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domingo, 9 de noviembre de 2014

SEPARADOS DE ESTE MUNDO



El resultado de la intimidad no es tan solo un afecto cercano por el Señor,
sino que también una creciente separación de este mundo


Mientras más cerca estamos de Cristo, más grande nuestro deseo de vivir totalmente en su presencia. Además, comenzamos a ver más claramente que Jesús es nuestro único y verdadero fundamento.

La Biblia nos dice que Abrahán, “porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.” (Hebreos 11:10). Para Abrahán, nada en esta vida era permanente. Las Escrituras dicen que el mundo era “un lugar extraño” para él. No era un lugar donde echar raíces.

Sin embargo, Abrahán no era un místico. El no era un ascético con aires de santidad y vivía en una neblina espiritual. Este hombre vivió una vida sencilla, profundamente involucrado en los asuntos del mundo. Después de todo, él era dueño de miles de cabezas de ganado. Y él tenía suficientes sirvientes como para formar una pequeña milicia. Abrahán tuvo que ser un hombre muy ocupado, dirigiendo a sus sirvientes y comprando y vendiendo ganado, ovejas y chivos.

Todavía, de alguna manera, a pesar de sus muchos asuntos de negocios y responsabilidades, Abrahán encontró tiempo para tener intimidad con el Señor. Y porque él caminaba bien cerca con Dios, estaba cada vez más insatisfecho con este mundo. Abrahán era rico, prospero, con suficientes cosas buenas para mantenerlo ocupado. Sin embargo, nada en esta vida podía distraerlo de anhelar por la ciudad celestial que estaba adelante. Cada día, él anhelaba más y más estar cerca de ese mejor lugar.

La ciudad celestial por la cual Abrahán sentía anhelo no era un lugar literal. Más bien, era estar en casa con el Padre. Veras, la palabra hebrea para esta frase, “ciudad celestial” es Pater. Sale de la palabra raíz que significa Padre. Así que la ciudad celestial que Abrahán buscaba era, literalmente, un lugar con el Padre.

¿Que significa esto para nosotros hoy en día? Significa que movernos hacia esa ciudad celestial no es tan solo acerca de lograr el cielo alguno día en el futuro. Es acerca de anhelar experimentar diariamente la presencia del Padre ahora mismo.

El libro de Hebreos nos dice que los cuatro hombres que mencione – Abel, Enoc, Noé y Abrahán – murieron en fe (ver Hebreos 11). Cada hombre estaba separado del espíritu del tiempo en que vivían. Y cada uno estaba buscando una ciudad diferente. El mundo simplemente no era su hogar.

Sin embargo, esto no significaba que ellos estaban esperando hasta llegar al cielo para disfrutar de cercanía con el Padre. Al contrario, como peregrinos pasando por esta vida, ellos continuamente buscaban la presencia de Dios. Nada en este mundo podía detenerlos de seguir adelante, buscando un caminar más profundo y cercano con el Padre.

Por sus fieles ejemplos, estos hombres estaban diciendo, “Estoy buscando un lugar mas cercano a mi Padre. Y ese lugar esta más allá de lo que este mundo tiene que ofrecer. Aprecio los muchos dones santos que Dios me ha dado en mi amada familia y piadosas amistades. Nada en este mundo puede reemplazar el amor que tengo por ellos. Pero yo se que existe un amor mas grande para ser experimentado con el Padre.”

Hebreos 11 habla de muchos otros quienes su caminar de fe agrado al Señor. Por fe, estos siervos obraron grandes milagros e hicieron muchas cosas asombrosas. Y mientras examinamos sus vidas, vemos que ellos también compartieron un denominador común: ellos abandonaron este mundo y sus placeres para caminar más cerca con Dios.



¿Puedes hacer esta misma declaración? ¿Tu corazón anhela un caminar más cercano con el Señor? ¿Existe una creciente insatisfacción en ti con las cosas de este mundo? O, ¿esta tu corazón atado a las cosas temporales?

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