La Palabra del Señor en 1 Pedro 3: 8 dice: Finalmente sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados a que heredaseis bendición.
No fuiste llamado tan sólo a ser salvo, ahí comenzó todo pero no es que ahí termine. Fuimos llamados a heredar bendición.
Mucha gente recibe millones como herencia y piensa que ya no tiene que trabajar y hacer nada, entonces la malgasta. Pero en cuanto a riquezas, déjame decirte que cuesta más mantenerlas que hacerlas. Toda persona que recibe una herencia debería estar consciente de lo que costó formarla. Ahora bien, si fuiste llamado a heredar bendición es porque alguien la compró y pagó esa bendición. En otras palabras, si te heredan una casa debes estar conciente que alguien pago por ella. La bendición de una familia, de una empresa, de una casa, le costó a alguien que tuvo el placer de entregárnoslas. Las bendiciones de Dios son una herencia, Él las hizo para nosotros y debemos estar concientes que costaron caras.
Fuimos llamados a heredar bendición, pero nadie puede heredar bendición sin ser de bendición. La oportunidad de bendecir es lo que Dios usa para devolver la bendición a tu vida. Por eso la Palabra dice: te llamaron a heredar bendición. Por lo tanto, no te quejes cuando te hagan algo malo, aprovecha la oportunidad para provocar esa herencia y que sea efectiva en tu vida.
En 2 Pedro 1:1-2 dice: Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra: Gracia y paz os sean multiplicadas en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.
La Biblia dice que la paz y la gracia sean multiplicadas. Es decir que conforme pasa el tiempo uno debería tener más gracia y paz. El Señor no quiere sumar tu gracia, la quiere multiplicar. Él es un Dios que multiplica más que sumar. En la Palabra podemos ver que el Apóstol Pablo le dice a su gente que su fe es igualmente preciosa que la suya.
Con relación a esto, quiero contarles algo personal. El Señor en su eterna misericordia me ha dado el don de lenguas, y nos ha regalado unción, creo que tengo algo de sabiduría pero hay un don que es más agudo que todos en mí y es el de la fe. Todo lo que he logrado, lo he hecho sin tenerlo. Todo lo que hemos logrado se ha hecho sin un préstamo, nunca he llamado a alguien para decirle que necesito algo, tampoco me han dado algo diciendo que estoy necesitado y que no aguanto. Regularmente cuando la gente me regala algo es porque quiere bendecirme, y digo esto por que al punto que quiero llegar, es que Dios me ha dado todo eso y me ha dado la fe para hacerlo.
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