Nosotros sabemos a través de toda la Biblia, que el número siete es igualado con el propósito eterno de Dios. Por lo tanto, yo creo que el número 7,000 que Dios citó a Elías simplemente denotaba a cada uno de los que componían su remanente. El pueblo que él aparta para sí mismo podía ser el número 70 ó 7 millones. Lo que importa es que ellos estén totalmente entregados a él.
Por lo tanto, ¿cuales son las características de este remanente? He aquí tres señales que los definen:
- Un compromiso inmutable de aferrarse al Señor. Cada creyente de remanente ha hecho una decisión eligiendo nadar en contra de la corriente de maldad. Los 7,000 en los días de Elías permanecieron en la verdad a pesar de la gran caída de Israel. Su sociedad había enloquecido con la sensualidad. Incluso los miembros de su familia y amigos se habían movido hacia la idolatría. Pese a las seducciones poderosas del siglo, estos 7,000 fueron capaces de permanecer de pié contra la marea. Ellos soportaron vergüenzas, privaciones y persecuciones, sin Biblias, sin predicas o compañerismo con los de afuera.
- Predisposición para identificarse con los pobres. En tanto que la tendencia de la sociedad es asociarse con los ricos y exitosos, usted se alinea con la clase sufrida. Como Abdías, usted puede tener una medida de éxito o estatura. Aún cuando aquel hombre santo era un gobernador en la casa de Jezabel, él determinó temer a Dios solamente. Y él demostró que su corazón estaba con los pobres al cuidar de aquellos 100 harapientos y sufridos profetas. Agradezco a Dios por cada creyente que es exitoso.
- Seguridad en la esperanza. Los 7,000 en los tiempos de Elías soportaron debido a su esperanza en un venidero día de rescate. Igualmente hoy, la esperanza bendita de la iglesia es el pronto regreso de Jesús. Con un toque de trompeta, toda la maldad terminará. Nuestro Señor terminará con todas las matanzas de bebés, todas las escandalosas perversiones.
Ciertamente, mientras más vil su sociedad, más rectos se hacían ellos. Elías sabía que las multitudes estaban con la mente entre dos pensamientos, deseando tanto una medida de Dios así como del mundo. Y él los confrontó, diciéndoles, “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él” (1 Reyes 18:21). ¿Ya ha hecho usted su decisión por Jesús? Quizás teme separarse de su viejo grupo. Quiere a Cristo, pero también quiere una parte de su vieja vida. Yo le digo, esto no funcionará. Solo logrará hacerle volver a sus viejos caminos. No puede testificarle a los pecadores si está bebiendo con ellos o riéndose de sus chistes sucios.
Pablo advierte, “Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo” (2 Cor. 6:17). En algún momento, tiene que hacer un compromiso, declarando, “No me interesa lo que otros dicen o hacen. Yo soy del Señor. Y no me rendiré al espíritu maligno de este siglo.”
Nuestro ministerio es bendecido por ofrendas generosas de algunos creyentes muy exitosos quienes aman identificarse con las necesidades de los pobres. Aún así mi pregunta a usted es: ¿Se puede identificar en el siguiente versículo? “Dios ha escogido lo necio de este mundo para confundir a los sabios; y… lo débil de este mundo para avergonzar lo fuerte; y lo vil de este mundo, y las cosas menospreciadas, ha escogido Dios… para que ninguna carne se gloríe en su presencia” (1 Corintios 1:27-29).
Simplemente no hay muchas personas adineradas en la iglesia de Jesucristo. Jesús mismo dijo, “¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de los cielos los que tienen riquezas!” (Lucas 18:24). ¿Por qué es esto así? Esto es porque muy pocas personas ricas desean identificarse con los menospreciados de este mundo, a quienes Dios ha llamado y elegido. Pienso en varios visitantes prósperos que han disfrutado de nuestro culto en la Iglesia Tiempo de Cosecha pero no querían que sus amigos se enteraran que ellos asisten aquí. Nuestros cultos incluyen demasiados a personas de escasos recuersos y demasiadas cosas inesperadas suceden.
Tarde o temprano, aquellas personas escogieron asistir a iglesias más socialmente aceptadas.
Por supuesto, que debemos evangelizar, ministrar y trabajar en tanto dure el día. Pero mientras tanto, debemos vivir con la esperanza que el Rey Jesús vendrá. Y él traerá un nuevo mundo consigo, donde él gobernará desde su trono eterno. ¿Estas tres señales le caracterizan a usted como parte del remanente de Dios? Si es así, Dios se gloria en usted: “¡Este ha entregado su corazón para mí! Él ha puesto sus ojos en mí. ¡Y es totalmente mío!”
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