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jueves, 27 de febrero de 2014

HABLANDO CON AUTORIDAD


Después que Jesús dio el sermón en el monte, sus oyentes se quedaron maravillados.

La escritura dice, “la gente se admiraba de su doctrina: porque les enseñaba como quien tenia autoridad, y no como los escribas” (Mateo 7:28-29). La palabra autoridad en griego, en este verso significa “con dominio, poder, libertad; como en control.” Los oyentes de Jesús decían, en esencia, “Este hombre habla como que él sabe de qué habla.”

Note, este verso no dice que Cristo habló “con la autoridad,” pero más bien “como quien tiene autoridad.” Es una cosa hablar con lo que pensamos es la autoridad -en voz alta, bulliciosa, pareciendo tener el control total. Pero en el reino de Dios, la autoridad es algo totalmente diferente. Es algo que usted tiene, no algo que usted simplemente habla.

La autoridad que Jesús ejerció sacudió el sistema religioso entero. Líderes judíos continuamente venían a él exigiendo conocer de donde él había obtenido su autoridad: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Quién te dio esta autoridad? (21:23). Jesús les contestó claramente, “no se los diré” (ver 21:24-27). Nuestro Señor sabía que él no tuvo que contestar al diablo acerca de donde él consiguió su autoridad espiritual.

Cristo tenía esta autoridad no tan sólo en el púlpito, sino que también sobre todos los poderes satánicos. Cuando él entró en una sinagoga en Capernaum, él fue confrontado por un hombre poseído por un espíritu demoníaco. El espíritu gritó, “¿Qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos?” (Marcos 1:24).

Creo que el grito de este demonio revela una de las estrategias primarias de Satanás contra la iglesia. ¿Cuándo el espíritu maligno preguntó a Jesús, “Porque te entrometes con nosotros?” Él decía, “Este asunto no le implica. Esto es, entre la iglesia muerta aquí en Capernaúm y yo.” Nadie se ha preocupado por este hombre hasta ahora. Él ha estado en esta condición durante años, y los pastores han decidido vivir así. Tenemos un arreglo acogedor aquí, Jesús. Esto no te concierne. ¿Por qué no nos dejas?” En resumen, Satanás impugnaba la autoridad de Cristo.

Ahora, Jesús sabía que esta sinagoga no necesitaba otro sermón o interpretación de la ley. Ni tampoco necesitaba un seminario- de como hacerlo, o algún nuevo programa apasionante. Necesitaba una persona con autoridad - alguien que pudiera expulsar al diablo de sus medios, y limpiar tanto al hombre poseído como la iglesia impotente.

Cristo usó su autoridad para hacer justamente esto. La escritura dice, “Jesús le reprendió, diciendo, Cállate, y sal de él” (1:25). En términos modernos, Jesús dijo, “Cállate, diablo, y vete de aquí.” Y Satanás huyó: “El espíritu inmundo… salió de él” (1:26). Nuevamente, la gente se maravilló, diciendo, “¿Qué es esto?… que con autoridad manda él hasta los espíritus inmundos, y le obedecen” (1:27).

Si alguna vez la iglesia de Jesucristo necesitaba su poder y autoridad, el tiempo es ahora. En mi opinión, los cristianos de hoy en día poseen muy poca autoridad espiritual, desde el púlpito hasta los bancos. Por consiguiente, Satanás con regularidad entra en la casa de Dios y lo estropea sin ningún reto.

La gente de Dios estaba en una condición similar cuando Jesús comenzó su ministerio sobre la tierra. La iglesia estaba llena de inválidos, deprimidos, gente oprimida por demonios. Espíritus malignos cegaron los ojos de la gente, cerró sus oídos, secó sus miembros, y los afligió con lepra. Estos espíritus hasta poseyeron a niños, echándolos al agua tratando de ahogarlos.

Entonces, usted pregunta, ¿dónde estaban los pastores de estas ovejas acosadas? Según Jesús, ellos estaban ocupados robando a las viudas y robando a sus propios padres ancianos. Estos hombres eran charlatanes, enriqueciéndose sobre las espaldas del pobre, y no mostraban ninguna compasión a viudas y huérfanos. Ellos eran hipócritas, fornicadores, con ojos llenos de codicia. Cristo les llamó sepulcros blanqueados, llenos de huesos muertos. Él señaló directamente en ellos y dijo, “¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?”(Mateo 23:33).

De la misma manera hoy, la iglesia está llena de gente lastimada, seca, y acosada por el diablo. ¿Por qué? Tenemos muy poca autoridad espiritual para desafiar la invasión de Satanás. El diablo ya ha traído a su propio Cristo falso en la casa de Dios – predicadores impíos, sensuales, que hablan como ángeles de luz, como fue profetizado. Estos hombres han convertido las iglesias en zonas de comodidad, lugar para sentirse bien, donde el pecado nunca es mencionado y conciencias de la gente se entorpecen.

Satanás también ha traído su propia música a la casa de Dios. Algunas iglesias ahora patrocinan conciertos diabólicamente inspirados de música punk. La adolescencia cristiana afluye estos acontecimientos, donde ellos se arrogan a las muchedumbres de niños, y golpeando sus cuerpos uno contra otro. Y lo hacen todo con la bendición de sus pastores.

Déjeme preguntarle: ¿antes de que Jesús llegara a la escena, a quien veían, la gente oprimida por el diablo? Después de todo, estos eran judíos religiosos, escogidos por Dios. ¿Adónde iban los leprosos por ayuda? ¿A quien buscó el padre, cuando su hijo poseído por un demonio se lanzó al fuego? ¿A quien recurrió la mujer adúltera? ¿A cuál iglesia, a cual sacerdote?

Ahora piense en todos los padres desesperados hoy que se sientan silenciosamente en la iglesia, llorando por sus hijos o hijas que son adictos, alcohólicos, embarazadas fuera de matrimonio. ¿Qué buscan estos padres en una iglesia? ¿Quieren ellos entretenimiento, la diversión, sermones de diez minutos? ¡No! Ellos necesitan a alguien con autoridad espiritual para darles una palabra de esperanza.

Piense en todas las parejas cristianas que están al borde del divorcio. Su mundo esta derrumbándose. Sus hijos están confundidos. ¿Qué busca esta gente en la casa de Dios? ¿Una historia graciosa? ¿Un mensaje de buen sentido, que les diga que están bien? ¡No! Ellos necesitan autoridad espiritual, liberación, el poder de soportar sus problemas.

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