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miércoles, 22 de octubre de 2014

EL RESULTADO DE LA ENTREGA



El contentamiento de Pablo a través de todo fue el resultado de una vida entregada

Pablo no estaba apresurado por ver el cumplimiento de todo en su vida. Él sabía que tenía una promesa de Dios, y él se aferraba a ella. Por el momento presente, él estaba contento con ministrar dondequiera que estuviera: dando testimonio a un carcelero, a un marinero y algunas mujeres en la orilla del río. Este hombre tenía una comisión mundial, aun así él fue fiel en testificar de uno en uno.

Pablo tampoco estaba celoso de otros hombres más jóvenes que parecían sobrepasarle. Mientras ellos viajaban por el mundo, ganando a judíos y a gentiles para Cristo, Pablo estaba en una prisión. Él tenía que escuchar las noticias de grandes multitudes que se convertían por hombres con quienes él había batallado por el evangelio de la gracia. Sin embargo, Pablo no envidiaba a esos hombres. Él sabía que un hombre que se había sometido a Cristo sabe como humillarse tanto como también ser abundante: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento;..Así que teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.” (1 Timoteo 6:6,8).

El mundo de hoy puede decirle a Pablo, “Estas al final de tu vida ahora. Sin embargo, no tienes ahorros ni inversiones. Todo lo que tienes es una muda de ropa.” Yo sé cual sería la respuesta de Pablo: “Oh, pero he ganado a Cristo. Verdaderamente tengo vida.”

“Pero el diablo siempre te esta acosando, Pablo. Vives en dolor constante. Es más, tú sufres como nadie más que he conocido. ¿Cómo puede ser esto?”
“Yo me glorío en mis aflicciones. Cuando soy débil, es cuando en realidad soy más fuerte. No mido mi fuerza por el estándar del mundo, sino por el del Señor.”

“¿Y que me dices de tu rival Apolo? Él es escuchado por las gentes. Tu solo le ministras a grupos pequeños o solamente a una persona. Apolo es un predicador elocuente pero tu hablar es despreciable, Pablo”.
“Nada de eso me molesta. Yo no busco gloria en esta vida. Tengo una revelación de gloria que me espera.”

“¿Y lo que Dios te prometió a ti? Él dijo que les testificarías a reyes. La única vez que lo hiciste estabas encadenado. Tuviste que predicar mientras eras un prisionero. ¿Dónde esta el cumplimiento de las promesas de Dios en tu vida?”
“Mi Señor ha mantenido su palabra. No fue de la manera que yo esperaba, pero en la manera de él. Sin importar las cadenas, yo prediqué a Cristo a plenitud. Y si hubieran visto a esos gobernantes convictos. Cuando terminé de predicarles, ellos temblaban. El Señor me dio favor, en esta forma.”

“Pablo, terminaste siendo un tonto. Todos en Asia se volvieron en contra tuya. Mientras más amas a otros, ellos menos te aman. Has laborado todo este tiempo para edificar la iglesia de Dios, hasta haciendo obras penosas. Pero nadie las agradece. Aun esos pastores que has enseñado se burlan de ti. Algunos te han marginado de sus pulpitos. ¿Por qué sigues en este ministerio? No has sido exitoso en ningún sentido de la palabra.”
“Ya yo he dejado este mundo con todas sus ambiciones y lisonjas. No necesito que los hombres me alaben. Usted ve, yo fui llevado al paraíso. Escuché palabras que no se pueden hablar, palabras que no pueden ser dichas por hombres. Así que usted puede tener toda la competencia del mundo con todas sus luchas. Yo he determinado conocer nada solo a Cristo y su crucifixión.”

“Yo les digo, que soy el ganador. He encontrado la perla de gran precio. Jesús me dio el poder de rendirlo todo y volverlo a levantar. Yo rendí todo y ahora una corona me espera. Solo tengo una meta en esta vida: ver el rostro de Jesús, cara a cara. Todos los sufrimientos del tiempo presente no pueden ser comparados con el gozo que me espera.”


Que nuestros corazones sean como el de Pablo, mientras buscamos la vida entregada. 

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