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lunes, 17 de febrero de 2014

ENTRADA LIBRE AL PADRE PARTE 5



Jesús sufrió por Jerusalén antes de subir al cielo.

Cuando Jesús camino por la tierra, él se hizo accesible a la gente. Él enseñó en las sinagogas, en los montes, en los botes. Él sanó a los enfermos, hizo maravillas y milagros. Él alzó la voz en las fiestas, llorando: "Yo soy el agua viva. Vengan a mí y yo saciare su alma sedienta." Cualquiera podía acercarse a él y ser saciado.

Pero la invitación de nuestro Señor fue ignorada. El lloro por la gente: "Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados!" ¡Cuantas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!" (Mateo 23:37). Le estaba diciendo a Israel: "Estoy aquí. Estoy disponible para ti. Te he dicho que vengas a mí para ser sanado y para que se satisfagan tus necesidades. Pero no vendrás a mí."

¿Cómo respondió Jesús al rechazo de la gente? Él declara: "He aquí vuestra casa os es desierta." (23:38). La palabra que Jesús utiliza para "desierta" aquí significa soledad, sin la capacidad de dar fruto, desperdicio. Él dijo; "Tu vida en la iglesia, tu familia, tu caminar espiritual, todos ellos se secaran y morirán."

Piensa en esto. Si los padres no buscan a Dios diariamente, ciertamente sus hijos tampoco lo harán. En lugar de esto, su casa se llenará de mundanalidad, esterilidad espiritual, una soledad mas allá de toda descripción. Eventualmente, esa familia terminará en desolación total.

Mantén esto en mente: Jesús hizo estas advertencias en un día de gracia. Él añadió: "Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor." (23:39). El significado de esto es: "Te he dado todo el acceso que necesitas para vivir una vida victoriosa. Pero has ignorado mi oferta. Lo siento, pero tu decisión va a traer desolación a tu vida y a tu hogar. Y no me volverás a ver mas hasta la eternidad."

¿Cuándo fue la última vez que viniste a Dios para encontrar todo lo que necesitabas en tu vida? ¿Estabas en problemas, confrontando una crisis en tu familia, en tu trabajo, con tu salud? No hay nada malo en que nos apropiemos de este acceso a Dios en tiempos de necesidad severa. Isaías escribe: "Jehová, en la tribulación te buscaron; derramaron oración cuando los castigaste." (Isaías 26:16). El salmista testifica: "Con mi voz clamare a Jehová; con mi voz pediré a Jehová misericordia. Delante de él expondré mi queja; delante de él manifestare mi angustia." (Salmo 142:1-2).

Nuestro Señor es un padre que se preocupa por todos los problemas de sus hijos. Cuando confrontamos momentos difíciles, nos anima a acercarnos a él, diciendo: "Ven, derrama ante mi todos tus problemas, necesidades y quejas. Escucharé tu clamor y te contestaré."


Sin embargo, para muchos cristianos estos son los únicos momentos en los que van al Padre. Te pregunto: “¿Dónde esta el anhelo por Dios que David describe, la sed de estar en la presencia de Dios? ¿Dónde esta la ministración a él diariamente, el derramar nuestro corazón en amor y adoración?

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