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sábado, 12 de febrero de 2011

LOS QUE REEMPLAZAN LOS INTERESES DE DIOS

 

¡Los auto-intereses empiezan a
reemplazar los intereses de Dios!
 
“Este pueblo dice, No ha llegado aún el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada.” (Hageo 1:2) Los israelitas dejaron de construir la casa del Señor - ¡para construir sus propias casas! 

Esta escena tuvo lugar sesenta y ocho años después de que el templo de Salomón fue destruido. Un remanente había vuelto a Jerusalén de la cautividad babilónica específicamente para reconstruir la casa de Dios. Y, de hecho, ¡pusieron el fundamento del templo con celo y entusiasmo! 

Pero entonces empezaron a encontrarse con algunos lugares duros - dificultades, desalientos. Poco a poco, perdieron el interés en la obra de Dios. Dijeron, “Simplemente no es el tiempo - estamos teniendo demasiados problemas. Además, estamos pasando demasiado tiempo aquí. Estamos descuidando nuestras familias y nuestros negocios.” 

Uno por uno, se alejaron para atender a sus propios intereses. ¡Y los intereses del Señor - qué tenían todo que ver con su propio bienestar - se volvieron secundarios! 

Comenzaron a construir sus propias casas. Y usaron la madera que habían almacenado para construir el templo - todo el maravilloso cedro que habían traído de las laderas de la montaña. 

Cuando Hageo llego en escena, oyó el golpeteo de los clavos y vio casas levantadas por todas partes. Entonces pasó por la casa de Dios - ¡y estaba descuidada! ¡Nadie estaba trabajando en el templo! 

Empezó a clamar: “¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta? Pues, así ha dicho Jehová... Meditad bien sobre vuestros caminos” (versículos 4-5). Él estaba diciendo, en otros términos, “Despiértense - piensen en lo que están haciendo!” 

Podrías preguntar: ¿Cuál es el templo de Dios que está siendo construido hoy? La Escritura dice que es nuestro cuerpo: “O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Corintios 6:19). 

De hecho, la iglesia de Jesucristo es su cuerpo sobre la tierra. Él es la cabeza, en la gloria - y nuestro trabajo primario aquí en la tierra es construir su cuerpo espiritual. Todo lo que hacemos por Jesús no es construir simplemente una iglesia local o ministerio - ¡construimos el cuerpo de Cristo en la tierra! 

¿Cómo, entonces, los creyentes hoy pierden la bendición y el favor de Dios? ¡Deteniendo la obra de su templo! Pasa cuando dejamos la oración y búsqueda de Dios - ¡cuando dejamos de edificar su cuerpo espiritual! 

La Escritura dice que si un miembro se duele, todo el cuerpo sufre. Sé que si golpeo mi dedo o aplasto el dedo de mi pie, ¡mi cuerpo entero reacciona - incluso mi cabeza lo siente! Por consiguiente, si no estás haciendo tu parte construyendo la casa de Cristo - si no estás buscándole con todo tu corazón - entonces estás hiriendo el cuerpo entero. ¡Estás hiriendo inclusive a la Cabeza, Jesús! 

Aquí está el problema que Hageo señala: Cuando las personas ponían los intereses de Dios primero, él proporcionaba su comida y resguardo. De hecho, eran cuidados por él en toda forma: Sus viñas crecieron, sus uvas eran pesadas. Dormían apaciblemente por la noche, y sus niños bailaban en las calles. Ningunos de sus enemigos prevaleció contra ellos. Era un tiempo maravilloso de bendición de Dios. ¡Pero entonces el pueblo se absorbió con sus propios intereses! 

Ahora, Dios no está en contra que proveamos para nuestro hogar. Tenemos que ser diligentes en nuestro trabajo diario y negocios. Pero los israelitas habían dejado de hacer la obra de Dios completamente. ¡Los propios intereses habían poseído cada pensamiento! 

Hoy, muchos cristianos vienen a la casa de Dios y simplemente se sientan. Nunca hacen algo para edificar su cuerpo. Están demasiado involucrados en sus propias carreras y familias - ¡demasiado ocupados con sus propios intereses! 

Dicen, “Algún día tendré tiempo - entonces seré capaz de poner los intereses del Señor primero. En cuanto haya pagado mis deudas y apartado un poco para el futuro, entonces daré más tiempo a los asuntos espirituales.” ¡No! Éstos son tibios, incluso fríos - ¡dando a Dios cada vez menos de su tiempo y sus recursos! 

Quizás una vez viniste a la casa de Dios con celo genuino por él. Estabas lleno de Cristo - él era tu todo, tu vida. Pero ahora estas atrapado haciendo dinero, intentando mejorar tu estilo de vida. De repente, tus intereses han sobrepasado los intereses de Dios. ¡Has empujado su obra fuera de tu vida!

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