Amados, el Señor no nos salvó simplemente para que nos calentemos infinitamente en sus bondades, misericordias y gloria. Él tuvo un propósito eterno al escoger a cada uno de nosotros. Y ese propósito va más allá de bendiciones, compañerismo y revelación. El hecho es que el aún quiere alcanzar a la humanidad perdida. Y él está buscando un pueblo creyente y confiado, que él pueda formar en un gran instrumento evangelístico.
Nuestro Señor no usa ángeles como testigos de su gloria. Él usa a su pueblo. Y él desea entrenarnos como una especial y “peculiar” generación. “…vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”(1 Pedro 2:9). Él está buscando probar su palabra en nuestras vidas, para que el mundo crea cuando la proclamamos. Él desea presentar a las naciones incrédulas un pueblo fiel que ha sido conmovido por tiempos duros, quebrantado por pruebas profundas, y aún así continua confiando en él.
Vemos a Dios buscando un pueblo así en el tiempo de Gedeón. Cuando Gedeón extendió un llamado por voluntarios para enfrentar a los Medianitas, miles de Israelitas respondieron. Pero el Señor dijo a Gedeón, “Hay mucha gente contigo para que yo entregue a los Madianitas en tus manos… haz pregonar esto a oídos del pueblo: Quien se estremezca, que madrugue y regrese a su casa…”(Jueces 7:2-3).
Dios estaba diciendo a Gedeón, “Si alguien aquí tiene miedo, dile que se vaya a su casa de inmediato. No permitiré que mi pueblo sea infectado con temor.” Dios estaba devolviendo voluntarios de su ejército. Al punto que algunos 22,000 dudosos fueron enviados a su hogar. Gedeón eventualmente redujo el número de voluntarios a 10,000 pero Dios le dijo que todavía demasiados. El Señor finalmente se quedó con 300 soldados probados para la batalla.
Esto tiene que decirnos algo. Del mismo modo que el Señor busca mensajeros del evangelio para enviarlos al mundo, el no va a reclutar iglesias cuyas bancas están llenas de gente temerosa, dudosas y sin probar. El no buscará poderosas y eficientes organizaciones religiosas o seminaristas altamente calificados. Dios usa organizaciones y los de la más alta preparación, pero, en si mismas, ningunas de éstas tiene los recursos necesarios para ser los mensajeros tratados y probados de Dios.
Entonces, ¿qué es necesario para alcanzar un mundo herido y perdido? Un pequeño ejército de soldados que ha sido probado en la escuela de las penalidades y pruebas. Dios está buscando a aquellos que están dispuestos a ser probados. Así que él enlista a quienes están dispuestos a ser probados a fuego, aquellos cuya fe ha sido refinada como el oro más puro.
A través de mis años en el ministerio, me he dado cuenta de un patrón en la vida de la mayoría de los cristianos. Casi inmediatamente después que Dios nos salva, él nos lleva al desierto de la prueba. Esto fue cierto aún en la vida de Jesús. Después que nuestro Señor salió de las aguas bautismales, fue dirigido por el Espíritu al desierto, donde él fue extremadamente probado. (Ver Lucas 4:1-2). La misma cosa ocurrió con los Israelitas. No mucho tiempo después que Dios los liberó de Egipto, fueron dirigidos al borde de una crisis en el desierto.
¿Por qué esto es así? Es porque Dios está buscando un pueblo que confíe en él ante todo el mundo en situaciones imposibles. Y puedes estar seguro que el mundo está observando como sus siervos soportan tribulaciones y pruebas mientras se aferran a su fe.
Vemos esta clase de confianza demostrada por Daniel. Los celosos co-gobernadores de Daniel, prepararon un complot en su contra, convenciendo al Rey Darío que prohibiera la oración por 30 días. Tal como lo esperaban sus compañeros, Daniel desobedeció la prohibición del rey y siguió orando tres veces al día. Aunque el Rey Darío respetaba a Daniel, se vio forzado por su propio decreto de lanzarlo a la guarida de los leones.
