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miércoles, 2 de febrero de 2011

DIOS QUIERE QUE CONOZCAS SU VOZ



El diablo hace todo lo que está en su poder para hacer que se oiga su voz en este mundo. En un momento dado incluso tuvo la audacia de interrumpir a Jesús mientras el Señor estaba hablando en la sinagoga: 


“Y entraron en Capernaum; y los días de reposo, entrando en la sinagoga, enseñaba... Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, que dio voces, diciendo: ¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. Pero Jesús le reprendió diciendo: ¡Cállate, y sal de él!" (Marcos 1:21-26). 

Usando la voz del hombre, Satanás clamó ruidosamente, teniendo un propósito en mente - ¡sembrar temor en toda la congregación! Quería que toda persona al alcance de su voz se atemorizara - para que creyeran que tenía poder y autoridad, aún mientras estaba siendo expulsado. 

Pedro advierte a los creyentes de los últimos días que Satanás vendrá a ellos con voz fuerte, intentando traer temor: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda al asecho, buscando a quien devorar.” (1 Pedro 5:8). 

Aquí está mi punto: Si Satanás está haciendo que su voz sea conocida en estos últimos días, mostrando su poder a las masas de almas perdidas, ¿cuánto más importante es para el pueblo de Dios conocer la voz de su Padre? ¿Piensas que el Señor se sentaría mientras Satanás le ruge al mundo - y todavía permanecer callado? ¡Nunca! Isaías dijo: “Y el Señor hará oír la majestad de su voz.” (Isaías 30:30).

Desde Adán y Eva, Dios ha estado hablando al hombre. La Escritura dice que desde el mismo principio: “Oyeron la voz del Señor Dios.” (Génesis 3:8). Adán dijo: “Te oí en el huerto.” (versículo 10). 

Desde el Génesis hasta el Nuevo Testamento, Dios hizo que su voz fuera conocida por su pueblo - a Abraham, Moisés, Caleb, Josué, Samuel y David, a reyes y jueces justos. En los libros de los profetas vemos esta frase repetida vez tras vez: “Y Dios dijo...” La voz de Dios era conocida y entendida. ¡Él siempre hizo que su voz fuese oída! 

Jesús confirmó esto en el Nuevo Testamento, usando el ejemplo del Buen Pastor: “Y las ovejas oyen su voz; llama a sus ovejas por nombre, y las conduce fuera. Cuando saca todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz. Pero a un desconocido no seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.” (Juan 10:3-5). 

Jesús declaró a Pilato: “Todo aquel que es de la verdad oye mi voz.” (18:37). El mensaje para nosotros es claro: Si tienes al Espíritu de Dios en ti, entonces ¡oirás y conocerás su voz! 

Pero vivimos en un día cuando muchas voces claman por nuestra atención. Pablo advirtió: "Hay... tanta diversidad de idiomas en el mundo; y ninguno carece de significado [sentido].” (1 Corintios 14:10). 

Quizás has tenido la experiencia de muchos otros cristianos: Cuando oras, buscando oír y conocer la voz de Dios, tu mente se inunda con todo tipo de voces. Puedes preguntarte: “¿Cómo puedo distinguir la voz de Dios de mi propia carne? ¿Cómo puedo estar seguro que Dios está hablando, y no la voz de un espíritu tentador?” 

Mañana compartiré contigo unos cuantos puntos de vista que creo Dios me ha dado sobre este asunto de oír y conocer su voz.

 

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