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jueves, 8 de marzo de 2012

EL OIR Y RECHAZAR SU PALABRA


Según la Biblia, la dureza de corazón que
Dios más desprecia tiene que ver con
oír y rechazar su Palabra. 


“El hombre que, al ser reprendido, se vuelve terco, de repente y sin remedio será quebrantado.” (Proverbios 29:1).

La palabra hebrea para “reprendido” en este versículo se refiere a la enseñanza de corrección. Y la palabra para “sin remedio” aquí es “marpe” – la cual significa “sin cura,” “sin ninguna posibilidad de liberación.” Primeramente, este versículo nos dice que la dureza de corazón viene como resultado de rechazar repetidos avisos – de echar a un lado todo cortejo de la verdad. Y, segundo, nos dice que al pasar el tiempo tal dureza es imposible de curar. Así que, ¿quienes son las personas que más a menudo escuchan estos avisos? ¡Supuestamente, ellos son cristianos – aquellos que se sientan en la casa de Dios cada semana escuchando los sermones de reprensión!

La verdadera tragedia es que a pesar de escuchar mensajes ardientes enviados del cielo, muchos cristianos no practican lo que escuchan. Ellos se niegan a permitirle entrada a Dios en ciertas áreas de sus vidas. Y mientras ellos continúan escuchando sin obedecer, comienzan a endurecerse. ¡Al final, serán cortados sin la esperanza de ser curados!

En contraste, existen activistas homosexuales quienes han sido curados de la dureza de corazón. Al principio, maldecían a Cristo y sacudían el puño con ira en la cara de Dios. Pero cuando escucharon el evangelio y sintieron la reprensión pura y amante del Espíritu Santo, sus corazones se derritieron. Ellos se arrepintieron y se volvieron a Jesús, su dureza curada.

Ahora, puedes estar pensando, “Espera un minuto. ¿Estas diciendo que un homosexual radical endurecido por el pecado tiene la esperanza de ser curado de su dureza – pero que un cristiano endurecido no tiene tal esperanza? ¿Cómo puede ser esto?” La diferencia es, que el homosexual no ha escuchado mensaje tras mensaje de reprensión y continuamente se endurecía a ellos. ¡Pero el cristiano, sí!

La vida del hijo de Madalyn Murray O’Hair ilustra esto. Él fue criado, probablemente, en el hogar más ateo en América. Y más tarde trabajó para su madre, haciendo cruzadas contra Dios y la religión. Pero cuando escuchó el evangelio, fue gloriosamente salvo – y después fue ministro, predicando a Cristo en vez de maldecirlo. La dureza de esto hombre también tuvo cura – porque él no se sentó bajo sermones de reprensión y no los rechazó continuamente.

Lo mismo es cierto de muchas personas que vivieron por años bajo el régimen comunista. Cuando la Cortina de Hierro cayó, el evangelio inmediatamente inundó a esos países que una vez fueron comunistas y miles aceptaron a Jesús. Tropas del Ejército Rojo se convertían a diestra y siniestra y hasta generales se convirtieron en poderosos testigos por Cristo. En pocos días, oficiales de gobierno, maestros de escuelas, y hasta el KGB estaban pidiendo Biblias y predicando a Cristo a quienes estaban bajo su influencia.

Grandes ministerios como el de David Wilkerson, quien hizo cruzadas en Polonia antes que se derrumbara el comunismo en ese país. Fue una de las pocas veces que oficiales permitían que alguien entrara y tuviera reuniones religiosas. Cada noche mientras predicaba, literalmente cientos de jóvenes corrían al altar – llorando, con los corazones quebrantados, con hambre de Cristo. A todos les habían lavado el cerebro contra la religión. Pero su dureza tenia cura – porque ellos nunca se habían sentado bajo la continua reprensión ni se habían endurecido a la Palabra de Dios.

En mi experiencia, los corazones más duros – el tipo incurable – siempre ha sido encontrado al alcance de predicaciones ungidas por el Espíritu Santo. Tal dureza no existe en iglesias frías, muertas y formales donde el evangelio ha sido corrompido por generaciones. ¡No – siempre se encuentra donde una palabra pura es predicada desde el púlpito – y rechazada en las bancas!

Puedes preguntar, “Exactamente, ¿qué es un corazón endurecido?” Un corazón endurecido es uno que ha determinado en resistirse a obedecer la Palabra de Dios. Es imposible conmoverlo, esta inmune a las convicciones y advertencias del Espíritu Santo.

Por favor no me malinterprete: el endurecimiento del corazón no es tan solo un asunto de volverse contra Dios, rechazar a Cristo, o negarse a ir a la iglesia. El hecho es, que tu corazón se puede endurecer aun cuando estés en la iglesia cada vez que esta abre sus puertas. Puedes endurecerte mientras escuchas casetes de enseñanzas…cantando alabanzas a Dios…sirviendo como ujier, maestro o miembro del equipo de adoración. Ciertamente, puedes endurecerte tanto hacia la palabra de Dios mientras sirves, ¡que aun si Jesús mismo predica desde el púlpito, volverías oídos sordos hacia él!

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