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viernes, 7 de noviembre de 2014

EL PATRÓN BÍBLICO DE LA INTIMIDAD


Hebreos 11 habla de un patrón Bíblico de intimidad

Mientras leemos Hebreos 11, encontramos un denominador común en las vidas de las personas mencionadas. Cada uno tenía una característica particular que denota la clase de fe que Dios ama. ¿Cuál era este elemento? Su fe nació de una intimidad profunda con el Señor.

El hecho es, que es imposible tener una fe que agrada a Dios sin compartir intimidad con él. ¿Que quiero decir con intimidad? Estoy hablando de una cercanía al Señor que sale de añorarlo. Esta clase de intimidad es un vínculo personal, una comunión. Viene cuando deseamos al Señor más que cualquier otra cosa en esta vida.

Miremos tan solo cuatro ejemplos de siervos llenos de fe que caminaron cerca de Dios, como fueron mencionados en Hebreos 11:

1. Nuestro primer ejemplo es Abel. Las Escrituras declaran, “Por la fe Abel ofreció a Dios un mejor sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó el testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y por la fe, estando muerto, todavía habla.” (Hebreos 11:4).

Segundo, Abel tuvo que construir un altar al Señor, en el lugar donde hacia sus sacrificios. Y el no ofrecía tan solo corderos sin mancha para el sacrificio, sino que también la grosura de esos corderos. Las Escrituras nos dicen, “También Abel, por su parte, trajo de los primogénitos de sus ovejas y de la grosura de los mismos.” (Gen. 4:4).

¿Que significa la grosura aquí? Le libro de Levítico dice lo siguiente de la grosura, “Es una comida, una ofrenda presentada por fuego de aroma grato. Toda la grasa pertenece al Señor.” (Lev. 3:16). En resumen, la grosura en comida para Dios.

Veras, la grosura era la parte del sacrificio que hacia ascender un aroma dulce. Esta parte del animal se encendía rápidamente y era consumido, trayendo un aroma dulce. El Señor dijo acerca de la grosura, “Éste será un estatuto perpetuo para los descendientes de ustedes, dondequiera que habiten: No se comerán la grasa ni la sangre.” (3:17). La grosura es del Señor.

“Es una comida, una ofrenda presentada por fuego de aroma grato. Toda la grasa pertenece al Señor.” (Levítico 3:16).

Aquí la grosura es como un tipo de oración o comunión que es aceptable a Dios. Representa nuestro ministerio al Señor en la habitación secreta de oración. Y el Señor mismo dice que tal adoración íntima sube a él como un aroma de dulce sabor.

La primera cita acerca de este tipo de adoración en la Biblia es por Abel. Abel permitió que el sacrificio y la grosura fueran consumidos en el altar del Señor. Eso significa que él esperó en la presencia de Dios hasta que su sacrificio subió al cielo.

Por esta razón Abel aparece en la lista de la sala de la fe en Hebreos 11. Él es el tipo de siervo que estaba en comunión con el Señor, ofreciéndole a él lo mejor que tenia. Como Hebreos declara, el ejemplo de Abel vive hoy como testimonio de una fe viviente y verdadera: “…estando muerto, todavía habla.” (Hebreos 11:4).

¿Cómo obtuvo Abel tal fe? Piensa en las asombrosas conversaciones que este joven escucho entre sus padres, Adán y Eva. La pareja obviamente hablaba de sus primeros días en el jardín con el Señor. Sin duda, ellos mencionaron sus tiempos de comunión maravillosa con Dios, caminando y hablando con él durante el atardecer.

Imagínate lo que pasaría por la mente de Abel mientras él escuchaba estas historias. Probablemente, pensó, “Que maravilloso debió ser. Mi padre y mi madre tuvieron una relación viva con el Creador mismo.”

Mientras Abel consideraba esto, quizás tomo una decisión en su corazón: determino que no viviría de la historia de sus padres. No se podía conformar con una mera tradición pasada a él. Él necesitaba tener su propio toque de Dios.

Podría ser que Abel se dijo a sí mismo: “No quiero escuchar mas acerca de experiencias pasadas con el Señor. Quiero conocerlo ahora por mí mismo, hoy. Quiero una relación con él, tener compañerismo y comunión con él.”

Esta es la misma clase de “grosura” que debemos ofrecerle a Dios hoy. Como Abel, debemos darle lo mejor de nuestro tiempo, en nuestra habitación secreta de oración. Y debemos pasar suficiente tiempo allí, en su presencia, permitiéndole que consuma nuestras ofrendas de adoración y compañerismo íntimo.

Ahora, compara la ofrenda de Abel con la de su hermano, Caín. Caín le llevó fruta al Señor, una ofrenda que no requería un altar. No hubo grosura, ni aceite, nada para ser consumido. Como resultado, no hubo aroma dulce que subiera al cielo.

En otras palabras, no hubo intimidad, ningún intercambio personal entre Caín y el Señor. Ves, Caín llevó un sacrificio que no requería que el se quedara en la presencia de Dios, buscando su compañerismo. Por esta razón las escrituras dicen que la ofrenda de Abel fue, “más excelente” que la de Caín.

