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jueves, 30 de octubre de 2014

¿DIOS HABLA A ESTA GENERACIÓN?


Permítanme compartir con ustedes dónde estoy en mi vida y ministerio

He estado preguntándole al Señor si es posible hoy, en este tiempo de gracia, vivir como él lo hizo. ¿Podemos estar totalmente dependientes en la voz del Padre de la gloria? ¿Es posible oír su dirección para nuestras vidas día a día, momento a momento? ¿Hay tal caminar para nosotros, para que también podamos decir, "hablo solamente lo que escucho del Señor, y hago sólo lo que le veo hacer?"

Conozco el gozo que viene de estar encerrado a solas con Cristo. Viene de adorarle, ministrarle a él, esperar que él revele su corazón. Llamo este tiempo alimentando a Jesús. Me siento en su presencia, escuchando por su voz quieta y queda. Y él me habla, enseñándome, ministrándome por su Espíritu Santo, mostrándome cosas que nunca podría aprender de un libro o persona. Su verdad toma vida en mi espíritu. Y mi corazón salta dentro de mí.

Claro, que no he logrado todo, aun me falta. Este tipo de experiencia ocasional todavía no ha llegado a ser un estilo de vida para mí. Así que, le he estado preguntando al Señor, ¿es posible la vida totalmente dependiente? ¿O es simplemente una ilusión? ¿Estoy soñando con algo que es imposible cumplir?"

Creo que la mayoría de nosotros vivimos por debajo de los privilegios que tenemos como hijos de Dios. Por ejemplo, leo de Elías que estaba de pie ante el Señor oyendo su voz. Leo de Jeremías de pies en la presencia de Dios, oyendo su consejo. Él clama, "¿Quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó Su palabra? ¿Quién estuvo atento a Su palabra, y la oyó?" (Jeremías 23:18). Leo un lamento similar de Isaías: “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda" (Isaías 30:21).

¿Por qué Dios no hablaría en nuestra generación, cuándo hay tanto miedo e incertidumbre? El mundo está en confusión, buscando respuestas. ¿Por qué el Señor estaría callado ahora, cuándo necesitamos oír su voz más que nunca? Trágicamente, muchos ministros hoy predican sermones sin vida. Sus mensajes ni convencen de pecado ni responden a los profundos lamentos del corazón. Esto es absolutamente criminal. Filosofías vacías desparramadas en un tiempo de gran hambre sólo causarán un dolor mayor en los oidores.

Juan el Bautista enseñó, "El que tiene la esposa es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido" (Juan 3:29). El significado griego literal traduce, "El amigo del novio, que mora y continúa con él." Juan el Bautista estaba diciendo a sus discípulos, "he oído la voz del novio. Y ha llegado a ser mi más grande gozo. Su sonido llena mi alma. ¿Cómo pude oír su voz? Estando de pie cerca de él, escuchándole expresar de su corazón."

Puede preguntarse: ¿cómo aprendió Juan el sonido de la voz de Jesús? Hasta donde sabemos, los dos sólo tuvieron un encuentro cara a cara, en el bautismo de Cristo. Y ése fue un intercambio muy breve, consistiendo sólo de pocas palabras.


Juan aprendió a oír la voz del Señor como Jesús hizo: solo en el desierto. Este hombre se había aislado en el desierto a una edad muy temprana. No se permitía ningún placer de este mundo, incluyendo deliciosas comidas, una cama suave o incluso ropas cómodas. No tuvo ningún maestro, ni mentores, ni libros. Durante esos años solo, Juan tuvo compañerismo con el Señor. Y todo ese tiempo estaba siendo enseñado por el Espíritu para oír la quieta y queda voz de Dios. Sí, Cristo habló con Juan incluso antes de que él fuera encarnado.

ACTIVIDADES POR ACCIÓN DE GRACIAS - TALARA



TODOS LOS PASTORES E IGLESIAS PARTICIPARÁN EN LA MARCHA POR LA PAZ HOY 30 DE OCTUBRE A PARTIR DE LAS 3:00PM, VESTIREMOS DE BLANCO EN LA PARTE SUPERIOR. LLEVEN PANCARTAS CON TEMAS DE FAMILIA, MATRIMONIO, NO AL HALOWEEN, PAZ DE CRISTO, TEXTOS BIBLICOS, TODOS EXALTANDO A DIOS. NO LLEVAREMOS CARTELES O AFICHES NI BANDEROLAS QUE NOS DISTINGAN DENOMINACIONALMENTE. TODOS JUNTOS COMO UN SOLO CUERPO. TODOS LOS PASTORES ENCABEZARAN LA MARCHA. NO FALTES, ERES CRISTIANO VEN!

EL DIA 31 DE OCTUBRE TODAS LAS IGLESIAS DE LA PROVINCIA DE TALARA CERRAREMOS NUESTROS LOCALES Y NOS CONGREGAREMOS JUNTOS AL GRAN CULTO DE ACCIÓN DE GRACIAS POR LA PROVINCIA EN LA PLAZA DE ARMAS, A INICIAR A LAS 8:30PM NO FALTES. ERES CRISTIANO VEN TE ESPERAMOS!

LA COMISIÓN.

TOMANDO LAS PALABRAS DEL PADRE


Jesús pasó tiempo diariamente con el Padre

Fue durante estas horas a solas con el Padre que Cristo oyó su voz hablar. De hecho, Jesús recibió cada palabra de aliento, cada advertencia profética, mientras estaba en oración. Él hacia peticiones al Padre, le adoró, y se sometió su voluntad. Y después de cada milagro, cada enseñanza, cada enfrentamiento con un Fariseo, Jesús se apuraba para tener compañerismo con su Padre.

Vemos este tipo de devoción en Mateo 14. Jesús acababa de recibir noticias de la muerte de Juan el Bautista. "Oyéndolo Jesús, se apartó de allí en una barca a un lugar desierto y apartado (Mateo 14:13). (Me pregunto si fue al mismo desierto dónde Juan había pasado años en meditación y preparación para el ministerio.)

Jesús estaba allí solo, orando y profundamente afligido por la muerte de Juan. Juan había sido un amigo querido, así como un profeta respetado de Dios. Ahora, mientras Cristo confraternizaba con el Señor, le pidió y recibió gracia. Y, allí en el desierto, encerrado con su Padre, Jesús recibió dirección para el próximo día.

Así que, ¿qué hizo Jesús en ese punto? Usted pensaría que él buscaría descansar o una comida tranquila. Quizás él reuniría a unos cuantos de sus discípulos más cercanos y recontaría los eventos del día. O, quizás deseaba ir a Betania, para ser rejuvenecido por la hospitalidad de la familia de María y Martha.

Jesús no hizo ninguna de estas cosas. La Escritura dice, "Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo" (14:23). Una vez más, Jesús se apresuró hacia el Padre. Él sabía que el único lugar para recuperarse estaba en la presencia del Padre.

