Sabemos que este viaje no es por causa de Eliseo solamente,
sino para instruir a cada nueva generación.
Elías y Eliseo procedieron a Jericó, que significa "un lugar llamado grato." Sin embargo, esta ciudad ahora fue árida, seca, completamente sin vida. No había arboles, pastos, ni frutas. Todo se había marchitado, porque una corriente de veneno se había infiltrado en el suministro de agua de Jericó.
La ciudad representa una cristiandad muerta, seca - una iglesia que Jesús describe en Apocalipsis de esta manera: "…que tienes nombre de que vives, y estás muerto" (Apocalipsis 3:1).
Elías había establecido una escuela de profetas en Jericó, y aparentemente él y Eliseo visitaron la escuela. Algunos de los advenedizos profetas se acercaron a Eliseo preguntando, "…¿sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti?" (2° Reyes 2:5). Eliseo rápidamente los cortó, diciendoles, "Callad."
Ahora, estos fuertes jóvenes hombres de Dios eran estudiantes de las escrituras. Ellos hasta tenían algo de visión profética, porque ellos sabían que Elías iba a ser levantado este día. Ésta era la generación de ministros que serían enviados por toda Judea y Israel para ministrar a la sociedad - edificando escuelas, alimentando a los pobres, predicando la palabra.
Pero algo se echa claramente de menos en ellos: el poder, la unción y la autoridad del Espíritu Santo. El próximo día, estos mismos ministros rogarían Eliseo de dejarlos ir a buscar por el cuerpo de Elías, en caso de que el Espíritu Santo lo hubiese dejado caer en alguna montaña o algún valle. Ellos estaban totalmente ignorantes de los caminos y maneras del trabajar del Espíritu Santo. Ellos podían testificar, predicar, hablar de milagros - pero ellos no habían experimentado el poder de Dios por sí mismos.
Elías probablemente escuchó por casualidad la conversación de ellos con Eliseo. Y el seguro se pregunta si su siervo discernió donde estos ministros carnales estaban parados. Así que, una vez más, el viejo profeta probó su joven protegido. Parece que sugiere, "Eliseo, tu estas viendo la próxima generación de ministros. Pero tu puedes obviamente ver la falta de la obra del Espíritu en ellos. ¿Por qué no te afirmas aquí y enseñas a estos ministros los caminos del Espíritu? Tú eres justamente el hombre para despertar esta muerta, seca e intelectual iglesia."
Pero Eliseo sabía qué sucedería si él pastoreara estos ministros. Ellos permanecieran encantados del poderoso ministerio de Elías - y constantemente lo atacarían con preguntas sobre el ministerio de Elías: "¿Cuántas horas al día oró tu maestro? ¿Cuánto tiempo él pasó leyendo los libros de la Ley? ¿Cuáles métodos usó? ¿Cuales doctrinas predicó?"
Eliseo terminaría pasando todo su tiempo recontando avivamientos y milagros del pasado. Y estos jóvenes ministros gastarían todas sus energías tratando de ser pequeños Elías, esperando de recrear sus milagros - pero sin el poder y la autoridad del Espíritu Santo.
La iglesia de hoy ha caído en el mismo lazo. Estudiamos movimientos y avivamientos pasados, buscando por claves, tratando de descubrir métodos para bajar fuego del cielo. Desde que yo puedo recordar, la iglesia ha clamado por un avivamiento del Espíritu Santo como en los viejos tiempos. Sin embargo, todo esto radica de un deseo, de ver a Dios recrear algo que hizo en el pasado.
Eliseo respondió ahora a su mentor, "No me detendré aquí. No te dejaré" (vea versículos 2, 4, 6). Él sabía que no podría impactar a alguien en esta iglesia muerta y seca, hasta que él hubiese recibido su propio toque de Dios. Él no podría contar con las grandes obras de Elías. Y él no iba a afirmarse por algo menos, que más del Espíritu que su mentor tenía.
Él estaba diciendo a Elías, "Respeto la fe de mis antepasados, los gigantes espirituales del pasado. Pero yo sé que el Señor quiere hacer una cosa nueva. Y yo tengo que tener un toque más grande de él, que cualquier cosa antes vista."
Yo quiero volver ahora a la escena del río Jordán. ¿Por qué Elías se empeñó en pasarlo milagrosamente? El Jordán no fue un río profundo y ancho, y la escritura no da evidencia de que el río estaba crecido. Además, allí estaban cincuenta fuertes, jóvenes profetas al otro lado que, en cuestión de pocas horas, podrían haber construido una balsa para ellos.
Creo que Elías buscaba enseñar a su sucesor, que las veces que se cruzó en el pasado - desde Moisés, a Josué, hasta éste día - fueron todas historias antiguas. Él quería retar a Eliseo, como si dijera: "Cuando empiezas tu propio ministerio, y predicas que Dios es un Dios de milagros, tienes que testificar de lo que él ha hecho para ti personalmente. Pronto me habré ido, Eliseo. Y mañana, cuando regreses a este río, quiero que lo vuelvas a cruzar de la manera que viniste. Confía en Dios, por lo milagroso en tu propia vida."
La mayoría de nosotros no tiene fe de creer en Dios para nuestros propios milagros de hoy. Pasamos nuestro tiempo metido sobre los increíbles milagros en las escrituras - pero en todo esto Dios quiere decirnos, "Tengo algo aun mejor para ti. Quiero hacer milagros en tu vida - cambiar tu hogar, sanar tu matrimonio, salvar tus amados aun no salvados. Enfrentarás tu propio mar rojo, tu propio río Jordán - y yo quiero partir estas aguas para ti."
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