Isaías hizo una lista de las terribles consecuencias que tendría para Judá el haber rehusado confiar en Dios como su guardador: "Tu rebelión causará que cierres tus oídos a la palabra de Dios. Ya no oirás las advertencias de los profetas. En lugar de esto, clamarás por un evangelio 'suave', una predicación engañosa que justifique tu rebelión. Y como desprecias toda corrección, te apartarás del camino de santidad." (Vea Isaías 30:9-10).
Finalmente, Isaías declaró que Dios rompería todos sus muros de protección: "Por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina… cuya caída viene súbita y repentinamente. Y él lo romperá como se quiebra un vaso de alfarero, que sin misericordia lo hacen pedazos." (Isaías 30:13-14). Dios estaba diciendo: " Voy a hacer pedazos todas las cosas falsas en las que has confiado. Tus planes se van a derrumbar."
Pero entonces Isaías reveló el corazón de Dios lleno de compasión hacia su pueblo. Él urgió a Judá: "No tienes que vivir más en confusión. Y no tienes que pasar por este quebrantamiento súbito y repentino. Dios ha provisto una salida para nosotros." "Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y confianza será vuestra fortaleza." (30:15).
Aquí está el secreto de Dios para la fortaleza espiritual: "En quietud y confianza será vuestra fortaleza." La palabra para quietud en hebreo significa reposo. Y reposo significa calma, relajado, libre de toda ansiedad, estar tranquilo, acostarse sobre algo que le apoye.
En estos días, no muchos cristianos tienen este tipo de quietud y confianza. Multitudes de creyentes están involucrados en el frenesí de actividad, precipitándose como locos para obtener riquezas, posesiones, placeres. Aún en el ministerio, siervos de Dios corren preocupándose, temiendo, buscando respuestas en las conferencias, seminarios y en los libros de mayor venta. Todos quieren dirección, soluciones, algo que calme sus espíritus. Sin embargo, lo buscan en todos sitios menos en el Señor. No se dan cuenta que Dios ya les ha dado una palabra en Isaías: si no se vuelven al Señor como su fuente, sus luchas terminarán en confusión y sufrimiento.
Isaías describe lo que se supone que logre en nosotros la justicia de Dios: "Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre." (32:17). Si de verdad caminamos en justicia, nuestras vidas darán como fruto un espíritu calmado, quietud de corazón y paz con Dios.
Pedro habla del "ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios." (1 Pedro 3:4). Ese espíritu no tiene nada que ver con el temperamento o la personalidad. Después de todo, algunas personas son naturalmente más susceptibles a ser calmadas y tímidas, mientras que otras son simplemente morbosas. No, el espíritu manso, quieto al que se refiere Pedro tan sólo puede implantarlo en nosotros el Espíritu Santo. Y él lo da a cada uno que confía completamente en el Señor en todas las cosas.
Sin embargo, cuando Isaías miró a su alrededor, él vio que el pueblo de Dios estaba huyendo a Egipto buscando ayuda, confiando en el hombre, confiando en caballo y carros. El profeta advirtió: "Y los egipcios hombres son, y no Dios; y sus caballos carne, y no espíritu; de manera que al extender Jehová su mano, caerá el ayudador y caerá el ayudado, y todos ellos desfallecerán a una." (Isaías 31:3).
Los embajadores iban y venían. Los líderes estaban teniendo reuniones estratégicas de emergencia. Todos estaban en pánico, lamentándose: "¿Qué podemos hacer? Los asirios nos van a hacer desaparecer."
Pero Isaías le aseguró: "No tiene que ser de esta manera. Vuelvan. Arrepiéntanse de su rebelión de confiar en otros. Vuélvanse al Señor y él les cubrirá con un manto de paz. Les dará quietud y descanso en medio de todo lo que están enfrentando."
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