Ahora, Jesús estaba totalmente consciente de las obras que vino a hacer en la tierra. Todas habían sido resaltadas en la Escritura: sanaría al enfermo y afligido, abriría los ojos del ciego, consolaría a los corazones destrozados, abriría las puertas de la prisión, libertaría a los cautivos, satisfaría el hambre y sed de las multitudes. Aún así, en su caminar diario, Jesús no hizo ninguna de estas cosas sin someterse primero al Padre. Aunque estas obras habían sido puestas ante él, siempre buscó la dirección de su Padre momento a momento.

La Escritura nos dice que en ocasiones Jesús sanaba "a todos los que le tocaban." Pero, otras veces, no sanaba debido a la incredulidad de las personas. ¿Cómo sabía Jesús cuándo sanar y cuándo no? Él tenía que oír la queda y quieta voz de su Padre, dándole una palabra de dirección. Y se gloriaba en oír la voz de su Padre.

Lo mismo es verdad en nuestro llamado. Sabemos todas las cosas que la Escritura requiere de nosotros: debemos amarnos unos a otros, orar sin cesar, ir por todo el mundo y hacer discípulos, estudiar para mostrarnos aprobados, caminar en rectitud, ministrar a los pobres, enfermos, necesitados y encarcelados. Pero, también debemos hacer ciertas cosas que no se mencionan en la Escritura. Enfrentamos ciertas necesidades en nuestro diario caminar, a través de crisis u otras situaciones urgentes. En tales momentos, necesitamos que la voz de nuestro Padre nos guíe, diciéndonos las cosas no resaltadas en sus mandamientos. Dicho simplemente, necesitamos oír la misma voz del Padre que Jesús oyó mientras estaba sobre la tierra.

Sabemos que Cristo tenía este tipo de intercambio con su Padre. Él dijo a sus discípulos, "Todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer" (Juan 15:15). También le dijo a los líderes religiosos, "(he) hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abrahán." (8:40) ¿Qué quiso decir Jesús con esta última frase? Él estaba diciéndoles a los maestros de Israel, "les he dado directamente la verdad desde el corazón de Dios. Abrahán no podía hacer eso."

Cristo estaba diciendo, "Ustedes viven una teología muerta. Estudian el pasado, honrando a su padre Abrahán, aprendiendo reglas y regulaciones para sus vidas. Pero lo que estoy hablándoles no es de alguna historia remota. Acabo de estar con el Padre. Él me dio lo que estoy predicándoles. Él me mostró lo que necesitaban oír."


Juan el Bautista testificó contra estos mismos líderes religiosos: "Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio" (Juan 3:32). Hoy, Jesús está hablándonos el mismo mensaje: "Están satisfechos escuchando sermones tomados de algún libro de referencia. Pero la Palabra que quiero darles es fresca."

miércoles, 29 de octubre de 2014

ESCUCHANDO SU VOZ DÍA A DÍA


Jesús vivió su vida sobre la tierra dependiendo completamente del Padre Celestial. Nuestro Salvador no hizo ni dijo nada hasta consultar primero con su Padre en la gloria. Y no realizó ningún milagro excepto aquellos que el Padre le dijo que hiciera. Él declaró, "Según me enseñó el Padre, así hablo. Y… no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada" (Juan 8:28-29).

Cristo lo hace muy claro: él fue guiado diariamente por su Padre. Y su práctica de total dependencia, siempre escuchando la voz de su Padre, era parte de su diario caminar. Vemos esto en una escena del Evangelio de Juan. Un día de reposo, Jesús estaba paseando cerca del estanque de Betesda cuando vio un hombre lisiado sobre una estera. Cristo se volvió al hombre y le ordenó que recogiera su cama y caminara. Inmediatamente, el hombre fue sanado. Se alejó sano.

Los líderes judíos se enfurecieron por esto. En sus mentes, Jesús había quebrantado el día de reposo sanando al hombre. Pero Cristo contestó, "Sólo hice lo que mi Padre me dijo que hiciera." Él explicó, "Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo… No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; por que todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace" (Juan 5:17-20).

Jesús simplemente declaró, "Mi Padre me ha enseñado todo lo que estoy supuesto a hacer." Puede preguntarse: ¿cuándo, exactamente, Dios el Padre le mostró a Cristo qué hacer?" ¿Cuándo vio Jesús a Dios obrando milagros? ¿Cuándo el Padre le habló sobre todo lo que él diría y haría?

¿Todo esto pasó en la gloria, antes que Cristo llegara a encarnarse? ¿Los dos se sentaron juntos antes de la creación, y exponían cada día de la vida de Jesús? ¿El Padre le decía a su Hijo, "El segundo día de reposo del sexto mes judío, estarás caminando por el estanque de Betesda. Encontrarás a un hombre lisiado allí. ¿Ordénale al hombre que se levante y ande?"

Si esto fuera así, ninguno de nosotros podría relacionarse con esto. Tal arreglo no tendría relevancia con nuestro caminar diario con el Señor. Aún, sabemos que Jesús vino a poner un modelo para seguirlo. Después de todo, él vino a la tierra para experimentar todo lo que nosotros experimentamos, sentir todos nuestros sentimientos, y ser tocado con nuestro dolor y enfermedades. A su vez, debemos vivir como él vivió, y caminar como él caminó.

El hecho es que, Jesús, en su carne, tenía que confiar en un diario obrar interno de la voz del Padre. Tenía que depender del Padre en todo momento, para oír su voz dirigiéndole. Por otra parte, Cristo simplemente no podría haber hecho las cosas que hizo. Jesús tenía que oír la voz de su Padre hora tras hora, milagro tras milagro, un día a la vez.

¿Cómo pudo Jesús oír la sosegada y pequeña voz de su Padre? La Biblia nos muestra que pasó a través de la oración. Una y otra vez, Jesús iba a un lugar solitario para orar. Aprendió a oír la voz del Padre mientras estaba sobre sus rodillas. Y su Padre fue fiel al mostrarle todo lo que tenía que hacer y decir.

Imagínese a Jesús enfrentándose a una decisión mayor, tal como escoger a sus discípulos. ¿Cómo escogería el Señor los doce de las vastas multitudes que lo seguían? Tenía que ser una decisión importante. Después de todo, estos discípulos formarían los pilares de su iglesia del Nuevo Testamento. ¿Le dio su Padre los doce nombres mientras todavía estaba en la gloria? En ese caso, entonces ¿por qué Jesús pasó una noche entera en oración antes de nombrar a los doce?

Lucas nos dice, "En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios." (Lucas 6:12). La mañana siguiente, Jesús llamó a los doce. ¿Cómo los conoció? El Padre se lo había revelado la noche anterior.

