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lunes, 19 de noviembre de 2012

TERMINANDO EN EL LUGAR DE LA PRUEBA




Como Israel, muchos creyentes hoy
terminan en un lugar de gran prueba.
y Prueba

Hoy, el Señor a menudo nos trae a un lugar como Mara donde las aguas de la vida son amargas. Y, una vez allí, enfrentamos una sed insatisfecha, preguntas regañonas y graves dudas.

Usted puede protestar, "¡No -- no puede compararme a esos idólatras, israelitas fornicarios! El mismo Moisés dijo que eran duros de corazón -- un pueblo duro de cerviz que recaía. ¡No soy así en absoluto! Quiero al Señor. ¡No puede decir que soy como ellos!

Pero los pobres israelitas no reconocieron estas cosas sobre ellos mismos. No comprendieron lo que estaba en sus corazones, hasta que su tiempo de prueba llegó. Y creo que lo mismo es cierto del pueblo de Dios hoy. El profeta Jeremías escribe, "El corazón es engañoso sobre todas las cosas, y perverso: ¿quién lo conocerá?" (Jeremías 17:9).

Tiene que recordar -- éstas son las mismas personas que después temblarían ante el Señor en el Monte Sinaí después de oír sus mandamientos. Contestarían rápidamente, "Todo lo que Dios ha dicho, haremos. ¡Obedeceremos cada orden!"

Y los israelitas eran sinceros en lo que dijeron. Estaban llenos del temor de Dios, y estaban convencidos que honrarían su palabra. Pero no tenían ninguna idea de lo que estaba en sus corazones. En verdad, ¡ellos estaban espiritualmente en quiebra!

Vea, Israel estaba viviendo de la experiencia de su pastor y maestro, Moisés. No tenían su propia fe. ¡Y cuando Dios quitó a Moisés de en medio, recayeron dentro de cuarenta días!

Lo mismo sucede con muchos cristianos hoy. Cuando oyen la palabra de Dios predicada, con entusiasmo prometen obedecerla con todo su corazón. Pero en realidad, están viviendo de la experiencia de alguien. Se alimentan de las cintas de enseñanza, seminarios, revelaciones de sus pastores -- y no tienen su propia experiencia profunda con Cristo.

Amado, no puede recibir la verdadera revelación de Dios de alguien más. Un predicador puede avivarlo e inspirarlo, y puede aprender los mandatos bíblicos de memoria. Pero hasta que tenga su propia experiencia con Jesús y desarrolle una historia con él, no puede conocerle. ¡Su palabra tiene que obrar en su corazón, hasta que se vuelva una experiencia viva!

Los discípulos, tampoco tenían ninguna idea de lo que estaba en sus corazones -- pero Jesús sí. Y él los llevó a un lugar de prueba que los expondría todo. Él les dijo a los doce que entraran en un bote y cruzaran el mar, sabiendo muy bien que una tormenta pronto los envolvería a ellos.

Ahora, estos hombres pensaban que eran fieles seguidores del Maestro. Después de todo, habían visto miles de personas alimentadas con sólo un manojo de peces y unas cuantas rebanadas de pan. Así que, cuando subieron al bote, probablemente pensaron que nunca dudarían de Jesús.

Aún así, es una cosa ver el poder milagroso obrando en la vida de su pastor, y otra experimentarlo usted mismo. Ahora, cuando los vientos comenzaron a soplar y las olas subieron más altas, la prueba de los discípulos llegó. Pronto la barca se llenó de agua, y los hombres comenzaron a achicar tan rápido como pudieron. Sin embargo, en sólo minutos, supieron que su embarcación se iba a hundir.

Escuche lo que emergió del corazón de estos hombres en su tiempo de prueba: "Señor, ¿no tienes cuidado que vamos a morir? ¡Estamos descendiendo! Ayúdanos, Jesús. ¿Eres Dios o no? ¿No te preocupas por nosotros?"

¡Los propios discípulos de Jesús estaban tentándole! De hecho, hablaron casi las mismas palabras a Jesús que los israelitas habían hablado a Moisés: "... tentaron al Señor, diciendo, ¿El Señor está entre nosotros, o no?" (Éxodo 17:7).

Jesús sabía lo que estaba haciendo desde el principio. Podía ordenar a los vientos y a las olas cesar mucho tiempo antes que ellos lo pidieran. Tal poder estaba siempre presente en él. Pero en cambio, le permitió a sus discípulos ser probados -- ¡en una situación literal de vida o muerte!

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