Aun el piadoso Pablo tuvo días malos
Pablo fue azotado con un día malo mientras viajaba por Macedonia.
“Cuando llegamos a Macedonia, nuestro cuerpo no tuvo ningún descanso,
sino que nos vimos acosados por todas partes; conflictos por fuera,
temores por dentro.” (2 Corintios 7:5). Este hombre piadoso confesó que
su hombre interior estaba plagado no solo por un temor, ¡sino qué por
muchos temores!
Ciertamente, Pablo no era un súper humano.
Él estaba sujeto a las mismas emociones humanas que nosotros enfrentamos. En una ocasión, todos los creyentes de Asia se habían vuelto en su contra - aquellos por los cuales él había dado su sangre. Él escribió: “…aunque amándoos más, sea amado menos” (2 Corintios 12:15). Sí, Pablo tuvo días terribles. Pero nunca cedió a las emociones y tentaciones que les acompañaban.
Él testificó en su peor momento: “lleno estoy de consolación; sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones.” (7:4). Entonces añadió: “…Dios…consuela a los humildes…” (verso 6).
¿Estás pasando por un mal día, una mala semana, un período de desaliento? ¿Estás decaído, desanimado, con pensamientos de abandonarlo todo? Si esto te describe, entonces, ¿cómo crees que Dios reacciona a tu prueba? ¿Acaso te reprende o te castiga? ¡No, nunca! Pablo declara: “El Señor nunca ha estado tan cerca de ti, y tan dispuesto a ayudarte como cuando estas decaído y herido.
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones…” (2 Co.1:3,4). La palabra griega para “consolación” aquí significa “llamamiento cercano.” ¡Qué cosa maravillosa! Cuándo experimentamos días malos, ¡nuestro Padre celestial se aprovecha de ellos para acercarnos más a el!
Él estaba sujeto a las mismas emociones humanas que nosotros enfrentamos. En una ocasión, todos los creyentes de Asia se habían vuelto en su contra - aquellos por los cuales él había dado su sangre. Él escribió: “…aunque amándoos más, sea amado menos” (2 Corintios 12:15). Sí, Pablo tuvo días terribles. Pero nunca cedió a las emociones y tentaciones que les acompañaban.
Él testificó en su peor momento: “lleno estoy de consolación; sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones.” (7:4). Entonces añadió: “…Dios…consuela a los humildes…” (verso 6).
¿Estás pasando por un mal día, una mala semana, un período de desaliento? ¿Estás decaído, desanimado, con pensamientos de abandonarlo todo? Si esto te describe, entonces, ¿cómo crees que Dios reacciona a tu prueba? ¿Acaso te reprende o te castiga? ¡No, nunca! Pablo declara: “El Señor nunca ha estado tan cerca de ti, y tan dispuesto a ayudarte como cuando estas decaído y herido.
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones…” (2 Co.1:3,4). La palabra griega para “consolación” aquí significa “llamamiento cercano.” ¡Qué cosa maravillosa! Cuándo experimentamos días malos, ¡nuestro Padre celestial se aprovecha de ellos para acercarnos más a el!
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