Es más, esa misma noche, el Padre le dio las bienaventuranzas a su Hijo, aquellos dichos del Sermón del Monte: "Bienaventurados los pobres… bienaventurados los que lloran…" (vea Mateo 5-7). Jesús lo había recibido todo directo del corazón del Padre.

martes, 28 de octubre de 2014

MUCHOS NO PERSEVERAN


Trágicamente, muchos cristianos no perseveran hasta alcanzar la 
plena revelación de Cristo

Son pocas las personas que toman el tiempo para esperar en el Señor. Muchos se conforman con ir a la iglesia, oír la Palabra predicada, y crecer solo en el conocimiento de Jesús. En ocasiones, sus corazones pueden arder dentro de ellos cuando oyen la Palabra de Dios. Pero no están dispuestos a pagar el precio de la intimidad con Cristo.

Ahora, Pedro nos dice, “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.” (2 Pedro 3:18). Esto es lo que estos dos discípulos experimentaron en el camino a Emaus. Crecieron en su conocimiento del Señor, por las escrituras. Pero eso fue solo el fundamento, no era la obra terminada. Pablo sabia esto cuando escribió, “crezcamos en todas las cosas, en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efesios 4:15, el énfasis es mío.)

Aquí esta el asunto, claro y sencillo: Jesucristo desea ser el tesoro más importante en su vida. Él desea significar mas que su trabajo, su carrera; aún más que su familia. Y desea hacerse más y más preciado para usted, según pasan los días.

¿Así que, cuan preciado es Jesús para usted? Usted podrá decir: “Él es lo más preciado en mi vida. Cristo es todo para mí.” Si es cierto, usted no se sentirá satisfecho con solo conocer un poco sobre él. Usted deseará y añorará oírle a él hablar. Y su deseo de esperar en él crecerá. Escuchar su voz suave y apacible será el mayor gozo para usted. Y usted no permitirá que nada se interponga para dedicarle su tiempo. De veras, mientras más tiempo pase esperando en él, menos preocupado se sentirá por las dificultades de esta vida.

¿Ha tomado esa caminata con Cristo a Emaus? ¿Ha sido bien enseñado en su Palabra y su corazón se regocija en la verdad? Más importante aun, ¿se ha gozado en servirle y en alimentarle? Ponga atención: existe un peligro de apartarse de su comunión con él. Pablo habla de “la apostasía” que va a venir sobre la iglesia (2 Tesalonicenses 2:3). La palabra griega aquí indica una deserción o divorcio. En resumen, muchos desertarán del Señor, abandonando su amor por él y divorciándose de su comunión con él.

Déjeme darle una palabra de esperanza. He aprendido algo que hace que el Señor sea más precioso para mí. Creo que esta clave aumenta mi revelación de él, y puede prevenir que yo caiga en los días que vienen. ¿Cuál es la clave? Es algo que he añadido a mi tiempo de oración. Déjeme explicar.

Oro como usualmente oro, en la forma que he descrito anteriormente. Pero después que termino mi tiempo de oración, permanezco en mi lugar secreto de oración. Ahora me inclino delante del Señor y digo, “Jesús, estoy aquí solo para ti. No traigo ninguna petición ni solicitaciones. Este es tu tiempo y solamente tuyo. Estoy aquí para oír tu corazón.” Me quedo simplemente en su presencia, amándolo y esperando en él. Yo sé que él vendrá y me hablará de lo que tiene en su corazón.

Ciertamente, él habló esto a mi corazón. “Ahora yo sé que me has hecho el tesoro de tu vida, Israel. Sé que soy más valioso para ti que tu familia, tu ministerio y tu trabajo. Tu me deseas mas que nada. Y eso es alimento para mí. Deseo que continúes viniendo a mí en esta forma, y me dejes abrir mi corazón a ti. Si lo permites, siempre estaré aquí para conversar contigo.”

Entonces el Señor me dio una ultima palabra para su iglesia. Lo digo a usted ahora con toda sinceridad: Jesús pide que usted le alimente dándole a él tiempo de calidad diariamente. No estoy hablando del tiempo que usted pasa leyendo la Biblia u orando por necesidades. Eso debe hacerse en el tiempo suyo.

Pero cuando usted haya terminado las labores del día, venga a la mesa del Señor, a servirle a él. Él solo pide que usted espere en su presencia hasta que usted oiga su voz. Él desea tiempo para abrir su corazón a usted. Así que, haga su tiempo para servirle sin mirar el reloj. Cada vez que usted espera en él, él promete hablarle a usted.


¡Que privilegio es alimentar a nuestro precioso Señor y Salvador!

lunes, 27 de octubre de 2014

QUÉDATE CON NOSOTROS



Este mensaje nació de una experiencia que tuve mientras oraba

Cuando oro, comienzo por entrar en la presencia de Dios con alabanza y acción de gracias. Entonces paso tiempo adorando. Después, tengo el tiempo de petición, orando sobre las peticiones enviadas a nuestro ministerio. También suplico por las viudas, los huérfanos, los desamparados, los pobres, los ancianos, enfermos y afligidos. Finalmente, oro por mi familia y por dirección para este ministerio. Entonces me siento calladamente, esperando para que el Señor Jesús me hable.

Recientemente, después del tiempo de oración, me iba a levantar e irme. Pero escuche una voz suave y apacible que susurro: “Israel, por favor no te vayas. No me dejes todavía. Tengo tanto que compartir contigo. Hay mucho en mi corazón que deseo mostrarte, sobre las necesidades del mundo y la condición de mi iglesia. Tu me alimentas cuando me escuchas.”

En Lucas 24, encontramos una escena conmovedora respecto al deseo de Cristo de ser alimentado. En este momento, Jesús ya ha resucitado y ha terminado su obra de redención. Ahora esta en su cuerpo glorificado. Todavía es un hombre, que tiene sentimientos humanos pero no esta limitado por barreras materiales. Puede aparecerse y desaparecerse de acuerdo a su voluntad, y no hay puerta o pared que lo detenga.

¿Adónde fue el Señor primero? Tan pronto como resucitó, algo dentro de su cuerpo glorificado se agitó. Tenia hambre, deseando la “comida…que vosotros no sabéis” (Juan 4:32). Primero lo vemos en el camino de Jerusalén hacia Emaús. De repente, se le apareció a dos de sus discípulos, quienes estaban tristes por su muerte. La escritura dice que, “Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acerco y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados para que no le conociesen.” (Lucas 24:15-16)

Según hizo con la mujer samaritana, Jesús comenzó una conversación con estos hombres. Él preguntó: “¿Qué platicas son estas que tenéis, y por qué estáis tristes?” Ellos le contestaron incrédulamente, diciendo, “¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días?”

¿Estaba Jesús jugando con la tristeza de estos hombres? No, absolutamente, no. De hecho, él hizo lo opuesto, saco afuera lo que estaba profundo en sus corazones. Permitió que ellos sacaran afuera los sentimientos guardados, hasta el punto de expresar su incredulidad. Y el se dirigió a su incredulidad: “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.” (24:27) ¡Hablar de una educación de seminario! Estos hombres recibieron todo: profecías de la venida de Cristo, el significado de su muerte, su entierro y su resurrección.

