He estado preguntándole al Señor si es posible hoy, en este tiempo de gracia, vivir como él lo hizo. ¿Podemos estar totalmente dependientes en la voz del Padre de la gloria? ¿Es posible oír su dirección para nuestras vidas día a día, momento a momento? ¿Hay tal caminar para nosotros, para que también podamos decir, "hablo solamente lo que escucho del Señor, y hago sólo lo que le veo hacer?"
Conozco el gozo que viene de estar encerrado a solas con Cristo. Viene de adorarle, ministrarle a él, esperar que él revele su corazón. Llamo este tiempo alimentando a Jesús. Me siento en su presencia, escuchando por su voz quieta y queda. Y él me habla, enseñándome, ministrándome por su Espíritu Santo, mostrándome cosas que nunca podría aprender de un libro o persona. Su verdad toma vida en mi espíritu. Y mi corazón salta dentro de mí.
Claro, que no he logrado todo, aun me falta. Este tipo de experiencia ocasional todavía no ha llegado a ser un estilo de vida para mí. Así que, le he estado preguntando al Señor, ¿es posible la vida totalmente dependiente? ¿O es simplemente una ilusión? ¿Estoy soñando con algo que es imposible cumplir?"
Creo que la mayoría de nosotros vivimos por debajo de los privilegios que tenemos como hijos de Dios. Por ejemplo, leo de Elías que estaba de pie ante el Señor oyendo su voz. Leo de Jeremías de pies en la presencia de Dios, oyendo su consejo. Él clama, "¿Quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó Su palabra? ¿Quién estuvo atento a Su palabra, y la oyó?" (Jeremías 23:18). Leo un lamento similar de Isaías: “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda" (Isaías 30:21).
¿Por qué Dios no hablaría en nuestra generación, cuándo hay tanto miedo e incertidumbre? El mundo está en confusión, buscando respuestas. ¿Por qué el Señor estaría callado ahora, cuándo necesitamos oír su voz más que nunca? Trágicamente, muchos ministros hoy predican sermones sin vida. Sus mensajes ni convencen de pecado ni responden a los profundos lamentos del corazón. Esto es absolutamente criminal. Filosofías vacías desparramadas en un tiempo de gran hambre sólo causarán un dolor mayor en los oidores.
Juan el Bautista enseñó, "El que tiene la esposa es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido" (Juan 3:29). El significado griego literal traduce, "El amigo del novio, que mora y continúa con él." Juan el Bautista estaba diciendo a sus discípulos, "he oído la voz del novio. Y ha llegado a ser mi más grande gozo. Su sonido llena mi alma. ¿Cómo pude oír su voz? Estando de pie cerca de él, escuchándole expresar de su corazón."
Puede preguntarse: ¿cómo aprendió Juan el sonido de la voz de Jesús? Hasta donde sabemos, los dos sólo tuvieron un encuentro cara a cara, en el bautismo de Cristo. Y ése fue un intercambio muy breve, consistiendo sólo de pocas palabras.
Juan aprendió a oír la voz del Señor como Jesús hizo: solo en el desierto. Este hombre se había aislado en el desierto a una edad muy temprana. No se permitía ningún placer de este mundo, incluyendo deliciosas comidas, una cama suave o incluso ropas cómodas. No tuvo ningún maestro, ni mentores, ni libros. Durante esos años solo, Juan tuvo compañerismo con el Señor. Y todo ese tiempo estaba siendo enseñado por el Espíritu para oír la quieta y queda voz de Dios. Sí, Cristo habló con Juan incluso antes de que él fuera encarnado.