"Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin" (Mateo 24:14).
Muchos en la iglesia actual intentan determinar la proximidad del regreso de Cristo leyendo las señales de los tiempos. Vemos tales señales en eventos particulares—por ejemplo, el regreso de los judíos a Israel. Mas aún una de las declaraciones más claras que Jesús hace acerca de su segunda venida se encuentra en el versículo de arriba: El fin vendrá sólo después que el evangelio ha sido predicado a todas las naciones–como testimonio.
La palabra que Jesús usa para “testigo” en este versículo es la misma palabra griega usada para “testimonio.” Significa, literalmente, “prueba del hecho.” Cristo está hablando aquí no sólo de predicar el evangelio, sino de presentarlo como un testimonio. En resumen, él dice, el evangelio que predicamos sólo es eficaz si se apoya en una vida que testifica de su realidad.
Usted pensaría que en Estados Unidos, una nación llena de miles de iglesias evangélicas, habría un testimonio fuerte del evangelio. Sólo en una gran ciudad del sur, hay mas de 2,000 iglesias evangélicas, una con una membresía de más de 15,000 personas.
Pero muchas de tales iglesias han comprometido el verdadero evangelio de Cristo. El divorcio esta desenfrenado en sus congregaciones. Y muchos de sus jóvenes solteros llevan vidas permisivas, activas sexualmente. ¿Cómo puede ser esto, se pregunta? El hecho es, que aún con toda la predicación evangélica en muchas de estas mega-iglesias, hay muy poco testimonio del Señorío de Cristo en las vidas de las personas para respaldarlo. No son verdaderos testigos para la ciudad o la nación.
Claro, que hay excepciones. En la ciudad particular en la que estoy pensando, sé de un puñado de jóvenes ministros que han comenzado a pasar mucho tiempo sobre sus rostros ante el Señor. Ahora, cuando ellos pronuncian la palabra de Dios, hablan con poder y autoridad. El evangelio que predican esta respaldado por un testimonio de intimidad con Cristo y un caminar santo. Y están comenzando a ver la diferencia en las vidas de los congregantes.
También pienso en un pastor que una vez planeó construir un edificio nuevo. Su congregación estaba creciendo rápidamente, y él había comenzado a estudiar el movimiento de igle-crecimiento. Pero entonces su esposa fue movida a orar y buscar al Señor, y pronto el pastor estaba haciendo lo mismo. Rápidamente dejó sus sueños de grandes números y empezó a ser un testimonio de lo que predicaba.
Para un sermón reciente, el pastor preparó una pantalla grande en el frente de la iglesia. Dijo a su congregación, “el Espíritu de Dios ha estado hablándome acerca de los pecados de esta iglesia. “¡Y hoy vamos a verlos delante de nuestros propios ojos!”
Entonces el pastor transmitió pecado tras pecado en la pantalla—fornicación, adulterio, alcoholismo, abuso de drogas, pornografía. Entonces comenzó su sermón: “No vamos a comenzar a construir una iglesia grande ahora mismo. Tenemos que enderezar el tabernáculo viviente de Cristo antes que podamos hacer algo más. ¡Tenemos que vivir este evangelio primero!”
Hoy el Espíritu de Dios se está moviendo poderosamente en esa iglesia. ¡Las personas están acudiendo al Señor en masa, enderezando sus vidas—porque están oyendo un evangelio con un testimonio que le respalda!
Quedo asombrado y perplejo por la cantidad de ministros, jóvenes y viejos, quiénes recorren el mundo buscando estrategias para producir crecimiento en sus iglesias. Hoy, muchos predicadores asisten a seminarios, convenciones y “depósitos de ideas” dónde jóvenes ministros profesionales usan gráficas y encuestas para mostrarles cómo construir iglesias más grandes. Otros ministros acuden en masas a “campañas de avivamiento,” esperando aprender nuevos métodos de cómo hacer para que el Espíritu Santo caiga sobre sus congregaciones.
Ahora mismo, sociedades misioneras están enviando más obreros que nunca antes. Su clamor de concentración ha llegado a ser, “¡Tenemos que conseguir más mano de obra en el campo misionero! Se necesitan mas hombres y mujeres calificados para ganar las naciones para Cristo.”
Pero muchos de los misioneros que son enviados están regresando a casa dentro de unos pocos años. Han sido vencidos, desanimados, agitados por las fuerzas demoníacas en esas naciones extranjeras. ¿Por qué? ¡Sus vidas no encajaban con el evangelio que predicaban! Nunca desarrollaron un conocimiento de personal del señorío de Cristo o de la llenura del Espíritu Santo.
Amado, toma más que nuevas ideas o estrategias para tocar las naciones para Cristo. ¡Todos nuestros planes son en vano si Jesús no está entronizado en cada área de nuestras vidas!
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