¿Qué era lo que Jesús pretendía? ¿Por qué escogió caminar y hablar con estos dos hombres? El sencillamente deseaba compartir tiempo de calidad con sus amigos. A él le gustaba tener comunión sin apuros con ellos, abrir su corazón y su Palabra a ellos para compartir una dulce comunión. Y los oídos dispuestos de ellos y sus corazones ardientes le alimentaban a él.

Esa noche, los hombres se detuvieron en una posada. En ese momento, Jesús “hizo como que iba mas lejos” (24:28). A lo mejor, el Señor dijo, “Hermanos, me han dado mucho de su tiempo. Me han escuchado bien y yo he compartido lo que hay en mi corazón. Sin duda, están cansados. No los aguantare mas tiempo. Yo seguiré mi camino y les permitiré descansar.”

Allí pudo haber terminado la historia. De hecho, para muchos creyentes, es el final. Están satisfechos con el primer encuentro que tuvieron con Jesús muchos años atrás. Ahora todo lo que buscan es conocimiento bíblico. No les importa tener tiempo de intimidad con el. Ellos testifican: “Si, yo conozco a Cristo. Tengo un profundo conocimiento de él.” Pero ellos no esperan en el Señor para alimentarlo. Ellos no conocen su voz. Y se pierden la revelación personal de quien él es.

Pero los discípulos de Emaús no permitieron que eso sucediera. Cuando Jesús quiso seguir, “Ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros” (24:29). La palabra griega “obligar” aquí quiere decir fuerza. Sencillamente, ellos no le permitieron que se fuera. Recuerde, ellos todavía no habían reconocido a su maestro. Sus corazones ardían con las palabras que él les había dicho. (ver 24:32). Ahora, ellos le decían: “Debes quedarte con nosotros.”

Esta fue la respuesta que Jesús esperaba. El tenia tanto que decirles a estos dos. Y lo próximo que leemos son las palabras más dulces en toda la escritura: “Entro, pues, a quedarse con ellos” (24:29). Estos dos hombres alimentaron a Cristo escuchando su corazón. Y ahora él los llevó a su mesa, donde él les alimentó a ellos: “Y aconteció que estando sentados con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista.” (24:30-31)

Gracias a Dios, que estos discípulos obligaron a Jesús a quedarse. De otra manera, nunca se le hubieran abierto sus ojos al Cristo vivo. Hubieran vuelvo a Jerusalén con un testimonio muerto: “Hemos conocido a alguien camino a Emaus que nos enseño profundamente la Palabra. Nos ardía el corazón, y pudimos entender a Cristo como nunca antes.“ Los otros discípulos los hubieron presionada preguntando, “¿Pero vieron ustedes al Señor? ¿Lo pudieron tocar? ¿Saben donde él esta? Ustedes dicen que sus corazones ardían pero dígannos, esta Jesús vivo?” Tristemente, ellos no hubieron podido darle una respuesta.


Por el contrario, estos hombres fieles fueron corriendo a sus hermanos en Jerusalén, a darles este vibrante testimonio: “¡El Señor apareció a nosotros! Hablamos con él y comimos con él. Lo vimos vivo. Y él nos alimentó con la Palabra de Dios de su propia boca. ¡Si, él vive y esta muy bien! (ver 24:33-25). Entonces, en ese mismo momento, Jesús apareció en medio de ellos.

domingo, 26 de octubre de 2014

PARÁBOLA QUE REVOLUCIONA



Jesús cuenta una parábola en Lucas 17 que debe revolucionar nuestra vida de oración

La siguiente parábola debe cambiar como cada cristiano ve la oración:

“¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver el del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa? ¿No le dice mas bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú? ¿Acaso da gracias el siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no. Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenando decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.” (Lucas 17:7-10)

Sabemos que el amo en esta parábola es el Señor. Y el siervo aquí representa cada creyente. Claramente, esta parábola se trata de servir a Cristo. Y evidentemente, nuestro Señor mira este acto como el llamado mayor.

Puedes objetar, “Yo pensé que nuestro llamado mayor era que fuéramos al campo a recoger la mies.” Ese es verdaderamente un llamado mayor. Pero Jesús dice que no es el mayor. El “llamado mayor de Dios en Cristo Jesús” como Pablo se refiere, es que lo alimentemos a él. Todo servicio debe nacer de la comunión e intimidad con Cristo. Yo no entendía esto hasta que me puse en el lugar del siervo.

De momento, estoy en el campo, arando y apacentando las ovejas. Cuando el día se termina, estoy cansado, sudoroso y hambriento. He trabajado fiel y fuertemente y ahora necesito alimento. Así que voy al salón comedor del maestro para comer. Cuando entro, espero encontrar a mi amo que me diga, “Por favor, siéntate. Tu necesitas refrescarte.” Así que me acerco a la mesa, hambriento y con ojos que imploran, “Estoy en necesidad.” Pero el amo no me dice, “Siéntate y come.” Al contrario, me ordena, “Ponte tu delantal. Estoy listo para cenar, así que sírveme a mi primero. Después que me hayas servido, tu comerás y beberás.”

Aquí esta la prueba de que somos llamados a alimentar a Cristo. A primera vista, esta orden parece severa y exigente. Pero nada puede estar mas lejos de la verdad. El profeta Elías dio una orden similar cuando fue alimentado por la viuda. Elías le dijo, “ Prepárame una torta primero. Entonces tu comerás.“ Lo que en realidad se esta diciendo en estos versículos es: “Pon el reino de Dios primero. Entonces todo lo otro se te dará.”

Cuando veo lo que Jesús verdaderamente esta diciendo aquí, mi corazón se derrite. Ya él le había dicho a sus discípulos “Los he llamado amigos” (Juan 15:15) Y ahora en esencia, él dice: “Ustedes son mis siervos pero les he llamado amigos. Y hay una necesidad en mi que solo la amistad puede satisfacer. Ustedes han estado en los campos todo el día, trabajando para mi y están cansados y hambrientos. Pero, antes que yo les alimente, necesito que ustedes hagan algo por mí. Necesito que vengan y se siente en mi mesa y déjenme hablar con ustedes. Hay tanto en mi corazón que deseo decirte. Anhelo esta hora del día cuando tu y yo podemos compartir. Cíñete ahora y sírveme.

No nos imaginemos a este siervo como un mozo que se pasa yendo y viniendo de la cocina a la mesa. No, el siervo que Cristo presenta es la imagen de un amigo, alguien que es invitado para que simplemente se siente y oiga. El amo le dice, “Te he extrañado. Ahora, sírveme, dejándome descargar mi corazón a ti. Déjame hablar a tu vida. Deseo mostrarte las cosas del futuro”.

