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domingo, 30 de enero de 2011

PERDIDOS EN LA EUFORIA

 
¡Qué triste es ver a tantos convertidos -
tantas personas liberadas - establecerse y
perderse en la euforia de la cristiandad moderna!
 
Algunas personas simplemente no quieren seguir con Jesús. ¡Prefieren la religión muerta! Disfrutan la pompa y el formalismo de la ceremonia de la “alta iglesia.” 

Oh, ¡cuán religiosos se deben haber sentido esos nueve leprosos mientras pasaban por el largo ritual de limpieza! Y que ceremonia increíble fue: 

Primero, el sacerdote tomaba dos palomas. Mataba uno sobre un tazón de agua “viva” (o, corriendo) y dejaba que la sangre goteara en el agua. Entonces ataba el hisopo a una rama de cedro (cerca de 16 pulgadas de largo) y lo amarraba a la paloma viva con una cinta de lana carmesí. Las alas y la cola de la paloma se sumergían en la sangre y el agua. 

La sangre era rociada sobre el leproso limpiado en la frente y muñecas siete veces. Entonces la paloma viva era liberada para que volara lejos a un campo abierto. Después, el leproso lavaba sus ropas, se afeitaba sus cabellos, se bañaba cuidadosamente y entraba en el pueblo para aislarse por siete días. 

Al octavo día, regresaba al sacerdote trayendo dos corderos machos y una oveja sin mancha. También traía 2.8 galones de harina y un cuarto de aceite. Éstos eran para una ofrenda de ofensa, una ofrenda por el pecado y una ofrenda quemada. 

El sacerdote tomaba el aceite y lo vertía en la palma de su propia mano, entonces lo salpicaba siete veces en tierra. Tomando la sangre del cordero, tocaba al leproso en su lóbulo derecho, dedo pulgar derecho, y el dedo del pie derecho. El sacerdote entonces lo ungía con aceite en estos mismos tres puntos, y vertía el aceite restante sobre su cabeza. 

¡Cuán ceremonial era todo esto - cuán religiosos los leprosos deben de haberse sentido! Y de hecho, estos rituales representaban cosas muy significativas - unciones, ungimientos, limpiezas con sangre. ¡Pero todo era muerto! 

Estos leprosos habían ido de ser tocados por Jesús, de vuelta a la muerte, al ritualismo y al formalismo seco. Sí, habían recobrado su amor propio. Habían entrado de nuevo a la vida de la iglesia. Habían recobrado las bendiciones materiales. ¡Pero nunca llegaron a conocer a Jesús!
Puedes preguntar: “¿Por qué Jesús los enviaría de regreso a tal ritualismo?” Creo que Cristo envió a esos leprosos al sacerdote esperando que estuvieran hambrientos por conocer la realidad detrás de todo el ritual: 

“El agua corriente - ¿No dijo él una vez que él mismo era agua viva? Y la rociadura de sangre - ¿No dijo él que su sangre sería derramada, que él sería crucificado? El cordero siendo sacrificado - ¿qué significa eso?” 

Ves, no había un sacerdote en Israel que podía decirles a estos nueve leprosos lo que esas ceremonias significaban. ¡Ellos las realizaron todas por repetición! No - ¡Jesús quería que esos leprosos volvieran a él y fueran enseñados! Cuando ellos habían clamado a él en la orilla del camino: “¡Maestro, ten misericordia!” usaron una palabra que significaba: “¡Comandante, Maestro!” Ellos sabían que él tenía toda la verdad - pero ellos no estaban hambrientos por ella. 

Esos nueve leprosos representan las miles de almas pobres que hoy se sientan en las iglesias escuchando a ministros que no saben de lo que están hablando. ¡Todo está seco, aburrido - muerto! Pero sé que está teniendo un buen efecto: ¡La gente se está cansando! Muchos están diciendo: “Esto no es para lo que Jesús me salvó - sentarme aquí y secarme bajo un hombre que simplemente está yendo por las mociones. ¡Denme la realidad! ¡Denme a Cristo!

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