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sábado, 19 de febrero de 2011

SE NIEGAN A DEJAR DE COMPARARSE

Otra razón por la que las personas pierden
la bendición y el favor de Dios es porque: ¡Se niegan
a "dejar de compararse"!
 
 “Y temió el pueblo delante de Jehová... y vinieron y trabajaron en la casa de Jehová de los ejércitos, su Dios” (1:12,14). Finalmente, el pueblo se declaró culpable de sus propios intereses y volvió a trabajar en el templo. Regresaron donde deberían estar - ¡construyendo la casa de Dios! 

Cuando se pararon ante las bases del templo, las paredes comenzaron a subir. Pero algo estaba mal - ¡muchas de las personas más viejas comenzaron a llorar! ¿Por qué? Porque ellos habían visto el esplendor del templo de Salomón sesenta y ocho años antes - y este nuevo templo no se comparaba a aquel. ¡En comparación, parecía como nada! 

Empezaron a hablar de la gloria del pasado, diciendo, “Este templo, no tiene ninguna arca en él. No hay asiento de misericordia, ningún querubín. No hay fuego consumidor en el altar, ninguna shekinah, gloria descendiendo sobre la casa. Después de todo nuestro duro trabajo - todo nuestro sacrificio y obediencia, ¡todo nuestro poner los intereses de Dios primero - no damos la medida! Esto es nada comparado a lo que vimos una vez. ¿Por qué esforzarnos, por qué seguir, cuando vemos tan poco por todo lo que hemos hecho?” 

Las implicaciones de esta actitud fueron muy serias - ¡y encolerizó a Dios! Hageo les dijo: “Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su gloria primera?... ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos?” (2:3) Estaba diciendo, “Están parados aquí comparando su situación presente con algo del pasado - ¡y están haciéndose miserables!” 

Esto golpea el mismo corazón de lo que está pasando en la iglesia de Jesucristo hoy. ¡Es una de las razones claves por la cual el pueblo ha perdido la bendición y el favor de Dios! 

Una hueste del pueblo de Dios hoy está rindiéndose - ¡porque creen que nunca darán la medida! Como los israelitas, han vuelto a Dios a ponerle a él primero, buscando su voluntad, edificando su casa. Pero cuando miran sus vidas, dicen, “¡tengo tan poco que mostrar por todos mis esfuerzos! Tengo tan poco de la santidad de Dios, tan poco de su gloria en mi vida. Comparado con otros cristianos, nunca daré la medida. ¿De qué sirve el esfuerzo? Nunca tendré la victoria.” 

Estoy convencido que ésta es la razón por la cual muchos cristianos consagrados renuncian a la lucha. Se comparan a otros creyentes - ¡y se descorazonan porque ellos se sienten desesperadamente inferiores! 

Esto me pasó hace años cuando empecé a leer a escritores cristianos con ministerios de poder. Vi su fuego santo por Dios - levantándose a las 4 y 5 de la mañana, orando seis y ocho horas diarias, nunca pronunciaban una palabra tonta, consumidos por la Palabra de Dios. Parecían tan santos, tan piadosos. Me llevó en un viaje de culpa - ¡sentía que nunca daría la medida como ellos! 

Amado, ¡el problema es que tenemos puestos nuestros ojos en nuestra condición! No comprendemos que, en los tratos con Dios con nuestras vidas, estamos en el lugar correcto. No podemos comparar nuestras vidas espirituales con la de otro. Si continúas haciendo esto, empezarás a pensar que la gloria de Dios se ha vaciado, que se ha gastado para ti. ¡No tendrás esa expectativa para tu vida! 

Hageo mostró a Israel que estaban enfocados en el objeto equivocado. ¡Habían perdido de vista el hecho que la gloria de Dios no se había agotado o vaciado! Dios les envió esta palabra a ellos: 

“Yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos... y trabajad; porque yo estoy con vosotros... así mi Espíritu estará en medio de vosotros; no temáis” (2:4-5). “La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos” (versículo 9). 

Dios estaba diciéndoles, “Pueden haber pensado que la gloria de la primera casa era algo. ¡Pero no fue nada comparado a la gloria que está por delante! ¡Tendrán mi paz en ustedes - mi gloria inundará sus almas! Sólo permanezcan en el precioso temor de Dios. Continúen, manténganse haciendo mi obra, no importa cómo se sientan. ¡Sean fuertes, porque estoy con ustedes!” 

Si apenas puedes estar en pie fiel - si permaneces verdadero para el Señor y no intentas compararte con nada excepto tu propio amor por Jesús - entonces puedes estar seguro, estás creciendo. ¡Y Dios promete estar contigo! 

Hageo les advirtió, “Les ruego - antes de que se desanimen por no dar la medida, miren atrás y repasen su antiguo caminar con Dios. Recuerden cómo fue cuando dejaron a Dios. ¡Perdieron su favor y bendición! ¿Quieren regresar a esos días cuando Dios tuvo que destruirte con moho? ¿Cuándo llovió el granizo de decepciones en ti, y todo lo que hacías era en vano? 

“No - has regresado al Señor, ¡y estás en el camino correcto! Dios está contigo, no importa cuán poco progreso pienses que estás haciendo. Continúa - ¡la gloria simplemente está delante!”
Entonces viene esta increíble palabra de Dios: 

“Ahora pues... desde este día... vigésimo cuarto día del noveno mes, desde el día que se echó el cimiento del templo de Jehová, meditad [subráyalo]... Desde este día los bendeciré” (versículos 15-19). 

Amado, puedes subrayar esto también - ¡es promesa de Dios para ti! En el mismo momento que te enfocas de nuevo en edificar el cuerpo de Cristo - haciendo a un lado todo camino egoísta, dejándole ser tu todo - puedes comenzar a ver su bendición multiforme. ¡Puedes literalmente subrayarlo! ¡Sabrás que él está favoreciéndote, sonriéndote, - regocijándose en ti!

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