¡Ezequiel entendió la importancia profética
de estos dos sacerdocios!
de estos dos sacerdocios!
Tanto el sacerdocio de Sadoc como el de Abiatar estaban operando en los días de Ezequiel. Y, como el profeta anónimo, Ezequiel profetizó que ambos fluirían como dos corrientes de ministerio hasta el mismo fin:
“…pon atención a las entradas de la casa, y a todas las salidas del santuario.” (Ezequiel 44:6). Dios le decía a Ezequiel, “Ponte de pies en mi casa y mira a la gente entrando y saliendo. Discierne todas las actividades que toman lugar aquí. ¡Todo es una abominación! ¡Ellos están trayendo extraños y forasteros dentro de mi casa para corromperla!”
Hoy, de igual manera, las abominaciones que toman lugar en las iglesias son horribles, Dios esta diciendo, “Basta — ¡ya es suficiente!” Ministros impíos han llevado dentro del santuario santo a cantantes de ‘rock and roll’, entretenimiento, puras necedades, cantantes que usan drogas y alcohol y que no conocen a Dios. ¡Esta gente ministra detrás de un pulpito y la gente ni siquiera conoce la diferencia!
“Pues no habéis guardado lo establecido acerca de mis cosas santas, sino que habéis puesto extranjeros como guardas de las ordenanzas en mi santuario.” (Ezequiel 44:8). El estaba diciendo, en otras palabras: “¡Has traído extranjeros, gente que no me conoce a mi, para que se encarguen de mi santuario!” Estos son elementos extraños—malos, impíos, sin separar, aun del mundo. ¡La casa de Dios estaba siendo profanada!
¡Así que Dios nombró un sacerdocio Abiatar para que le ministrara a la gente cuyo corazón estaba puesto en ídolos! Los pastores se habían apartado de Dios. Ellos estaban llenos del espíritu de Elí, persiguiendo la fama y el éxito — ¡y a la gente le encantaba así! Por lo tanto, Dios nombró a sacerdotes idolatras para darle al pueblo lo que quería. “¡Como la gente, así sus sacerdotes!”
“Les pondré, pues, los guardas encargados de la custodia de la casa, para todo el servicio de ella, y para todo lo que en ella haya de hacerse.” (Verso 14).
¡Cuán ciegos están tales ministros! “No se acercarán a mi para servirme…” Están de pies en el púlpito tomados en poco por Dios, llenos de sí mismos e idolatría, en ninguna manera cerca del Señor. Sin embargo, ellos hacen todo mecánicamente: predicando, enseñando, aconsejando, todas las obligaciones ministeriales. ¡Pero ellos no conocen la diferencia! Ellos no tienen discernimiento, ¡ningún testimonio del Espíritu!
Amado, si tu no te arrepientes y rindes todo a Jesús—si te aferras a un ídolo en tu corazón — ¡terminarás escuchando un ministro que predicará a tu idolatría!
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