Ahora bien, no se equivoque: Dios honró el sacrificio que Caín le llevo. Pero el Señor mira el corazón, y él sabia que Caín no añoraba estar en su presencia. Eso estaba claro por el sacrificio que Caín escogió para ofrecerle.

En mi opinión, Caín representa a muchos cristianos en la actualidad. Tales creyentes van a la iglesia cada semana, adorando a Dios y pidiéndole que les bendiga y prospere. Pero ellos no tienen deseos por intimidad con el Señor. Ellos quieren que su Padre celestial les conteste sus oraciones, pero no desean una relación con él. Ellos no buscan su rostro, ansían su cercanía, ni añoran su comunión. Como Caín, ellos simplemente no tienen deseos de quedarse en su presencia.

Por contraste, el siervo intimo y fiel busca el toque de Dios en su vida. Como Abel, no se conformara con menos. Este siervo se dice a sí mismo, “He determinado darle al Señor todo el tiempo que él requiera de mí en compañerismo. Ansió escuchar su voz suave y queda hablándome. Así que me voy a quedar en su presencia hasta que él me diga que esta satisfecho.”

2. Enoc también disfruto de un compañerismo cercano con el Señor. En efecto, su comunión con Dios fue tan intima, que el Señor le trasladó a la gloria con el mucho antes que su vida hubiera terminado en la tierra. “Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios.” (Hebreos 11:5).

¿Por que el Señor escogió trasladar a Enoc? Las palabras de apertura de este verso nos dicen claramente porque: fue a causa de su fe. Además, la frase de cierre nos dice que la fe de Enoc agradó a Dios. La palabra raíz griega para agradar aquí significa plenamente unidos, completamente de agradable, en unidad total. En resumen, Enoc tuvo la comunión más cercana posible con el Señor que cualquier ser humano pudo disfrutar. Y este compañerismo íntimo era agradable a Dios.

La Biblia nos dice que Enoc comenzó a caminar con el Señor después que engendro a su hijo, Matusalén. Enoc tenía sesenta y cinco años en ese tiempo. El entonces pasó los próximos 300 anos compartiendo con Dios íntimamente. Hebreos aclara que Enoc estaba tan en contacto con el Padre, tan cerca de él durante horas de comunión, que Dios decidió llevarlo a casa con él. El Señor le dijo a Enoc, en esencia, “No puedo mas contigo en la carne. Para aumentar mi intimidad contigo, tengo que traerte a mi lado.” Así que Dios se lo llevo volando a la gloria.

Según las Escrituras, fue la intimidad de Enoc que tanto agrado a Dios. A nuestro conocimiento, este hombre nunca obró un milagro, nunca desarrollo una teología profunda, y nunca hizo grandes obras dignas de ser mencionadas en las Escrituras. En su lugar, leemos esta simple descripción de la vida de este fiel hombre: “Enoc caminó con Dios.”
Enoc tuvo comunión intima con el Padre. Y su vida es aun otro testimonio de lo que significa caminar verdaderamente en fe.

3. Nuestro próximo ejemplo de un caminar de fe cercano con Dios es Noé. Hebreos nos dice, “Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe.” (Hebreos 11:7).

Mientras leemos la historia de este hombre en Génesis, descubrimos que “Más Noé halló gracia ante los ojos del Señor.” (Gen. 6:8). El próximo verso nos dice como él encontró gracia: “…Noé andaba con Dios” (6:9). Claramente, Noe conocía la voz de Dios. Cada vez que el Señor le hablaba, él obedecía. Una y otra vez leemos, “Entonces Dios dijo a Noé…” y “…Noé hizo conforme a todo lo que el Señor le había mandado.” (Ver 6:13, 22; 7:1, 5; 8:15, 18).

Trata de imaginarte el tiempo que Noé habrá pasado a solas con Dios. Después de todo, él tenía que recibir instrucciones detalladas del Señor acerca de cómo construir el arca. Sin embargo, la intimidad de Noé con Dios fue mas allá de la dirección que recibió. Las Escrituras dicen que el Señor compartió su corazón con Noé, mostrándole la maldad en los corazones humanos. Y él le reveló sus planes a Noé para el futuro de la humanidad.

4. Abrahán también compartió un compañerismo íntimo con el Señor. Considera la forma en que Dios mismo describió su relación con este hombre: “…Abrahán, mi amigo” (Is. 41:8). De igual manera, el Nuevo Testamento nos dice, “Creyó Abraham a Dios…” “…y fue llamado amigo de Dios.” (Stgo. 2:23).

Que increíble elogio, ser llamado el amigo de Dios. Muchos cristianos han cantado el himno muy conocido, “Que amigo tengo en Jesús.” Estos pasajes bíblicos hacen llegar esa verdad con poder. Tener al Creador del universo llamar a un hombre su amigo parece algo que va mas allá de la comprensión humana. Sin embargo, esto sucedió con Abrahán. Es una señal de la gran intimidad de este hombre con Dios.


La palabra hebrea que Isaías usa para amigo aquí significa afecto y cercanía. Y en griego, las palabras de Santiago para amigo significan un asociado querido y cercano. Ambas insinúan una intimidad profunda y compartida.

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