deje de tratar de impresionar a los demás por su actitud. En cambio, enfóquese en el hombre oculto. Ese es el único modo de obtener la autoridad de Cristo.”