Me encanta escuchar a hombres y mujeres devotos de Dios decir las palabras que dijo María: “¡He oído de él – y tengo algo que decir! Tales cristianos han estado encerrados con Jesús, anhelándolo apasionadamente. Y a su vez, él les ha dado su corazón y su mente. Lo que ellos reciben de él no es mera teología. No, es algo mayor que eso. Es una revelación que arde dentro de sus corazones, ellos corren hacia sus amigos, gritando: “¡Escucha lo que Jesús me dijo!”
Alrededor de los últimos años, más o menos, he recibido numerosas invitaciones para que hablara en conferencias de ministros. Sin embargo, sólo he aceptado dos de estas. ¿Por qué? Es porque no he recibido la revelación de Cristo para la mayoría de estos hombres en particular. Yo no hablaré nada si el Señor no me habla a mi primero.
Ese es el clamor de mi corazón cada vez que me preparo para predicar: “¡Señor, si tú no me vas a hablar, yo no voy a hablarles a ellos!” Si todo lo que tengo es un discurso, no significara nada. ¡Yo quiero ser como Maria Magdalena – tener un corazón tan entregado al Señor que él me dé su mente y diga: “Ve y dile a los hermanos!”
Estarás diciendo: “Pero, Hermano Israel – Maria Magdalena podía pasar todo su tiempo ministrándole a Jesús. Ella podía esperar en el devotamente todo el día, porque ella no vivía en nuestro tiempo tan agitado.
Ella no tuvo que levantarse temprano cinco días a la semana y trabajar en un ambiente malvado. Ella no era empujada y tratada a empellones en el bus o tren camino al trabajo. Ella no tuvo que confrontar acoso sexual en el trabajo. Es muy diferente para mí. Como puedo vivir una vida profundamente fiel en estos tiempos malvados?”
Lo admito – nosotros los cristianos en la ciudad de Talara vivimos en un ambiente anticuado, callado, religioso y observante de la ley tales como Jerusalén o Betania. No – nosotros vivimos entre la generación más malvada, vil, corrupta, impía, fea y sucia de todos los tiempos.
Pero el Señor se vio a través de la historia hasta este tiempo, y él sabía exactamente como iba a ser nuestra generación. Él vio de antemano todo lo que estamos confrontando hoy en día. Y él no espera que escapemos de la ciudad de Talara y que corramos a alguna finca tranquila o a una montaña, para que meditemos, oremos y nos mantengamos dedicados a él.
Por favor no se confunda: Doy gracias a Dios por todos los que pueden hacer eso. De hecho, he pensado que eso es lo que yo debiera estar haciendo.
Es bueno aislarse para buscar del Señor y restaurar nuestro cuerpo físico. Y es cierto que Jesús se alejaba para orar y meditar. Pero él sólo hacía eso parte de un día o durante toda una noche.
Yo creo que la devoción más grande es aquella que es practicada en el frente de batalla – en el calor de la batalla, con el fuego rugiendo a nuestro alrededor. En efecto, conozco a muchos creyentes cuya devoción ha sido fortalecida en medio de actividad agitada y guerra espiritual.
Ellos no tienen que estar en la montaña para amarlo con todo su corazón; ellos no necesitan vivir en un pueblo aislado para ansiar su venida. Ellos han aprendido a amar a Jesús tan apasionadamente en su viaje hacia el trabajo como en su cuarto secreto de oración.
Amado, tu sentir de la cercanía de Jesús no puede depender de tus sentimientos. Cuando te sientes decaído, deprimido, o triste y no tienes tiempo de buscar del Señor, el diablo te inundará con sentimientos de culpa e indignidad. Pensarás que Jesús te ha dejado y esta diciendo: “Regresaré cuando tengas tiempo para mí.”
¡No – la cercanía de Jesús se mantiene por fe! No tiene nada que ver por como tú te sientas. Así que, cuando alguien está empujándote en el tren o en el elevador, solo di: “Oh, Dios, yo creo por fe que tú estas aquí, que tú estas cerca de mí. Protégeme, Señor – guárdame. ¡No permitas que esta basura se filtre en mi sistema!”
El amor verdadero ansía su compañía, sin importar cuán agitadas sean nuestras circunstancias. En efecto, vivir en una ciudad puede tener sus ventajas. En Perú, vemos y escuchamos acerca de asesinatos, violaciones, codicia, violencia, crimen y perversión que nos sentimos obligados a amar Jesús aun más. Y yo creo que la mayoría de la gente devota que compondrá a la novia saldrá de áreas urbanas malas.
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