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domingo, 24 de junio de 2012

QUIENES SOMOS EN CRISTO




Aunque los días malos son inevitables, éstos deben ser menos y no tan perturbadores a
medida que crecemos en el conocimiento de quienes somos en Cristo 

A medida que continuamos en el caminar con el Señor, nuestros días malos deben ser menos intensos. Y debemos darnos cuenta en nuestros tiempos malos que tenemos todos los recursos necesarios para combatir con el enemigo. 


Creo que muchas veces nuestros días malos a menudo son para llevarnos a la madurez y sacarnos de la atadura de la niñez. Piénsalo. La mayoría de nuestros días malos son causados por nuestra reacción infantil hacia las situaciones de la vida. Y considera como los niños reaccionan a la vida: En un minuto están riendo, y al otro están gritando. Hacen pucheros. Son un puñado de temores. Son heridos con facilidad y lloran en demasía. Tienen una medida corta de atención y exigen recompensa al instante.

Pero a pesar de esto, los padres piadosos aman y alientan a sus hijos a través de todas las experiencias de la vida. Ninguna rabieta hace que un padre amoroso niegue o rechaze a su hijo.
De igual manera, como cristianos, algunas veces hacemos pucheros o tenemos rabietas carnales cuando enfrentamos tiempos difíciles. Exclamamos: “Esta bien, Dios, si esa es la manera que me vas a tratar - si tu vas a seguir permitiendo que me pasen cosas malas - entonces, ¿por qué tengo que seguir orando?

Mas sin embargo, nuestro Padre celestial sigue amándonos y confortándonos a pesar de nuestras rabietas, nuestras cargas, nuestros gritos y niñerías. Como ves, su gran deseo es que en medio de nuestras pruebas comencemos a echar mano del conocimiento de quienes somos y qué poseemos como sus hijos. Él sabe que cuando somos sacudidos por el viento y las olas de nuestras emociones, nos olvidamos que somos sus hijos y comenzamos a vivir por debajo de nuestros privilegios. Sin embargo, su Palabra nos dice que somos sus herederos y coherederos con nuestro hermano mayor, ¡Jesús!

“Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo;” (Ga. 4:1). Pablo esta haciendo referencia a la costumbre Romana de esos días. Un niño podía ser adoptado por un hombre rico y entonces ponerlo bajo un tutor hasta que cumpliera los ocho años. Entonces de los ocho años hasta los veinticinco estaría bajo la autoridad de un guardián. Durante estos años, el niño era heredero de la fortuna - pero no tiene control o poder sobre su vida.

Pablo dice que este niño es una ilustración de aquellos que están bajo la ley. La ley es el tutor que nos instruye en los mandamientos de Dios. Pero llega el tiempo en que la escuela termina y tenemos que ocupar nuestro lugar como herederos de las riquezas de Dios por medio de la gracia de Cristo. Mas sin embargo, muchos cristianos no pueden captar este conocimiento. Siguen viviendo de acuerdo a las buenas obras y el “haz esto y no hagas aquello,” sin comprender su posición como hijos de Dios. “…nosotros…cuando éramos niños, estábamos en esclavitud…” (verso 3). Aún están sirviendo a Dios como esclavos, atados por el temor, la culpa y la desesperación, ¡porque no entienden su adopción!

Pablo le dice a esos creyentes: “Aun son niños en sus pensamientos, luchando bajo la esclavitud de leyes que ustedes mismos establecieron. ¿No ves que ahora eres señor sobre todas las cosas, capaz de participar en todo lo que al Padre le pertenece? Él te adoptó, te amó, y te puso en la escuela para prepararte para algo. ¡Y la cruz fue tu día de graduación!

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