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jueves, 18 de agosto de 2011

BENEFICIOS DEL ARREPENTIMIENTO PARTE 2





Un segundo beneficio del arrepentimiento es que quita el miedo.



“Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos. Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie… Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.” (Daniel 10:10-12).

Muéstreme un cristiano que no quiera reconocer su pecado - que dice: “Mis manos están limpias” - y yo le mostraré a alguien con una falsa piedad. Tal persona presenta una gran sonrisa, camina confiadamente y fanfarronea de que todo está bien. ¡Pero todo es una fachada! La Biblia muestra con claridad que cualquier que oculta su pecado no prosperará. Dios quita su Espíritu de esa persona y su alma es sacudida como las olas. ¡Su corazón no arrepentido está lleno de temor e intranquilidad!

Pero, muestre un cristiano arrepentido - uno que es sensitivo al pecado, dispuesto a ser examinado, clamando: “¡Soy culpable, oh Dios!” - y yo le mostraré al alguien que pronto caminará cada día sin ninguna clase de temor. Dios extenderá su poderosa mano del corazón de ese creyente y le arrancará todos las raíces de temor. Y pronto esa persona conocerá el inmensurable favor y bendición de Dios.

“… Daniel, varón muy amado… ponte en pie…” (Daniel 10:11).

Jesús le dijo a Daniel: “¡Ponte en pie, hombre arrepentido! Yo te quitaré todos tus temores. ¡Y voy a ponerte sobre tus pies y voy a bendecirte con mi favor!

Amado, deje que Dios escudriñe y examine su corazón. Pida al Espíritu Santo que le revele cada cosa que usted ha dicho o hecho que le ha ofendido a él. Piense en alguien que usted haya calumniado o de quien usted haya chismeado, y admita cuán pecaminoso eso ha sido. Vaya a esa persona, o llámela por teléfono, y arregle las cosas.

Ahora, no es suficiente decir: “Si yo te he ofendido en algo…”. Eso no es arrepentimiento. ¡Arrepentimiento es admitir que lo que usted pecó! Así que dígalo. Dígale a la persona exactamente lo que usted dijo o hizo, y arréglelo.

Yo le prometo que si usted arregla las cosas, liberará un favor de Dios en su vida cómo nunca usted ha conocido! El Señor abrirá sus ojos, sus oídos, su comprensión, y le será dada una revelación de las cosas venideras: “He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días…” (Daniel 10:14).



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