Diariamente haces cosas que eventualmente se convierten en cosas repetitivas y aburridas. Por ejemplo, todos los días de la semana te levantas a la misma hora, tienes el mismo desayuno y conduces por la misma ruta hasta el trabajo. Vas al mismo sitio a almorzar, te detienes a tomar café en el mismo sitio y escuchas la misma estación durante el viaje a casa.
Lo mismo es cierto en nuestra vida espiritual. Cada noche vamos a la iglesia y nos sentamos en las mismas sillas. Cantamos las mismas alabanzas. Aun hasta nuestras oraciones suenan igual. Hacemos las mismas cosas una y otra vez. Y estamos tentados a pensar: "Estoy haciendo lo mismo de siempre. Leo la Biblia y oro. Canto en el coro. Pero nada cambia. He hecho las mismas cosas por años. No estoy creciendo nada."
Cuantas mentiras te están diciendo tus sentimientos. Esta manera de pensar te puede robar de la gracia de Dios. El hecho es que todos tenemos que confrontar repeticiones en nuestras rutinas diarias. Eso es la vida. La verdadera prueba de nuestro crecimiento es que no nos hemos dado por vencidos. Todavía nos estamos dando a la obra de Dios, día a día, semana a semana, año tras año.
Como puedes ver, el crecer en la gracia no significa hacer algo mas o algo grande por Dios. El crecimiento verdadero viene en hacer las mismas cosas una y otra vez, con una seguridad mayor de que lo estamos haciendo todo por él. Es como cuando se aprende a escribir en primer grado. Comienzas haciendo círculos y líneas, para formar letras grandes. Pero después de un tiempo, las letras comienzan a ser más pequeñas y a quedar mas juntas. Eventualmente, aprendes a unir palabras, hasta que finalmente formas oraciones. Aun cuando has estado haciendo las mismas cosas repetitivas por mucho tiempo, has estado escribiendo. Todo el tiempo has estado haciendo algo que vale la pena hacer.
Estoy convencido que el crecimiento espiritual ocurre mas en las cosas repetitivas que en brincar de una actividad de ministerio a otra. Toma más gracia el simplemente mantenerse caminando cuando estamos cansados, quebrantados o afligidos que cuando todo es nuevo. Puedes pensar que estas espiritualmente muerto, que no vas para ningún sitio con el Señor, pero lo más probable es que estas creciendo en Cristo cada día.
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