Oseas describe la terrible cosecha segada por aquellos que destronan
a Dios de su señorío y se vuelven al brazo de carne. Cuando Oseas
escribió su mensaje profético, se estaba dirigiendo a un pueblo al cual
Dios había llevado en sus brazos por años.
Dios había bendecido y prosperado a Israel, dándoles casas que no
habían construido y viñas que no habían plantado. El levantó hombres
consagrados como profetas, y les había dado dirección clara a su pueblo
a través de su palabra. Y el pueblo podía percibir la fidelidad de Dios
por años. Escucharon su consejo, y nunca se volvieron a la carne. Cuando
Dios les hablaba, ellos obedecían. Y fueron librados de enemigos
poderosos milagrosamente.
Pero ahora una apostasía se había adueñado de Israel y el Señor los
acusaba de una terrible maldad: "Llegaron hasta lo más bajo en su
corrupción," (Os. 9:9). "...todos sus príncipes son desleales." (verso 15b).
¿Cuál fue el horrible pecado que cometieron? No era borrachera,
perversión sexual, avaricia, adulterio o asesinato. No, Dios dijo que su
maldad estaba en haberse alejado de su consejo, ignorando su palabra y
obedeciendo al hombre en vez que a él: "...Dios los desechará, porque
ellos no le oyeron; y andarán errantes entre las naciones." (verso 17).
A los ojos de Dios, la maldad más grande que un creyente pueda cometer
es dejar de depender de él!
En realidad, el Señor le estaba diciendo a Israel, "Ya no pones tu
confianza en mi. No soy tu guía, tu fuente de sabiduría. Ahora te estás
volviendo a la sabidura del hombre. Estás corriendo hacia Egipto por
ayuda, estás volviendo al lugar de donde te saqué. Has rechazado mi palabra
y te has alejado de mi. Me has destronado!
Un gran hombre de Dios escribió: "El poder puro nunca está ansioso
por cooperación. Sólo la demanda." En otras palabras, Dios no nos dice,
"Haz tu parte, y yo haré la mía." Sólo manténme informado de vez en cuando
No! Dios es poder crudo y puro, y el demanda que lo sigamos, primordialmente,
en todo lo que hacemos. Y algo menos que esto difama su reinado sobre
nuestras vidas!
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