La economía de las naciones tiembla y se derrumba, y el temor aumenta mundialmente. Y ahora, conforme este sacudir continúa, somos testigos de como se cumplen las palabras de Jesús:
"…y en la tierra angustia de las gentes…desfalleciendo los hombres por el temor, y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas." (Lucas 21:25-26). Cristo nos advierte, "¡Sin esperanza en mí, multitudes de gente morirán literalmente de miedo!"
Para los seguidores de Jesús, sin embargo, aquellos que confían en las promesas de Dios para preservar a sus hijos, hay una libertad gloriosa de todo temor. De hecho, todos los que están bajo el señorío de Cristo, nunca tienen porque temer otra vez, si ellos por lo menos sostienen el siguiente secreto: La Libertad verdadera del temor se compone de, renunciar totalmente a la vida de uno en las manos del Señor.
Renunciarnos en el cuidado de Dios es un acto de fe. Significa ponernos completamente bajo su poder, su sabiduría y misericordia, para ser dirigido y preservado solamente según su voluntad. Y, si hacemos así, el Dios del universo promete ser totalmente responsable de nosotros para alimentarnos, vestirnos y refugiarnos, y para guardar nuestros corazones de todo mal.
Jesús proporcionó el último ejemplo de esta clase de resignación santa, cuando él fue a la cruz. Antes que él entregara su espíritu, él clamó en voz alta, "…¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu…" (Lucas 23:46).
Cristo literalmente colocó tanto su vida como su futuro eterno en la custodia del Padre. Y, haciendolo así, él puso las almas de cada una de sus ovejas en las manos del Padre.
Puedes preguntarte, "¿Pero Jesús no dijo que él tenia el poder de dar su vida y tomarla otra vez? (Ver Juan 10:18). Como él tenia el poder de tomar su vida otra vez, ¿por qué la rindió en las manos de Dios para ser preservada?" La respuesta es obvia: ¡Jesús lo hizo para dar un ejemplo que todas sus ovejas pudieran seguir!
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