Usted ve, alimentar a Cristo no es una relación de una sola vía, donde nosotros dominamos toda la conversación. Mas bien, nosotros alimentamos al amo cuando nos regocijamos al oír su voz. Le alimentamos cuando le escuchamos pacientemente. El Señor se lo describió a Ezequiel: “Mas los sacerdotes levitas hijos de Sadoc, que guardaron el ordenamiento del santuario…ellos se acercarán para ministrar delante de mí…Ellos entrarán a mi santuario y se acercarán a mi mesa para servirme” (Ezequiel 44:15-16) Los sacerdotes de Sadoc tenían el mayor llamamiento entre el pueblo de Dios. ¿Qué le pidió el Señor? Él deseaba que ellos le ministraran en su mesa. Hacemos esto hoy cuando le damos al Señor un oído para escuchar su voz.

Jesús habla del mismo tipo de intimidad en la mesa: “He aquí yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entrare a él y cenaré con él y él conmigo.” (Apocalipsis 3:20). Cristo esta diciendo en esencia, “Yo estoy aquí, deseando entrar para hablar contigo en la mesa. Deseo que me alimentes y que me dejes alimentarte a ti.”

Usted puede pensar, “Pero Jesús usa unas palabras tan frías en esta parábola, tales como “obligación” y “siervo inútil”. Suena tan fuerte. Eso no esta en línea con el carácter de Dios.” En realidad la palabra griega para inútil aquí significa sin mérito. Y la palabra para obligación significa beneficio. En resumen, todo siervo debe admitir que “No hay nada de mérito en lo que he hecho. He hecho solo lo que a mí me es de beneficio.”

En otras palabras, Jesús esta diciendo: “No salgas de mi presencia pensando, ‘Mi amo debe estar agradecido conmigo. Yo le he dado tiempo de calidad. Ahora él es quien me debe.’ Tu sabes que mi gracia no puede ser ganada. Es un regalo que se te ha dado gratuitamente. Y mis mandamientos no son gravosos. Al contrario, te benefician. Así, que cuando me alimentes, no lo cuentes como trabajo que es meritorio. Dichos actos no acumulan crédito contra el pecado.”


Este asunto de alimentar a Cristo debe ser algo que nos haga más humildes. Debemos preguntarnos honestamente, “¿Por qué Jesús desea estar cerca de mí? ¿Por qué me pide que espere en su presencia? Soy tan débil en la fe, tan inclinado a fallar. Sin embargo, él dice que cuando espero en él y escucho su voz, él se alimenta. Dice que es comida para él cuando yo deseo escucharlo hablar. ¿Cómo puede ser esto? Que estos pensamientos nos mantengan humildes delante del Señor.

sábado, 25 de octubre de 2014

LA NECESIDAD DE COMUNIÓN


La Biblia habla de la necesidad de comunión
del Hijo con el hombre desde el principio.


La escritura dice que Cristo fue engendrado antes que el mundo fuera creado: “Su Hijo; quien es el heredero de todas las cosas, por quien fueron hechas (Hebreos 1:2.). “Este era en el principio con Dios. Todas las cosas fueron por él hechas y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” (Juan 1:2-3).

Desde el principio, vemos al Señor buscando comunión con el hombre. Su Espíritu caminaba con Adán en el jardín del Edén, conversando en la frescura del día. Estos momentos íntimos eran comida para el Señor deleitándole y agradándole a él. Tal comunión era el plan desde el principio. Pero cuando Adán pecó, la comunión se rompió.

Mas tarde en Génesis, leemos de un hombre llamado Enoc quien fue llevado al cielo. “Camino, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevo Dios.” Enoc tuvo comunión con el Señor por 365 años. Sin embargo, el solo vivió la mitad de los años que se supone él viviera durante ese tiempo. Mientras reflexionaba sobre esto, sentí el Espíritu de Dios preguntando, “¿Por qué crees que traje a Enoc a la gloria tan pronto? Sus compañeros vivieron entre setecientos y ochocientos años. ¿Por qué lo tome durante la mitad de sus años de vida?”

No tuve respuesta. El Espíritu me susurró, “La comunión es mi comida, Israel. Mi Palabra dice que Enoc camino conmigo. Esto quiere decir que él tuvo comunión conmigo, me servia, conocía mi voz. Él escuchaba mientras yo abría mi corazón a él. Nuestra comunión se hizo tan intima, que deseaba que él estuviera conmigo en la eternidad en donde no hay noche. Así que me lo traje para que estuviera conmigo para conversar interminable e interrumpidamente.

El Señor me hizo la misma pregunta acerca de Moisés. “¿Por qué llame a mi siervo amado cuando estaba en las primicias de su vida? Tu pensarás, “¿Es porque Moisés no estaba supuesto a ir a la tierra prometida?” Pero el hecho es que, Israel no entró a Canaán rápidamente. Moisés pudo haber vivido mucho tiempo más.

Oigo al Señor decir, “Moisés conversaba conmigo como ningún hombre lo hizo. ¿Por qué piensas que el bajo del monte con un brillo sobrenatural en su cara?“ La ley no pudo producir ese brillo. Fue el efecto de estar en mi presencia, por cuarenta días y cuarenta noches. Cuando nos encontramos cara a cara, él me dio de comer. Si, le instruí durante ese tiempo. Pero también tuvimos dulce comunión. Hable con Moisés y él me escuchaba. Le mostré como el tabernáculo era una ilustración mía, lleno de gloria. Así, que finalmente, cuando me lleve a Moisés fue para que estuviera a mi lado así como ya estaba Enoc.”

Ahora había tres siervos íntimos con el Señor. Esto trae un significado completo a las palabras de Jesús: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20). En otras palabras: Dondequiera que hay dos o tres de ustedes en comunión, estoy allí con ustedes conversando y en comunión. Y eso me alimenta. Me deleita que ustedes estén esperando en mi presencia. Me ministras profundamente cuando esperas a escuchar mi voz. Están llevando a cabo el propósito del Padre desde el principio del mundo.”

Ahora déjame llevarte al Monte de la Transfiguración. Jesús había llevado a tres de sus discípulos: Pedro, Jacobo y Juan. De momento, delante de sus ojos, Cristo se transfiguró. “y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.” (17:2). Lo próximo que leemos es: “Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.” (17:3) La palabra griega para “hablando” es “soon” que significa unión, comunión, compañerismo. Moisés y Elías estaban comunicándose con Jesús, conversando entre ellos.

¿Qué significaba esta escena? No creo que tenia nada que ver con el ministerio de Jesús en la tierra. Ni tampoco tenia nada que ver con los discípulos. Después de todo, Cristo le instruyo, “No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos.” (17:9)


No, yo creo que Jesús en su cuerpo glorificado, estaba deseando alimentarse por ultima vez. El sabia lo que le esperaba y el ansiaba por la comida que el hombre “no conoce.” Él estaba a punto de ir a la cruz para pagar el precio que el ya había prometido, para redimir a la humanidad del pecado. Y ahora él deseaba tener una fiesta con sus amigos íntimos, para fortalecer su alma para la experiencia que le esperaba. En mi opinión, la reunión de Cristo con Moisés y Elías fue un regalo que le dio el Padre. Dios deseaba dar a su Hijo un recordatorio de su gloria, diciendo, “Aquí esta la comida celestial que te espera.”

jueves, 23 de octubre de 2014

LA FAMILIA GRUPP LUNA



Con mi esposa Jenny Lorena Luna Arizabal y 
nuestra bella hija Noa Isabella Grupp Luna


Agradezco sus visitas a nuestro sitio web, esperamos en la fe de Cristo continuar bendiciendo sus vidas. Oren siempre por nuestra familia.

