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miércoles, 19 de marzo de 2014

LOS TEMPLOS DE BAAL REPLETOS


Los israelitas se congregaban a tropel en la iglesia del éxito y la prosperidad de Baal. Y pronto esta iglesia deslizada estaba plagada con una corrupción inexpresable. Aquí es cuando el Señor habló a Elías de los 7,000 que no se habían arrodillado: “Yo me he reservado para mí 7,000 santos rectos. Ellos han resistido todas la codicia por fama y éxito. Y ellos son enteramente míos.”

Nosotros deberíamos estar agradecidos a Dios por tantos grandes héroes de la fe: profetas celosos como Elías, guerreros firmes de oración tales como Daniel, oficiales usados poderosamente como Abdías, hombres y mujeres que hacían hazañas poderosas tales como David y Débora. Yo creo que es necesario para nosotros estudiar sus ejemplos para percibir los secretos de una vida santa.

Sin embargo, ¿cuántos de nosotros buscamos imitar a aquellos 7,000 anónimos y desconocidos siervos que rehusaron arrodillarse ante Baal? Tales hombres y mujeres de fe escondidos son raros y pocos. De hecho, yo creo que el remanente que Dios ha reservado para sí mismo no es tan grande como podríamos pensar. La Biblia aclara que en cada generación perversa, solamente un pequeño remanente permaneció firme. Además, en los días de caos que vienen, la iglesia confrontará una gran caída de creyentes.

Pablo escribe, “Aún así entonces en el presente tiempo también existe un remanente según la elección de la gracia” (Romanos 11:5). Y Jesús advierte, “Entrad por la puerta estrecha: porque ancha es la puerta, y espacioso el camino, que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella: porque estrecha es la puerta, y angosto es el camino, que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13-14).

Como puede ver, no fueron tan solo las oraciones de Elías que bajaron fuego del cielo. Fue el clamor de 7,000 hombres y mujeres amantes de Dios. Estas personas estuvieron encerradas en reuniones subterráneas, orando en los campos, algunos sirviendo solitarios en la casa de Acab, desconocidos para todos menos para el Señor. Aún así, ellos fueron fieles en su llamamiento para interceder, y Dios los escuchó.

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