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lunes, 24 de febrero de 2014

MIDIENDO CON UN ESTÁNDAR INCORRECTO


Las conversiones son frecuentemente emocionales porque son algo nuevo y tan increíblemente especiales. El cambio que ocurre en nuestras almas es tan repentino que es impactante. Es maravilloso ser transformado súbitamente del pecado y la esclavitud a tener una completa vida nueva en Cristo.

Al principio nuestro crecimiento espiritual es como cuando un niño comienza a caminar. Es algo maravilloso y excitante cuando un bebe da sus primeros pasos. El papá y la mamá sonríen, y le animan: "Ven a nosotros; tu puedes hacerlo." Tambaleándose, el niño da dos pasos, tres pasos, y se cae. Inmediatamente le levantan y le alaban. Sus hermanos le animan: "Muy bien hecho". Él es el centro de la atención de todos. Y finalmente, cuando él pueda llegar a cruzar la habitación, todo el mundo celebra. Qué tremenda experiencia emocional para él.

Pero muy pronto ese niño deja de ser el centro de atención. Ahora cuando se cae, el mismo se levanta. Y camina por toda la casa, revolviendo las cosas. Arranca las plantas, saca ollas y sartenes, rasga ropa tratándolas de sacar los cajones. Y se le disciplina por todas estas cosas. De pronto, ya las cosas dejaron de ser emocionantes para él. Sus primeros pasos estuvieron cargados de risa y alegría. Pero ahora, el haber aprendido a caminar no es tan espectacular ni tan emocionante.

Tu crecimiento espiritual es similar. Cuando eras un bebe en el Señor, sentiste que Dios te daba atención especial. Cada vez que caías, él estaba ahí para levantarte. Sin embargo, como dice Pablo, no debes permanecer niño para siempre. De la misma manera que se le enseña a un niño a no ir a la calle, a ti se te enseña a no caminar en fuegos espirituales. Ahora, cada vez que caes, buscas a alguien a tu alrededor para que te ayude, pero no hay nadie. Dios esta enseñándote a pararte firme en su Palabra y a caminar por fe, y a dejar de gatear como un niño.

Por supuesto, es posible que te entibies y que desatiendas tu fe. Muchos creyentes están en ese estado. Pero la advertencia de Jesús sobre el peligro de perder el primer amor no es para ti si tu corazón todavía anhela a Dios. La prueba de que estas creciendo en su gracia es el hecho de que te preocupa descarriarte. Por eso es que examinas tu corazón continuamente.

Sin embargo, Satanás ha hecho tropezar a muchos creyentes convenciéndoles de que han perdido algo en el Señor. El hecho es que es un terrible pecado el desconfiar del amor de Dios por ti y juzgar incorrectamente tu posición en Cristo por tus sentimientos. Tu posición delante de Jesús cada día no tiene nada que ver con tu celo, tus lágrimas o tu intensidad. Tan solo se basa en tu fe.

Imagínate cuan perdido estarás si tu salvación realmente estuviera basada en tus sentimientos. Pablo nos urge: "Olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que esta delante." (Fil. 3:13). Nunca debes descansar en experiencias emocionales pasadas. Lo que importa hoy es: ¿confías en sus promesas para ti? ¿Estas listo para tomar parte de esta naturaleza divina de la manera que dice la Biblia: no por experiencias emocionales o por evidencias externas, sino por arrojarte y descansar en sus maravillosas promesas?

"Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia." (2 Pet. 1:4). Pedro lo hace claro: obtenemos la naturaleza de Cristo apropiándonos de sus promesas del pacto, y no por ninguna otra manera.

Una vez un ministro se jactó conmigo: "He vuelto finalmente a la fe de mi juventud. Estoy orando mas y la Biblia es mi alimento otra vez. Dios me esta dando mensajes al rojo vivo para mi congregación. Y una vez mas, tengo este gran amor por las almas perdidas. Me siento tan renovado." Tan sólo unos meses mas tarde, este hombre estaba nuevamente en el hoyo.

Dios si trae renovaciones y unción fresca a nuestras vidas. Pero esa no es la comida de la que debemos depender para vivir. Debemos vivir basados en una fe constante en sus promesas. Su palabra es inconmovible, sin importar cómo nos estemos sintiendo. Nuestro Señor cumple sus promesas: "Y aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría." (Judas 24).

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