YO TENGO OTRA COMIDA



Mientras Jesús viajaba hacia Galilea, llego al pozo de Jacob en Samaria. Cansado de su viaje, se detuvo a descansar ahí, mientras sus discípulos fueron a comprar comida. Mientras tanto, una mujer samaritana vino al pozo a sacar agua. Jesús le hizo una simple petición: “Dame de beber.” (Juan 4:7)

Las palabras de Cristo a esta mujer comenzaron una larga conversación. Ella terminó hablando largamente y así también Jesús. Durante su conversación, ella se maravilló de las cosas que él le dijo. Finalmente, ella dijo, “Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga, nos declarará todas las cosas.” Jesús le dijo: “Yo soy, el que habla contigo.” (4:25-26)

Acabando Jesús de revelar su identidad, los discípulos regresaron. Ellos estaban sorprendidos de encontrar a su maestro tan profundamente envuelto en una conversación con una mujer samaritana. Cuando se sentaron para preparar la cena, la mujer con los ojos bien abiertos avanzo para volver al pueblo. Finalmente, cuando la comida estaba lista, ellos dijeron, “Rabí, come.” (4:31)

Jesús respondió con un perplejo comentario: “Yo tengo una comida que comer que vosotros no sabéis”. (4:32) Él estaba diciéndoles, en esencia, “Ya yo he sido alimentado. Algo transcendió mientras ustedes se fueron y yo estoy completamente lleno. Ustedes ven, hay algo que ustedes no han saben de mí. Mi comida no es de este mundo.”

Cristo explicó, “Mi comida es que haga la voluntad de aquel que me envió y que acabe su obra”. (4:34) Ahora, todos conocemos que el trabajo de Dios es sembrar y cosechar el evangelio, juntando la cosecha de las almas. Jesús dice en el próximo verso, “No decís vosotros: ¿Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega?… Alzad vuestros ojos, y mirad a los campos, porque ya están blancos para la siega.” (4:34)

Sencillamente, estamos laborando en el reino de Dios dando testimonio y ganando almas. Jesús completó este trabajo con la mujer samaritana. La Biblia dice que ella creyó que él era el Mesías testificando: “Vengan a ver a un hombre que me dijo todo he hecho: ¿No será este el Cristo?” (4:29)

Ahora bien, hay un propósito detrás de todas las labores del reino. Y ese propósito va mucho mas allá de una gran cosecha de almas. La voluntad del Padre para la creación – su propósito completo detrás del nacimiento de la humanidad – fue crear un cuerpo para compartir con su Hijo. Y aquí, en la escena del pozo de Jacob, vemos la necesidad de Cristo de compartir siendo consumada.



Jesús le dijo a sus discípulos, en esencia, “Mi hambre ha sido satisfecha por esta mujer. Todo lo que pedí fue un vaso de agua. Pero ella me alimentó. Ella me trajo un corazón honesto y solicito. Mientras hablaba con ella, ella me escuchó atentamente. Ella esperó en mi, escuchó cada palabra que le dije. Y ella hizo caso a mis palabras, creyendo y actuando en ellas. Tienen que entender que este tipo de comunión es comida para mí.”

Puedes decir como el Señor: "Tengo otra comida", o todavía estas mendigando por la comida del mundo que lo único que ha hecho en tu vida es traer decepción y miseria, esta día ve y has lo que Dios ha mandado y serás saciado de su presencia.

miércoles, 22 de octubre de 2014

EL RESULTADO DE LA ENTREGA



El contentamiento de Pablo a través de todo fue el resultado de una vida entregada

Pablo no estaba apresurado por ver el cumplimiento de todo en su vida. Él sabía que tenía una promesa de Dios, y él se aferraba a ella. Por el momento presente, él estaba contento con ministrar dondequiera que estuviera: dando testimonio a un carcelero, a un marinero y algunas mujeres en la orilla del río. Este hombre tenía una comisión mundial, aun así él fue fiel en testificar de uno en uno.

Pablo tampoco estaba celoso de otros hombres más jóvenes que parecían sobrepasarle. Mientras ellos viajaban por el mundo, ganando a judíos y a gentiles para Cristo, Pablo estaba en una prisión. Él tenía que escuchar las noticias de grandes multitudes que se convertían por hombres con quienes él había batallado por el evangelio de la gracia. Sin embargo, Pablo no envidiaba a esos hombres. Él sabía que un hombre que se había sometido a Cristo sabe como humillarse tanto como también ser abundante: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento;..Así que teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.” (1 Timoteo 6:6,8).

El mundo de hoy puede decirle a Pablo, “Estas al final de tu vida ahora. Sin embargo, no tienes ahorros ni inversiones. Todo lo que tienes es una muda de ropa.” Yo sé cual sería la respuesta de Pablo: “Oh, pero he ganado a Cristo. Verdaderamente tengo vida.”

“Pero el diablo siempre te esta acosando, Pablo. Vives en dolor constante. Es más, tú sufres como nadie más que he conocido. ¿Cómo puede ser esto?”
“Yo me glorío en mis aflicciones. Cuando soy débil, es cuando en realidad soy más fuerte. No mido mi fuerza por el estándar del mundo, sino por el del Señor.”

“¿Y que me dices de tu rival Apolo? Él es escuchado por las gentes. Tu solo le ministras a grupos pequeños o solamente a una persona. Apolo es un predicador elocuente pero tu hablar es despreciable, Pablo”.
“Nada de eso me molesta. Yo no busco gloria en esta vida. Tengo una revelación de gloria que me espera.”

“¿Y lo que Dios te prometió a ti? Él dijo que les testificarías a reyes. La única vez que lo hiciste estabas encadenado. Tuviste que predicar mientras eras un prisionero. ¿Dónde esta el cumplimiento de las promesas de Dios en tu vida?”
“Mi Señor ha mantenido su palabra. No fue de la manera que yo esperaba, pero en la manera de él. Sin importar las cadenas, yo prediqué a Cristo a plenitud. Y si hubieran visto a esos gobernantes convictos. Cuando terminé de predicarles, ellos temblaban. El Señor me dio favor, en esta forma.”

