¡El profeta Malaquías fue sacudido y afligido
por la ceguera espiritual del pueblo
de Dios en su tiempo!
Malaquías fue un profeta enviado por Dios para reprender a Israel. Sin embargo, cada vez que fue al pueblo con un mensaje fuerte, ellos reaccionaron con una inocencia fingida.
La primera vez que Malaquías fue a ellos, le predicó: “¡Ustedes han profanado la santidad de Dios! Ustedes saben cómo llorar y cubrir el altar con sus lágrimas. Pero Dios ha rechazado todos sus sacrificios - porque ustedes están en pecado.” El pueblo fue muy sacudido. Respondieron: “Pero, ¿por qué? ¿Qué hemos hecho mal?
Malaquías contestó: “… así que no miraré más a la ofrenda, para aceptarla con gusto de vuestra mano. Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal…” (Malaquías 2:13-14).
Ellos habían pecado divorciándose de sus esposas y casándose con mujeres paganas. Y mientras tanto habían seguido yendo al altar, llevando a cabo todas las actividades religiosas, con sus corazones llenos de pecado. Estos hombres se habían rebelado abiertamente contra los mandatos del Señor. Pero ellos se negaron esto a sí mismos, diciendo: “¿Qué estás diciendo? Nosotros estamos limpios.”
Así que Malaquías vino a ellos por segunda vez, predicando: “Habéis hecho cansar a Jehová con vuestras palabras.” (Malaquías 2:17). En otras palabras: “Ustedes están diciendo cosas que han sacudido a Dios. Las profanaciones de ustedes le han cansado.”
Otra vez el pueblo, con inocencia fingida, respondió: “¿En qué le hemos cansado?” (mismo verso). En esencia, dijeron: “¿Cómo podríamos haber cansado a Dios? No hemos hecho nada malo.”
Malaquías respondió: “En que decís: Cualquiera que hace mal agrada a Jehová, y en los tales se complace; o si no, ¿dónde está el Dios de justicia?” (mismo verso).
Usted ve, la gente había estado animando a los hacedores de maldad en la congregación. Ellos sabían muy bien que esos rebeldes estaban en pecado - pero les aseguraron que todo estaría bien, que no les caería ningún juicio sobre ellos. Puesto de manera simple, ellos cambiaron el mensaje de Dios - llamando a la bueno malo y a lo malo bueno. Todavía le dijeron a Malaquías: ¿Por qué dices esto? Somos inocentes de cualquier maldad.
Malaquías vino a ellos otra vez, esta vez llorando: “¡Ustedes han robado a Dios!” Y de nuevo la gente le respondió sorprendidos: “¿Qué quieres decir? ¿Cómo hemos robado a Dios?”
Malaquías contestó: “En vuestros diezmos y ofrendas.” (Malaquías 3:8). Les dijo: “¡Ustedes solamente traen basura al altar del Señor! Ofrecen en sacrificio animales cojos y ciegos. Esos no son los diezmos y ofrendas que pertenecen a Dios. ¡Le están robando a Dios lo mejor de ustedes!”
Finalmente, Malaquías dejó de predicarles porque no le escucharían. El capítulo final de este libro nos dice que él les pasó por alto y se volvió a un remanente pequeño, con discernimiento y arrepentidos. Este pueblo recibió su reprimenda y sus corazones fueron movidos por el Espíritu de Dios. Reaccionaron a las palabras convincentes de Malaquías - y en respuesta, ¡Dios les bendijo poderosamente!
Multitudes de mega iglesias están ofreciendo sacrificios vanos, manchados de pecado. Muchos están fortaleciendo al "rebelde" diciendo a lo malo bueno, muchos se van en rebelión, abandonando a sus pastores que les cuidaron con la palabra de Dios por buscar sus propios deseos, se proclaman "pastores", "apóstoles y profetas" así mismos. Otros fortalecen la mano del rebelde alabando su proceder. Pero la palabra de Dios nos dice que no escaparán de los juicios de Dios.
El Señor a puesto su mirada en los pequeños rebaños donde los miembros en humildad reciben la exhortación de sus pastores que los llevan por el camino recto del Señor. Gloria a Dios por nuestro pequeño rebaño! Y por sus miembros, hijos fieles al Señor! Que traen lo mejor a su altar: Un corazón contrito y humillado!
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