Descarga Música Cristiana

martes, 21 de octubre de 2014

LA ENTREGA TRAE CONTENTAMIENTO



 El camino de entrega trae contentamiento dondequiera que esté y con cualquier
cosa que tenga.


Muchos cristianos viven en continuo descontento. Nunca están satisfechos con lo que tienen. Siempre están mirando hacia el futuro, pensando, “Si sólo hiciera esto, o tuviera aquello, seré feliz.” Pero su satisfacción nunca llega.

Contentamiento fue una gran prueba para la vida de Pablo. Después de todo, Dios le dijo que lo usaría con poder: “Instrumento escogido me es este, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel.” (Hechos 9:15). Cuando Pablo primero recibió su comisión: “Enseguida predicaba a Cristo en las sinagogas diciendo que este era el hijo de Dios.” (9:20). El apóstol se hizo más valiente con cada sermón: “Pero Saulo mucho más se esforzaba y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo.” (9:22).

¿Qué paso después? “Los judíos resolvieron en consejo matarle.” (9:23). Tanto así para el llamado de Pablo de predicar a los hijos de Israel. No solo rechazaron su mensaje, sino que también planearon matarlo. Qué comienzo tan desastroso para un ministerio que Dios dijo que seria poderoso.

Pablo entonces decidió que iría a Jerusalén a conocer a los otros discípulos de Jesús. “Pero todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo.” (9:26). Ahora Pablo sufrió un rechazo mayor. Sus propios hermanos en Cristo se alejaban de él.

Finalmente, Pablo razonó: “Por lo menos puedo alcanzar a los gentiles.” Sin embargo, cuando un gentil prominente, Cornelio, buscó a un predicador que compartiera el evangelio con él, no preguntó por Pablo. En su lugar, se fue y busco a Pedro. Sin duda alguna, Pablo oyó de los reportes gloriosos que salían de la casa de Cornelio. “El Espíritu Santo había descendido sobre los gentiles. ¡El Señor les había revelado a Cristo a ellos!

Después, Pablo tuvo que sentarse en la conferencia de Jerusalén mientras Pedro declaraba: “Varones hermanos, vosotros sabéis como ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen.” (15:7). Aparentemente, Dios había determinado que el avivamiento entre los gentiles vendría a través de otro. Que Pablo supiera, él estaría marginado, observando lo que ocurría.

¿Qué cree usted que pasó por la mente de Pablo mientras él experimentaba estas cosas? La verdad es, que a través de todo – la desilusión, el dolor, las amenazas a su vida – Dios estaba enseñándole algo crucial a su siervo: Pablo estaba aprendiendo a estar contento un paso a la vez.

Más tarde, cuando Pablo predicó en Antioquia, su mensaje fue disputado por los líderes judíos. Así que Pablo declaró: “He aquí, nos volvemos a los gentiles.” (13:46). Pablo predicaba a los que no eran judíos allí, y se convirtieron en grandes números; “Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella región.” (13:48-49). Sin embargo, antes que Pablo pudiera saborear la victoria, “los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites.” (13:50).

Entonces, Pablo puso su mirada sobre Iconio. Cuando predicó allí, una vez más “creyó una gran multitud de judíos y asimismo de griegos.” (14:1). Un avivamiento cayó sobre la ciudad. Y otra vez, “los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos” (14:5).

¿Puede usted imaginar la confusión y el desánimo de Pablo? A cada vuelta, su llamado parecía frustrarse. Dios le había prometido un ministerio de evangelismo fructífero. Pero cada vez que él predicaba, era maldecido, rechazado, asaltado, y apedreado. ¿Cómo respondió? “…he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.” (Filipenses 4:11).


Pablo no cuestionaba ni se quejaba. Él no demandaba saber cuándo les predicaría a los reyes y a los gobernantes. El dijo, en esencia, “Puede que yo no este viendo ahora lo que el Señor me ha prometido pero me muevo en fe, porque estoy contento con tener a Jesús. Por él, yo vivo la vida cada día a plenitud." Pienso que todos los que sabemos que fuimos llamados por el Señor diremos lo mismo.

0 comentarios: