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lunes, 3 de febrero de 2014

FORTALEZA DEL ESPÍRITU



El Espíritu Santo nos da fortaleza cuando depositamos
todas nuestras necesidades en las manos de
Dios y confiamos en su poder.

Rut es un ejemplo de este tipo de confianza. Después de la muerte de su esposo, Rut vivió con su suegra, Noemí, quien ya era anciana. Noemí estaba preocupada por el bienestar de Rut y quería asegurar el futuro de su nuera. Así que le aconsejó a Rut que se acostara a los pies del rico Booz y que le pidiera a él que cumpliera su obligación al ser pariente cercano de ella.

Esa noche, después que la siega había terminado, Booz "se retiró a dormir a un lado del montón." (Rut 3:7) y haló la cobija sobre él. Al despertar la mañana siguiente se encontró una mujer a sus pies. (No había nada inmoral con el hecho de que Rut estuviera allí; ésta era la costumbre de esos días.)

Rut le dijo: "Extiende el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano." (3:9). En esencia le estaba diciendo: "¿Tomarás la responsabilidad de pariente cercano por mí? ¿Proveerás para mí?". En resumen, le estaba diciendo: "¿Te vas a casar conmigo?"

Ahora, esto no fue un esquema de manipulación. Rut y Noemí lo habían hecho todo de acuerdo al orden divino. Podemos estar seguros de esto porque Jesús salió del linaje de Rut. Cuando Rut volvió a su casa esa mañana, Noemí le preguntó: "¿Qué hay, hija mía?" (3:16). En otras palabras, le estaba preguntando: "¿Te debo llamar Rut, la comprometida? ¿O eres todavía Rut, la viuda?"

Rut le contó a Noemí todo lo que había ocurrido. Ahora escucha el consejo de esta suegra devota: "Espérate, hija mía, hasta que sepas cómo se resuelve el asunto; porque aquel hombre no descansará hasta que concluya el asunto hoy." (3:18). Noemí había orado sobre este asunto, buscando la dirección de Dios. Y Dios le había dado consejo. Le recordó la ley de la redención del pariente cercano (que fue un tipo y sombra de Cristo).

Así que Noemí estaba segura que ella y Rut habían hecho su parte. Ahora era tiempo de quedarse quietas y confiar que Dios iba a cumplir lo que había prometido. Ella estaba diciendo: "Ahora todo está en las manos del Señor, Rut. Relájate y ten calma. Dios se moverá sobrenaturalmente por ti, así que no tienes que preocuparte, temer o manipular las cosas. Permite que la quietud y la confianza sean tu fortaleza. Dios no permitirá que Booz descanse hasta que ponga una sortija en tu dedo."

Hubo calma y paz en casa de Noemí. Nadie estaba en frenesí, mordiéndose las uñas y cuestionándose: "¿Lo hará Dios? ¿Cuándo pasará?" Estas dos fieles mujeres se pudieron relajar, cantar y alabar al Señor por su bondad.


¿Qué en cuanto a tu hogar? ¿Hay calma y paz en tu casa? ¿O es un lugar de dudas, preguntas, ansiedad, inquietud? ¿Corres de aquí para allá, temiendo: " ¿Cómo voy a pagar las facturas?"? Cuándo vienen los problemas, ¿buscas al Señor diligentemente antes de recurrir a cualquier otra fuente? ¿Obedeces entonces todo lo que él te dice que hagas? Finalmente, ¿estás tranquilo, descansado, confiando los resultados en Dios? Si es así, tu hogar debe ser un lugar de calma y paz.

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