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lunes, 31 de enero de 2011

EL HOMBRE DEL REMANENTE


Ahora quiero contarte del hombre del remanente -
¡el único entre diez que se vuelve y corre de vuelta a Jesús!




¿Por qué es que en cada generación hay un remanente que corre a Jesús con pasión y acción de gracias? ¿Por qué Dios siempre tiene uno entre diez que deja todo y regresa sólo para adorar y alabar a Cristo - mientras el otro noventa por ciento continúa mecánicamente? 

Creo que el samaritano regresó a Jesús porque no estaba atado por formas y rituales. ¡No tenía que “desaprenderlo” todo! Tú ves, los otros nueve habían sido criados ortodoxos, sus mentes entrenadas desde la niñez en el ritual y la ceremonia. Todavía estaban atados por su tradición. Pero una vez que el samaritano vio todo el sistema religioso, gritó: “¡De ninguna manera!” 

Él fue testigo de la falsedad de los líderes y feligreses. Él vio a los fariseos robando a las viudas y tomando sus casas. Él vio a los sacerdotes sobornando y siendo sobornados. Él vio los templos llenos de cambistas de dinero, convirtiendo la casa de Dios en una cueva de ladrones. Él vio a los escribas haciendo reglas para otros, las que nunca levantaron un dedo para guardarlas ellos mismos. 

Él vio todos los frentes blanqueados, caras falsas y normas dobles. Y se dijo a sí mismo: “Esto es el ciego guiando al ciego - no es para mí. ¡Quiero lo verdadero!” 

Ahora, cuando se dirigía hacia el pueblo con los otros nueve - de regreso al sacerdote, la iglesia, la sociedad, el respeto y la buena vida - se detiene y piensa: “¡Espera un minuto! Recuerdo como era cuando lo tenía todo - dinero, prestigio, seguridad. ¡Era miserable! Mis así llamados amigos todos me rechazaron a la primera mención que podía tener lepra. Estaba vacío - atado por hábitos pecaminosos, lleno de odio y amargura. Era un infierno viviente. ¿Por qué debo regresar a eso?” 

Entonces algo en su corazón empezó a arder: “Mírenme - estoy limpio. ¡Jesús me sanó! La iglesia puede esperar – mi familia y carrera pueden esperar. ¡Voy a Jesús! ¡Quiero ir a conocer al que me sanó!” Llegó a la misma conclusión a la que todo el pueblo del remanente llega: 

No hay nada allí afuera que yo quiera. ¡Todo es vanidad! Voy a Jesús - ¡Él será mi realidad!”

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