“Pablo, terminaste siendo un tonto. Todos en Asia se volvieron en contra tuya. Mientras más amas a otros, ellos menos te aman. Has laborado todo este tiempo para edificar la iglesia de Dios, hasta haciendo obras penosas. Pero nadie las agradece. Aun esos pastores que has enseñado se burlan de ti. Algunos te han marginado de sus pulpitos. ¿Por qué sigues en este ministerio? No has sido exitoso en ningún sentido de la palabra.”
“Ya yo he dejado este mundo con todas sus ambiciones y lisonjas. No necesito que los hombres me alaben. Usted ve, yo fui llevado al paraíso. Escuché palabras que no se pueden hablar, palabras que no pueden ser dichas por hombres. Así que usted puede tener toda la competencia del mundo con todas sus luchas. Yo he determinado conocer nada solo a Cristo y su crucifixión.”

“Yo les digo, que soy el ganador. He encontrado la perla de gran precio. Jesús me dio el poder de rendirlo todo y volverlo a levantar. Yo rendí todo y ahora una corona me espera. Solo tengo una meta en esta vida: ver el rostro de Jesús, cara a cara. Todos los sufrimientos del tiempo presente no pueden ser comparados con el gozo que me espera.”


Que nuestros corazones sean como el de Pablo, mientras buscamos la vida entregada. 

martes, 21 de octubre de 2014

LA ENTREGA TRAE CONTENTAMIENTO



 El camino de entrega trae contentamiento dondequiera que esté y con cualquier
cosa que tenga.


Muchos cristianos viven en continuo descontento. Nunca están satisfechos con lo que tienen. Siempre están mirando hacia el futuro, pensando, “Si sólo hiciera esto, o tuviera aquello, seré feliz.” Pero su satisfacción nunca llega.

Contentamiento fue una gran prueba para la vida de Pablo. Después de todo, Dios le dijo que lo usaría con poder: “Instrumento escogido me es este, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel.” (Hechos 9:15). Cuando Pablo primero recibió su comisión: “Enseguida predicaba a Cristo en las sinagogas diciendo que este era el hijo de Dios.” (9:20). El apóstol se hizo más valiente con cada sermón: “Pero Saulo mucho más se esforzaba y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo.” (9:22).

¿Qué paso después? “Los judíos resolvieron en consejo matarle.” (9:23). Tanto así para el llamado de Pablo de predicar a los hijos de Israel. No solo rechazaron su mensaje, sino que también planearon matarlo. Qué comienzo tan desastroso para un ministerio que Dios dijo que seria poderoso.

Pablo entonces decidió que iría a Jerusalén a conocer a los otros discípulos de Jesús. “Pero todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo.” (9:26). Ahora Pablo sufrió un rechazo mayor. Sus propios hermanos en Cristo se alejaban de él.

Finalmente, Pablo razonó: “Por lo menos puedo alcanzar a los gentiles.” Sin embargo, cuando un gentil prominente, Cornelio, buscó a un predicador que compartiera el evangelio con él, no preguntó por Pablo. En su lugar, se fue y busco a Pedro. Sin duda alguna, Pablo oyó de los reportes gloriosos que salían de la casa de Cornelio. “El Espíritu Santo había descendido sobre los gentiles. ¡El Señor les había revelado a Cristo a ellos!

Después, Pablo tuvo que sentarse en la conferencia de Jerusalén mientras Pedro declaraba: “Varones hermanos, vosotros sabéis como ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen.” (15:7). Aparentemente, Dios había determinado que el avivamiento entre los gentiles vendría a través de otro. Que Pablo supiera, él estaría marginado, observando lo que ocurría.

¿Qué cree usted que pasó por la mente de Pablo mientras él experimentaba estas cosas? La verdad es, que a través de todo – la desilusión, el dolor, las amenazas a su vida – Dios estaba enseñándole algo crucial a su siervo: Pablo estaba aprendiendo a estar contento un paso a la vez.

Más tarde, cuando Pablo predicó en Antioquia, su mensaje fue disputado por los líderes judíos. Así que Pablo declaró: “He aquí, nos volvemos a los gentiles.” (13:46). Pablo predicaba a los que no eran judíos allí, y se convirtieron en grandes números; “Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella región.” (13:48-49). Sin embargo, antes que Pablo pudiera saborear la victoria, “los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites.” (13:50).

Entonces, Pablo puso su mirada sobre Iconio. Cuando predicó allí, una vez más “creyó una gran multitud de judíos y asimismo de griegos.” (14:1). Un avivamiento cayó sobre la ciudad. Y otra vez, “los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos” (14:5).

¿Puede usted imaginar la confusión y el desánimo de Pablo? A cada vuelta, su llamado parecía frustrarse. Dios le había prometido un ministerio de evangelismo fructífero. Pero cada vez que él predicaba, era maldecido, rechazado, asaltado, y apedreado. ¿Cómo respondió? “…he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.” (Filipenses 4:11).


Pablo no cuestionaba ni se quejaba. Él no demandaba saber cuándo les predicaría a los reyes y a los gobernantes. El dijo, en esencia, “Puede que yo no este viendo ahora lo que el Señor me ha prometido pero me muevo en fe, porque estoy contento con tener a Jesús. Por él, yo vivo la vida cada día a plenitud." Pienso que todos los que sabemos que fuimos llamados por el Señor diremos lo mismo.

lunes, 20 de octubre de 2014

UNA SOLA AMBICIÓN EN LA ENTREGA



El camino de entrega lleva a una sola ambición

Pablo no tenía otra ambición, ninguna otra fuerza que lo llevara en la vida, que esta: “ganar a Cristo.” (Filipenses 3:8).

Leí el testimonio de un joven predicador de Dios quien es amigo de muchos otros pastores jóvenes en su nación. El mencionaba cual era el problema numero uno entre sus compañeros. Él dijo: “La presión de ser exitosos.” Su respuesta me asombró. Yo sabía que la motivación del éxito es común en nuestra sociedad secular. ¿Sería también una plaga en la iglesia? Él explicó: “Los ministros jóvenes piensan que deben producir rápidamente grandes números en su iglesia. Ellos sienten una gran presión por ver crecimiento de la noche a la mañana.”

Esto es también un problema para los ministros que ya son mayores. Ellos han estado laborando por muchos años, esperando ver crecer a sus iglesias. Entonces, cuando un pastor nuevo y joven llega a la iglesia y ésta comienza a crecer, los pastores ya mayores comienzan a sentir la presión de hacer lo mismo. Se apresuran en asistir a conferencias sobre cómo hacer que su iglesia crezca. Buscando técnicas para así expandir sus números.

Leí otro testimonio que decía lo siguiente: “Nuestro pastor acaba de volver de una conferencia y está muy entusiasmado sobre una “nueva formula para el éxito.” Dijo que nuestros servicios tienen que ser más favorables hacia los pecadores. Así que ha cambiado totalmente la adoración como también sus sermones. Ahora la iglesia es un lugar distinto, ha cambiado. Hace pocos meses que el Espíritu Santo se movía con poder aquí. Pero ahora la gente se está yendo porque el Espíritu de Dios ya no está.

