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jueves, 29 de marzo de 2012

 
Cristo ascendió a la gloria no
  solo como nuestro rey conquistador
sino como nuestro sumo sacerdote
para hacer intercesión por nosotros!


Tal como el sumo sacerdote subió las escaleras que lo llevaban al lugar santo, en el día de la expiación, nuestro sumo sacerdote Jesús ascendió al tabernáculo celestial, "...más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir no de esta creación" (Hebreos 9:11). Juan también describe viendo a Jesús con su ropaje sacerdotal: "Y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro" (Apocalipsis 1:13).

Aún más, Jesús ascendió no meramente para gozar de la gloria de la que es digno - sino también para cumplir un trabajo a nuestro favor. El apóstol Pablo escribe: "...Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres" (Efesios 4:8). Pablo está remarcando aquí el Salmo 68. "Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad, tomando dones para los hombres ...Bendito el Señor, cada día nos colma de beneficios, el Dios de nuestra salvación" (V. 18,19). El Salmista está diciendo "Nuestro Salvador nos ha dado cada Don y beneficio que necesitamos para vivir en libertad"!

Y el escritor de Hebreos nos recuerda que el trabajo de Jesús en el cielo es para todos nosotros: "Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios" (Hebreos 9:24). "Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos (nosotros)" (7:25). Cristo hace todo esto por nosotros!

¿Qué exactamente significa esta frase: "El vive para hacer intercesión por nosotros"? Creo que Jesús intercede por nosotros de tres maneras:

- Alguno de nosotros se imagina a Jesús parándose ante el Padre cuando cometemos una falta, abogando para que nos muestre Su misericordia. NO! La intercesión de Cristo tiene que ver con las acusaciones de Satanás contra nosotros.

Mire, el demonio viene ante el trono de Dios, para acusarnos de cada falla y transgresión. El clama:

 "Yo deseo justicia! Y tu eres un Dios justo, tu condenarás y destruirás esta persona. Lo merece!"

 Precisamente ahí Jesús actúa - No tiene que persuadir de nada al padre. En cambio, simplemente declara la victoria de Su cruz. Se vuelve a satanás y le dice: "¿No has oído la aclamación, demonio? Tu sabes que no puedes clamar nada en contra este hijo mío. Mantén tus manos fuera de mi propiedad!"

-Segundo, la intercesión de Cristo a favor nuestro significa que El asegura que obtengamos y disfrutemos todos los beneficios provistos en el Jubileo. Así como los Levitas hicieron cumplir la ley que proveyó a cada hombre su bendición, Jesús hoy hace cumplir los privilegios del Jubileo a favor nuestro. El nos asegura lo que sabemos, que somos legalmente libres!

Satanás puede tratar de embaucar la victoria de la cruz diciéndonos: "Tu estás bajo mi sujeción, mi influencia, y tu lo sabes. Tu estás encadenado a tu concupiscencia, toda tu vida. Nunca lograrás la victoria sobre tus hábitos."

Pero en el momento que esto sucede, Jesús envía su "representante" - el Espritu Santo - y hace cumplir su decreto del Jubileo, diciendo: "Las trompetas han sonado, demonio. Este es el tiempo del Jubileo. Abandona tu reclamo sobre este hijo que es libre. Tu no tienes más derechos en él."

 Podemos estar todavía en luchas con el pecado, - pero hemos sido legalmente declarados libre de todas las cadenas. Y tenemos que clamar por nuestra libertad y nuestra completa heredad, no importa cuan condenados podamos sentirnos.

- Tercero, Jesús intercede en nuestros propios corazones, reconciliándonos con el padre. El constantemente contesta nuestras dudas y temores, recordándonos: 

1. Estamos perdonados. 
2. Debemos recordar la bondad y la misericordia de Dios hacia nosotros.
3. Podemos confiar en la fidelidad de Dios para proveernos con todo el poder y la fuerza que necesitamos.

Debido a la intercesión de Cristo, podemos ahora decir, "Puedo tener mis batallas con la carne - pero en mi corazón yo sé lo que Jesús hizo por mi. El pecado ya no puede dominarme más . He oído la aclamación!"

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