Si estás viviendo en pecado,
¡nunca oirás la voz de Dios!
¡nunca oirás la voz de Dios!
Si estás consintiendo algún pecado secreto, puedes estar seguro que realmente no quieres oír la voz de Dios. Eso es porque ya sabes lo que él te dirá – ¡y no quieres oírlo!
Cuando Adán y Eva pecaron, trajo la vergüenza. Y con esa vergüenza vinieron la culpa, el temor y la condenación. Esta vergüenza es llamada “desnudez” en el Antiguo Testamento - y estar desnudos significa estar de pie en la presencia de Dios vestidos sólo con la culpa. “Pero Jehová Dios llamó a Adán, y le dijo, ¿Dónde estás tú? Y él dijo, Oí tu voz en el jardín, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.” (Génesis 3:9-10).
Adán se escondió de la voz de Dios, debido a la culpa y la vergüenza de su pecado. Y eso es exactamente donde la mayoría del pueblo de Dios está hoy - ¡escondido, asustado para escuchar que Dios hable!
Puedes tener amigos cristianos tibios que no les gusta ir a la iglesia contigo. Cuando los conociste estaban viviendo descuidadamente. De hecho, estaban cargados con culpa y vergüenza - pero ¡no estaban listos para abandonar su pecado secreto!
Cuando los trajiste a la iglesia contigo, la Palabra de Dios les atravesó su conciencia. Supieron que estaban oyendo la voz de Dios, llamándoles: “¿Dónde estás tú - qué estás haciendo?” ¡El miedo golpeó su corazón! La santa presencia de Jesús hizo que su pecado pareciera vil ¡y ellos no podían esperar salir de la iglesia y huir!
Amado, si quieres escuchar la voz de Dios tienes que estar preparado para una limpieza total. ¡Debes desear tener cada pecado expuesto y arrojado a lo lejos! El profeta Isaías tuvo una visión imponente del Señor sentado en un trono, alto y sublime. Serafines se cubrían con sus alas debido a la santa presencia de Dios. Clamaban: “Santo, santo, santo, es el Señor de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.” (Isaías 6:3).
La voz de Dios era tan poderosa que agitó el templo. Y a su sonido, el justo profeta Isaías cayó sobre su rostro, llorando: “¡Ay de mí, pues soy muerto! Porque siendo un hombre de labios impuros... mis ojos han visto al rey, a Jehová de los ejércitos.” (versículo 5). Isaías estaba impactado con un sentido de pecado y suciedad - ¡porque la voz de Dios es una voz que purifica!
“Entonces voló hacia mí uno de los serafines, trayendo en su mano, con unas tenazas, un carbón encendido tomado del altar y tocó con él mi boca, diciendo, He aquí, que esto ha tocado tus labios; tu culpa ha sido quitada, y tu pecado ha sido perdonado.” (versículos 6,7).
Isaías no podía oír “la voz orientadora” de Dios hasta que hubiese oído su “voz purificadora” primero.
Mira, la dirección y guía sólo vienen después de la purificación porque si no has sido purificado, no puedes ir más allá con el Señor. Pero miles y miles del pueblo de Dios hoy se reúnen para conseguir una rápida palabra “curalotodo” de parte Dios. Quieren que un profeta ponga las manos sobre ellos - para decirles qué hacer y lo que los sostendrá en el futuro. La mayoría de lo que oyen, sin embargo, es lisonja: “¡Serás usado poderosamente por Dios!” “¡Serás un testigo a las naciones!” “¡Serás bendecido y prosperado!”
¿Cuántas de estas personas piensas se reunirían si el “predicador estrella” apuntara un dedo a su corazón y les diera la Palabra purificadora de Dios? “¡Todavía están sucios - nunca han dejado sus pecados ocultos! No tienen ninguna visión de la santidad de Jesús. ¡Oigan su voz - arrepiéntanse!
Si quieres oír la voz de dirección de Dios, debes primero estar listo para tener tu alma purificada y limpia. ¡Su Palabra viene a traspasar nuestra conciencia y exponer la maldad - para que él pueda usarnos!
Si me dices que no estos de acuerdo. Mañana te diré por que.
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