Daniel estaba bien enterado que la pena por desobedecer la prohibición del rey era la muerte. A pesar de eso, nunca dejó de orar debido a que confió en Dios. Él sabía que el Señor lo veía a través de esta circunstancia.
A través de esta prueba tan rigurosa, el Rey Darío observó ansiosamente a Daniel. Hizo todo lo posible por salvar a Daniel, pero simplemente no pudo. Finalmente, justo antes de que Daniel fuera lanzado a los leones, el rey le aseguró, “El Dios tuyo, a quien tu continuamente sirves, él te libre”(Dan. 6:16). Pero, esa noche, el rey no pudo dormir. Las Escrituras dicen que él “se fue a su palacio, y se acostó en ayunas”(v.18).
Si le dices al mundo que Jesús es tu Señor - tu salvador y sanador, un Dios que puede hacer lo imposible - ellos observarán como reaccionas en situaciones imposibles. Sus ojos están pegados sobre cualquiera que se jacta de las bondades, el poder y la gloria de Dios. Y el diablo mira también, esperando la falla de nuestra fe.
El Salmista escribe, “¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres!”(Salmo 31:19) ¿Qué es esta “grande bondad” que Dios mantiene sobre aquellos que confían en él a través de tiempos difíciles? Es un impenetrable y glorioso testimonio para el mundo que tu fe puede sobrevivir en cualquier situación.
¿Cómo respondió Dios a la fe de Daniel? Cerró la boca de los hambrientos leones. A la mañana siguiente el Rey Darío despertó temprano, ansioso por ver si Dios había contestado las oraciones de Daniel. Rápidamente corrió a la guarida de los leones y “llamó a gritos a Daniel con voz triste… Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de la boca de los leones?”(Daniel 6:20).
Esta es todavía la pregunta del momento. Como Darío, el mundo ansia ver un testimonio del poder protector de Dios. Y continuará preguntándonos hasta que Jesús venga, “Oh, Cristiano, te veo sirviendo a Dios fielmente. Ayunas, oras y que testificas de su gloria y poder. Sin embargo, estás en la prueba de tu vida. Dime, ¿te ha sostenido Dios a través de esta circunstancia? ¿Cuál es tu testimonio ahora que estás en la guarida de los leones?
Puedes imaginarte el gozo de Darío cuando oyó la voz de Daniel, respondiendo: “¡Rey, vive para siempre! Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones para que no me hicieran daño.”(Daniel 6:21,22). Daniel estaba vivo y muy bien. Sin embargo, no creo que este buen siervo haya dormido tranquilamente aquella noche. Daniel no era un súper humano, ni más que ninguno de nosotros hoy. Y nuestro Dios no espera que actuemos fuera de lo natural cuando enfrentamos esta clase de crisis. Nuestros sentimientos de vacilación durante tales momentos son normales.
En mi opinión, Daniel veló y oró toda la noche. Cada vez que un león bostezó, mostrando sus dientes, Daniel debió clamar silenciosamente, “Aún confío, Señor, y creo que tú cerrarás la boca de este animal.” Se afirmó en su fe. Y las Escrituras nos dicen: “…ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios.” (Daniel 6:23).
Un hombre confió en Dios ante los ojos de los hombres. Y un reino completo fue impactado. La Biblia declara: “El rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra:…De parte mía es promulgada esta ordenanza: Que en todo el dominio de mi reino, todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel. Porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, su reino no será jamás destruido y su dominio perdurará hasta el fin. El salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; él ha librado a Daniel del poder de los leones.”(Daniel 6:25-27).
¿Entiende lo que estaba diciendo Darío aquí? Él estaba engrandeciendo a Dios, no precisamente por sus maravillas naturales, sino porque él había librado a Daniel de la muerte. Este rey pagano había visto a un creyente que verdaderamente creyó lo que predicó. Y, a su vez, él declaró, “Yo vi a un hombre que mantuvo un testimonio de su Dios. Nunca dudó. Y el Señor lo libró del poder del infierno.”
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