“Fueron
afligidos los insensatos a causa del camino de su rebelión y a causa
de sus maldades; su alma rechazó todo alimento y llegaron hasta las
puertas de la muerte.” (Salmo 107:17-18).
De
acuerdo con el diccionario, un insensato es quien carece de juicio y
sentido común, alguien que hace cosas tontas sin pensar en las
consecuencias.
Muchos
están sufriendo serias consecuencias por sus actos absolutamente
insensatos. Ellos hablan sobre el terror que sintieron cuando se sientieron abrumados por sus propios errores. Ellos sabían que algo no
estaba bien y de repente, una memoria cazadora vino a ellos, un
recuerdo de un acto insensato del pasado. Sucedió cuando ellos estaban viviendo en pecado, jugando a
lo tonto.
Cuantas veces no hemos sido atacados en tiempo de aflicción, hemos sido tentados muchas veces y en el peor caso hasta engañados por el pecado, que muy sutilmente viene a nosotros susurrando para que tropesemos. La rebelión sige al que tuerse su camino, muchas veces aunque solo de pensamientos podemos ser bombardeados. Hacemos cosas sin medir las consecuencias, a mi me ocurrio en medio de malas noticias, me sentía desmayar aunque no lo demostraba a nadie, ni familia ni iglesia.
Un deseo que no podía alcanzar, un sueño distante que me tenía apenado y en espera de ese milagro de Dios llamado "hijo", un abatiemiento por mi situación financiera, cargas por el pueblo de Dios, la preocupación de los que se descarrilan del Señor y la tristeza de una herida abierta del pasado por una carta de un padre que se olvido de su familia por casi 30 años. Nuestro error es cuando dejamos que las cargas esten sobre nosotros y es allí donde somos más frágiles a los ataques del enemigo.
“Fueron
afligidos los insensatos a causa del camino de su rebelión y a causa
de sus maldades” (versículo 17). La desesperanza de muchos de estos
cristianos es indescriptible. Ellos se sienten impotentes, al borde de
darse por vencidos. Un hombre dijo, “Yo siento que mi vida está
acabada. No hay nada que yo pueda hacer. Yo sólo espero la muerte.”
“....y
llegaron hasta las puertas de la muerte.” (versículo 18). Amado, usted
no tiene que vivir sin esperanza. ¡Dios le ha dado a usted su Palabra
de que Él no hace a un lado a insensatos!
“Pero
clamaron a Jehová en su angustia y los libró de sus aflicciones.
Envió su palabra y los sanó; los libró de su ruina.” (Salmo 107:19-20).
El
Señor conoce que hay cosas que nosotros no podemos cambiar, palabras
que hemos hablado que nosotros no podemos borrar. Sin embargo, Él no
nos está pidiendo hacer penitencias o promesas. Todo lo que Él pide es
que nosotros clamemos a Él en nuestra desesperación. Él quiere sanar,
prolongar vida y proveer gracia supernatural, por ello hermano y hermana no dejemos que la pena nos embargue por nuestros propios errores, sentarnos en nuestras casas mirando televisión llorando por nuestras debilidades.
El enemigo quiere reirse de nosotros, y siempre viene a nuestras vidas a decirnos que no llegaremos a alcanzar la vida eterna, no escuches sus mentiras. Levántate y proclama al Señor en tu angustia y el te librará de tus aflicciones, enviará su palabra para sanarte, ayunemos y oremos que la tormenta está sobre nosotros, no ignoremos las maquinaciones del enemigo y no tentemos al Señor.
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