Un tercer beneficio del arrepentimiento es el obtener unos labios nuevos.
A Daniel le fueron dados unos labios nuevos que habían sido tocados por la mano limpiadora de Dios: “Pero he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé…” (Daniel 10:16)
Ahora, en cualquier momento que Daniel habló, él habló ¡“como si fuera al Señor”! Isaías fue un hombre piadoso que había hablado profecías poderosas. Pero cuando se presentó ante el Señor en toda su santidad, este profeta tan sólo podía decir: “… Soy hombre inmundo de labios…” (Isaías 6:5).
Dios tomó carbón encendido del altar y puso las tenazas sobre los labios de Isaías y quemó toda escoria, orgullo y carnalidad - ¡cada cosa que no era a la semejanza de Dios! ¡Y le dio a Isaías unos labios nuevos! Yo creo que el profeta nunca tuvo que purificar sus labios nuevamente.
¡Dios todavía hace esto por cada persona que se arrepiente! Una vez que su lengua y sus labios son purificados, usted nunca más deseará hablar algo que no le agrade a Jesús. ¡Sus palabras serán puras!
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