Aquellos que se niegan a desechar su tropezadero
de iniquidad, quienes se niegan a reconocer sus ídolos
y destruirlos. ¡terminarán bajo un poder engañoso!
“Porque cualquier hombre de la casa de Israel, y de los extranjeros que moran en Israel, que se hubiere apartado de andar en pos de mí, y hubiere puesto sus ídolos en su corazón, y establecido delante de su rostro el tropiezo de su maldad, y viniere al profeta para preguntarle por mí, yo Jehová le responderé por mí mismo.”
“Y pondré mi rostro contra aquel hombre, y le pondré por señal y por escarmiento, y lo cortaré de en medio de mi pueblo; y sabréis que yo soy Jehová. Y cuando el profeta fuere engañado y hablare palabra, yo Jehová engañé al tal profeta; y extenderé mi mano contra él, y lo destruiré de en medio de mi pueblo Israel.” (Ezequiel 14:7-9).
Dios dice en este pasaje que él engaña a los profetas codiciosos. Nosotros sabemos que Dios no puede engañar a ningún hombre. Más bien, lo que significa es: "Porque te endureces en tu pecado, sin lamentarte o desear volverte y arrepentirte, cada palabra que oigas de aquí en adelante te confirmará tu pecado. Incluso mientras se esté predicando, tu corazón escuchará a tus ídolos. ¡Todo te confirmará en tu engaño!
Podemos ver este cuadro en 1º de Reyes 22, con el rey Acab. Este hombre fue probablemente el rey más idólatra de la historia de Israel. En este momento, él se había asociado con el rey Josafat para ir a pelear contra Ramot de Galaad.
Cuatrocientos profetas estaban de pie delante de Acab, animándolo para llevar adelante el ataque. ¿Puedes imaginar la escena? Había de pie una horda de hombres halagadores, todos hablando palabras huecas que alimentaban la idolatría de Acab. Y cada una de las cuatrocientas voces estaba mintiéndole - confirmándole en su pecado, diciéndole que estaba bien y que siguiera adelante.
Pero escuchen lo que la Escritura dice:
“Y Jehová dijo: ¿Quién inducirá a Acab, para que suba y caiga en Ramot de Galaad? Y uno decía de una manera, y otro decía de otra. Y salió un espíritu y se puso delante de Jehová, y dijo: Yo le induciré. Y Jehová le dijo: ¿De qué manera? El dijo: Yo saldré, y seré espíritu de mentira en boca de todos sus profetas. Y él dijo: Le inducirás, y aun lo conseguirás; ve, pues, y hazlo así.” (1ºReyes 22:20-22).
Aquí estaba uno de los peores idólatras de todos los tiempos, un hombre cuyo corazón estaba absolutamente cautivado por codicia y lujuria. Y ahora él quería inquirir del Señor. Así que, ¿qué le dio Dios a Acab? Él le proveyó cuatrocientos profetas que hacían eco al deseo del corazón de Acab. “Todo se ve grande. ¡Hay paz, prosperidad adelante, vayan a la batalla!”
¡Qué horrible tragedia! Acab no podía oír la voz de Dios debido a los ídolos arraigados en su corazón. Y Dios le respondió enviándole un poderoso engaño - ¡uno que lo destruiría!
“Y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.” (2º Tesalonicenses 2:10-12).
Dios no sólo permite voces engañosas, sino que de hecho, él hace los arreglos: “…Dios les envía un poder engañoso…” (Verso 11). Yo veo esto ocurrir a menudo en las vidas de cristianos. Por ejemplo, un hombre se fue de la iglesia de Tiempo de Cosecha recientemente porque él decía que los sermones eran demasiados duros y legalistas. Pero este hombre tenía un ídolo - un pecado acosador que él no dejaba. Él se sintió “conducido” a una iglesia donde esta cómodo con su pecado. Ahora él puede adulterar libremente - y ni una palabra es dicha a su vida al respecto.
A menudo me pregunto como es que cristianos carnales en la iglesia de todo el mundo encuentran otros como ellos. Yo veo chismosos haciéndose amigos de otros chismosos; mujeres llenas de lujuria dirigirse a hombres que están a la caza; homosexuales encuentran a otros homosexuales. ¿Cómo es que son “conducidos” los unos a los otros? ¡Todo es ordenado por Dios!
No, Dios no subyugará el libre albedrío de nadie. Pero su obra de enviar un poderoso engaño porque la gente se niega a abandonar sus malas prácticas. El dice: “La única esperanza que tengo para alcanzarte es dejar que llegues al final de la cuerda - ¡para que tu pecado te enferme!”
Vemos este proceso obrando cuando Israel lloró y pidió carne. Dios respondió a sus oraciones de esta manera: “No comeréis un día, ni dos días, ni cinco días, ni diez días, ni veinte días, sino hasta un mes entero, hasta que os salga por las narices, y la aborrezcáis, por cuanto menospreciasteis a Jehová que está en medio de vosotros” (Números 11:19-20).
Dios está diciendo: “¿De modo que, quieres complacer tu carne? ¿Quieres retener tu pecado? Entonces te permitiré revolcarte en él hasta que te enferme, hasta que no te dé ya más ningún placer - hasta que clames, ‘¡Ya basta!’”
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