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sábado, 21 de enero de 2012

VUELVETE AHORA DE TUS IDOLOS

Foto: Evangelizando en Talara

En el desierto, los hijos de Israel
inquirieron del Señor, rogando por carne para comer.

 
De nuevo, los corazones de la gente estaban llenos de idolatría e incredulidad. Y de nuevo, Dios les respondió de acuerdo a su deseo: 

“Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira de Jehová se encendió en el pueblo, e hirió Jehová al pueblo con una plaga muy grande.” (Números 11:33). 

Dios no los decepcionó. Él les dio la carne que querían. Y mientras el pueblo estaba tragando, ellos pensaban: “Dios nos ha oído. ¡Está complacido con nosotros! ¡No - Dios sólo había respondido a la idolatría de ellos! Y mientras la carne estaba todavía en sus bocas, la gente comenzó a morir. 

Amado, ¡Dios nos responde conforme a nuestros ídolos! Él advierte: “Si, tendrás lo que pides. Estás mimando tu lujuria, ¡pero te costará todo!” 

A Balaam, los madianitas le ofrecieron una gran suma de dinero, junto con gran prestigio y honra. - si él tan solo maldecía a los hijos de Israel. Cuando Balaam buscó a Dios acerca del asunto, el Señor le dio un enfático “No.” 

Pero los embajadores de los madianitas regresaron con mejores ofertas y mayores tentaciones. Nuevamente, Balaam fue al Señor, preguntando, “Dios, has visto la oferta. ¿Iré con ellos? Pero esta vez, Balaam consultó con un corazón que ardía de codicia. Él tenía una lujuria por el poder, por las ganancias financieras, por reconocimiento. Él no soltaría su ídolo de codicia - ¡y eso se volvió un tropezadero de iniquidad en su corazón! 

¿Qué respondió Dios a Balaam? “¡Levántate y ve con ellos!” El Señor respondió a Balaam de acuerdo con el deseo que había captado su corazón. Tú ves, Balaam no hizo la voluntad de Dios; él no quiso caminar en pureza. Él buscó su propio deseo - que era lucro personal. Aún al montar, el pensó: “Yo tengo la mente de Dios en esto.” 

¡No! Balaam estaba trágicamente equivocado. Él se había vuelto objeto de la ira de Dios, porque él se había vendido al poder de la lujuria, y se volvió una maldición para él: Balaam fue destruido con el resto de los enemigos de Dios. 

No mucho tiempo atrás, un marido cristiano vino a mí para informarme que estaba dejando a su esposa. Él dijo, en esencia: “No hay esperanzas para nuestro matrimonio. Me ha traído sólo miseria. Así que ahora salgo del matrimonio. 

“Yo sé que me dirá que estoy equivocado - que esto no es bíblico. Pero yo realmente he orado sobre esto. Y el Señor me ha dicho que no espera que yo viva con este tipo de herida. Él me dijo que abandonarla era lo más correcto dadas las circunstancias. Por eso, no me importa lo que usted me diga - porque yo estoy tranquilo al respecto.” 

Este hombre, ¿escuchó de Dios? Oh si - Dios respondió a su oración, verdaderamente. Él le respondió conforme a los ídolos en su corazón. ¡Dios permitió que el deseo de su corazón tomara una voz! 

Cualquier ídolo que se alberga se vuelve un tropezadero de iniquidad en el corazón. Tú puedes decir que estás cerca de Jesús, que tienes comunión con él, pero si te estás aferrando a un ídolo, no puede haber tal comunión. Como Dios dijo a Ezequiel: “Estos ancianos se han alejado, se han separado de mí, por su idolatría. ¡Sus ídolos han bloqueado toda comunión conmigo!" 

“Por tanto, di a la casa de Israel: Así dice Jehová el Señor: Convertíos, y volveos de vuestros ídolos, y apartad vuestro rostro de todas vuestras abominaciones” (Ezequiel 14:6). En hebreo, la palabra para “abominación” significa “sus cosas repugnantes” - esto es, todas aquellas cosas que disgustan al Espíritu Santo. 

Dios está diciendo, en esencia: “¿Quieres inquirir de mi y recibir mi verdadera palabra? Yo ya tuve bastante de tus lágrimas falsas, de tu falso arrepentimiento. Vuélvete ahora de tus ídolos. ¡Entonces yo te responderé en verdad!”

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