Un pastor quedó asombrado por el consejo de un experto en crecimiento. Le dijeron: “Tu iglesia no va a crecer si todo lo que ofreces es a Jesús.” ¡Este “experto” pasó a Cristo por alto! La respuesta que concierne a cada iglesia esta accesible inmediatamente, pero este hombre erró en conocerla. ¿Cómo? Él se desvió de la ambición que Pablo dice que es necesaria tener: ganar a Cristo.

Por los estándares modernos del éxito, Pablo era un fracaso total. Él no construyó ningún edificio. Él no tenía una organización. Y los métodos que él usó fueron despreciados por otros líderes. De hecho, el mensaje predicado por Pablo ofendía a grandes números de sus oyentes. Hubo momentos en que fue apedreado por lo que predicaba. ¿Su tema? La cruz.

Por otro lado, ministros jóvenes decían de un pastor: “Hermano ..., usted es un éxito. Usted tiene un ministerio mundial. Usted pastorea a una iglesia grandísima. Hasta ha escrito un libro de gran venta. Su reputación ya está establecida para toda la vida. ¿Qué cree usted de mí? ¿Por qué no puedo tomar su mismo camino?”

El pastor dijo que quería contestarle;  “Pero yo he pagado un precio. Usted no sabe las adversidades que he tuve que pasar en este camino.” No, esa no es la respuesta. El hecho es que conozco hombres que son mucho más piadosos que yo, que han sufrido mucho más de lo que yo puedo imaginar. Ellos han sido fieles y devotos, soportando sufrimientos horribles, algunos a punto de morir. Sin embargo, los nombres de estos hombres no son conocidos ante mundo.

Ese no es el punto. Cuando estemos delante de Dios en el día del juicio, no seremos juzgados por nuestros ministerios, logros, o numero de convertidos. Solo habrá una medida de éxito en ese día: ¿estaban nuestros corazones completamente rendidos a Dios? ¿Hicimos a un lado nuestra voluntad y agenda y tomamos los de Dios? ¿Nos rendimos ante la presión de nuestros compañeros y seguimos la muchedumbre, o buscamos estar a solas con él buscando dirección? ¿Corríamos de seminario en seminario buscando el propósito en la vida o encontramos nuestra plenitud en él?

He sido llamado a predicar la palabra de Dios desde que tenía 23 años de edad. Y puedo decir honestamente que en toda mi vida, mi mayor gozo ha sido escuchar al Señor. Sé que cuando me paro delante de la gente a predicar, estoy expresando un mensaje que Dios me ha dado. Y ese mensaje tiene que obrar en mi propia alma antes que yo me atreva a predicárselo a otros. Yo me deleito en esperar en el Señor, en oírle decir: “Este es el camino, camina en él.”


Ahora, a la edad de 33 años, tengo solo una ambición: aprender más y más para así decir solamente esas cosas que el Padre me da. Nada que yo diga o haga tiene valor. Yo deseo poder decir: “Yo sé que mi Padre esta conmigo, porque solo hago su voluntad.”

domingo, 19 de octubre de 2014

LA HISTORIA DE ERIC LIDDELL

EL PRECIO DE LA ENTREGA


El camino de entrega lleva a mucho sufrimiento.

“Instrumento escogido me es este, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo te mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.” 
(Hechos 9:15-16). A Pablo se le prometió un ministerio fructífero. Pero él tenía que pasar por grandes sufrimientos para llevarlo a cabo.

El tema del sufrimiento es amplio, el cual incluye muchos tipos diferentes de dolor: agonía física, angustia mental, angustia emocional y dolor espiritual. Según las escrituras, Pablo experimentó cada uno de estos. Él sufrió un aguijón en su carne, naufrágios, apedreamientos, golpizas y robos. Él enfrentó rechazos, burlas y murmuraciones maliciosas. Él soportó todo tipo de persecuciones. Y hubieron momentos en que se sintió perdido, confundido e incapaz de escuchar de Dios.

Este patrón de sufrimiento en la vida de Pablo no será experimentado por todos los que buscan tener una vida entregada. Pero de alguna forma, cada creyente devoto va a tener sufrimiento. Y existe un propósito detrás de todo esto. Usted ve, el sufrimiento es un área de la vida sobre el cual no tenemos control. Es la esfera donde aprendemos a entregarnos a la voluntad de Dios.

Yo llamo a tal sufrimiento la escuela de la entrega. Es un lugar de adiestramiento donde, como Pablo, caemos sobre nuestros rostros y terminamos llorando, “Señor, no puedo con esto.” Él nos responde, “Bien, yo me encargaré. Entrégate a mí por completo, tu cuerpo, alma, mente, corazón, todo. Confía en mí plenamente.”

Si entra en el camino de entrega total, usted sufrirá mucho más que el cristiano promedio y conformista. Si un creyente conformista sufre, será para su propio beneficio. El Señor estará usando el dolor para apartarlo de un pecado en particular. Y nadie más se beneficiará de sus lecciones. Pero si usted desea una vida entregada, su sufrimiento eventualmente será de gran consuelo para otros. 

Pablo declara: “Bendito sea el Dios…Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos.” (2 Cor. 1:3-6).


Pablo esta hablando aquí del sufrimiento que es permitido por Cristo. Nuestro Señor permite tal dolor en nuestras vidas para hacernos testigos a otros de su fidelidad. Él desea probarse a si mismo como “el Dios de toda consolación” (2 Cor. 1:3). Nuestro sufrimiento no es solo para llevarnos a una entrega total a su voluntad, sino que es también para “vuestra (de otros) consolación y salvación” (2 Cor. 1:5). Sencillamente expresado, los ministerios más grandes de consuelo vienen de nuestros grandes sufrimientos.

lunes, 13 de octubre de 2014

lunes, 6 de octubre de 2014

AGRADECIMIENTO A MI AMIGO JACINTO


Arquitecto, en mi corazón usted es un ganador. Le agradezco por invitarme a formar parte de su equipo de candidatos a regidores, quiero que sepa que le aprecio y considero mi amigo. Demos gracias por todo. Si no fuera por estas elecciones no le hubiera conocido ni a su bella familia, siga trabajando por el pueblo que le apoyó que un día la recompensa vendrá sobre su vida. Cuente conmigo siempre que me necesite, estoy para servirle mi amigo. Continúe con su Movimiento Independiente Talara Dignidad, pronto Talara se dará cuenta de la oportunidad de tener un buen gobierno, su capacidad profesional y calidad humana. Reciba el saludo de mi esposa y mi pequeña hija que le reconoce siempre que ve su foto. Gracias por todo! Su amigo "Pastor Israel". Estemos en contacto, Dios te honre por haberle dado a Talara "El día de acción de gracias" por primera ves en Talara un alcalde apoyo al pueblo cristiano de esta manera. Serán tres fechas cada año donde daré gracias especiales por tu vida, no quedarás sin recompensa, Dios honra al que le honra. Este 31 de octubre esperamos tenerle presente.