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domingo, 20 de marzo de 2011

EN EL DIA DE JUICIO RESPONDEREMOS

 
¡En el día del juicio, nosotros tendremos que
responder por cada palabra descuidada, vana
que hayamos hablado!




"Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado". (Mateo 12:36 -37) 

Parece que nosotros pensáramos que nuestras palabras simplemente caen en la tierra y mueren, o que se desvanecen en el aire y se disuelven en la nada. ¡Pero no es así! Nuestras palabras siguen vivas - ¡Ellas no mueren! 

Usted puede decir, "Pero yo solamente le dije ese chisme a un amigo, y él prometió que nunca lo repetirá. Que el chisme terminaría con él". ¡No, no terminará ahí! Cada palabra que Usted y yo pronunciamos es grabada, escrita en la eternidad - y nosotros las oiremos todas repetidas para nosotros palabra por palabra en el juicio. ¡Aquellas palabras nos condenarán a menos que las confesemos, renunciemos, y que saquemos fuera las raíces de maldad que nos causó que las pronunciáramos!. 

Usted preguntará, "¿Puedo yo simplemente orar una oración general y decir, 'Jesús perdóname, borra todo afuera?". ¡No - Si Usted rehusa a tratar con la raíz de su pecado! 

Yo recuerdo haber llegado a una profunda convicción hace algún tiempo, luego de compartir un bocadillo de vicioso chisme con un amigo. Lo que yo dije era sin duda verdad - era acerca de una situación moral con la que yo tuve que tratar concerniente a cierto ministro. Su nombre apareció en la conversación, y yo dije, "No confíes en él. Yo se algo acerca de él". 

Al hablar más de la cuenta, me sentí condenado. El Espíritu Santo me susurró, ¡"Deténte ahí mismo" Nadie parece saber sobre aquello. No digas nada mas, porque no hay ningún propósito en ello - es sólo chisme. ¡Aunque sea verdad, no lo repitas - porque ello puede lastimar el carácter del hombre!". 

Lo que yo ya había dicho era suficientemente malo. ¡Pero luego yo dejé escapar impulsivamente los sensacionales detalles! Yo sabía que debía permanecer callado. Y, con mucha seguridad, yo estaba profundamente convencido por el Espíritu. Así que después llamé a mi amigo y le dije, "Lo siento - eso fue chisme. Estaba fuera de orden. Por favor no lo repitas. Trata de ni siquiera pensar en ello". 

Mi amigo me aseguró que era un tema terminado. "Yo no conozco al sujeto", dijo. "Y yo nunca repito semejantes cosas". Eso pareció tranquilizar mi espíritu al principio. Pero la convicción del Espíritu Santo todavía me importunaba. ¿Por qué? ¿Por que yo no lo podía dejar? ¡Porque cuando usted planta algo en la mente de alguien, usted no puede arrancarlo fuera! Inclusive si nunca es repetido. ¡Esto no muere allí!". 

El sentimiento que continuó importunando en mi era: ¿Por que lo hice? Dios, ¿Tengo yo algo en contra de él? ¿Estaba yo secretamente contento con su caída? ¿Por que no estaba yo ya interesado en su recuperación? ¿Que clase de corazón tengo yo? Señor, perdóname. Pero también sáname de esto. Yo no quiero enfrentarte en el día del juicio con ninguna cosa maligna sin resolver dentro de mí". 

¿Está mi pecado cubierto con la sangre de Jesús? Sí - porque yo reconocí completamente de que había pecado cruelmente. Y yo permití al Espíritu Santo que me mostrara algo de lo que todavía quedaba en mí de orgullo legalista. ¡Yo le permití que me humillara y me sanara!. Ahora, cada vez que yo comienzo a decir algo en contra de alguien, yo obedezco al Espíritu Santo al escucharle decir, alto y claro, "Deténte". 

La advertencia de Jesús despertó el temor de Dios en mí: "Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado". (Mateo 12:37). ¡Por nuestras palabras! Jesús no dijo que nosotros seríamos condenados por lujuria o drogas o alcohol; esos son pecados feos, y si, habrá juicio por causa de ellos. Pero, más bien Jesús nos dijo, "¡Ustedes van a ser juzgados por sus palabras - por todo lo que ustedes han dicho!". 

Yo le pregunto - ¿Es usted uno de esos que bendice con su lengua, y sin embargo también maldice? "Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así". (Santiago 3: 9-10) 

La palabra griega aquí para maldición significa "derrumbar, traer hacia abajo, denunciar como maldad". Y sin embargo, con mucha frecuencia de nuestra boca salen alabanzas a Dios, adoración y bendición a él - pero también chismes maliciosos que derriban la reputación de Sus siervos. ¡Tales charlatanerías derriban al cuerpo de Cristo! ¡Esto se opone al trabajo de Dios! 

Inclusive usted puede dañar la reputación de una persona sin decir una palabra - simplemente haciendo expresiones faciales negativas. En una ocasión se me preguntó acerca de cierto individuo con el cual yo había tenido que lidiar concerniente a un cierto número de problemas. Cuando me preguntaron acerca de esa persona, yo no dije una palabra - simplemente arrugué mi nariz y sacudí mi cabeza. La persona que me preguntaba me dijo, "Bien, usted no ha tenido que decir una palabra, pero usted me ha dicho todo lo que yo necesito saber". ¡Yo había plantado pensamientos negativos en la mente de aquella persona! Esto también se relaciona con una lengua indómita. 

Ahora, algunos creyentes son muy cuidadosos de no hablar sus pensamientos, no son descuidados con sus palabras. Sin embargo, muchas de las cosas buenas que los cristianos dicen son hipócritas - ¡ Porque sus pensamientos están llenos de maldad! Solamente consultan para arrojarle de su grandeza. "Aman la mentira; con su boca bendicen, pero maldicen con su corazón". (Salmo 62:4) 

Estas personas toman su mano, sonríen cálidamente, y le dicen cosas lindas, como, "¿Qué tal está usted? ¡Que bueno verle! ¡Que bien que se lo ve! Pero al alejarse ellos hablan entre dientes a alguien cercano, "Que farsante". Parece una muerta recalentada. ¿Vio usted cuanto peso ha ganado? ¡Sus ojos se ven terribles!" "Porque en la boca de ellos no hay sinceridad; sus entrañas son maldad, sepulcro abierto es su garganta, con su lengua hablan lisonjas". (Salmo 5:9) 

Ningún cristiano tiene que tener este tipo de actitud. Descanse tranquilo, hay raíces de amargura y rebelión en esa persona - ¡Algo desesperadamente malo en su corazón! Un verdadero creyente que camina cerca del Señor no puede ni siquiera concebir ese tipo de comportamiento. 

Usted dirá, "Ahora, espere un minuto pastor. Primero usted me dice a mí cuan serio es tener una lengua indómita. ¿Pero ahora usted dice que yo voy a ser juzgado por los meros pensamientos acerca de la gente?". 

Absolutamente - ¡Sí! 

"Pesada es la piedra, y la arena pesa; más la ira del necio es más pesada que ambas". (Proverbios 27:3) "No hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor". (I Corintios 13: 5) Muéstreme una persona con una naturaleza desconfiada, y yo le mostraré a usted alguien con un espíritu legalista. Esa persona tiene una naturaleza testaruda, quizás nunca completamente rendida a Jesús. ¡Siempre sospecha de otros de caer en las cosas en las que el mismo estuvo muy tentado a hacer! 

Quizás la persona más peligrosa, sin embargo, es aquella que se la pasa en habladurías - aquel que se involucra en conversaciones que no son edificantes, sino destructivas - ¡Y que sin embargo cree que no significa daño alguno! Cuando usted le cuestiona acerca de ello, puede que incluso tenga lágrimas en sus ojos y diga con pena, "Yo no soy así. Yo amo mucho mi iglesia y mis pastores - yo amo al cuerpo de Cristo. Si, yo quizás haya podido decir cosas que puedan interpretarse como chismes o habladurías. Pero Dios conoce mi corazón. Yo nunca tuve intención de hacer daño". 

¡Semejante actitud es peligrosa! ¡La Biblia dice que grandes fuegos son causados por chispas pequeñas! Y su pequeña chispa puede encender un gran fuego, incluso cuando usted no quiera que esto salga fuera de su control. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡Cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!". (Santiago 3:5). 

¡Usted puede descuidadamente lanzar un comentario de algo interesante acerca de alguien - y ello puede terminar afectando el carácter, el espíritu y la misma naturaleza de esa persona! 

No importa cuál fue su motivo - el daño ha sido hecho. Su pequeña chispa ha iniciado un fuego, y está rabiando fuera de control. Esto puede dañar una reputación. Esto puede traer a alguien vergüenza, deshonra y pena. Y no importa cuál fuera su motivo al decirlo, usted es todavía culpable - ¡Usted es el incendiario! ¡Fue su lengua indómita la que comenzó todo ello!
¿Cómo puede usted obtener control sobre el arma mortal de su lengua?

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