¡Esta inquietud divina, esta profunda sequía interior, es el juicio amoroso de Dios para guardarnos que seamos vencidos por un consumidor interés propio!
Yo he experimentado esta clase de juicio protector - hacer tanto para Dios y sin embargo sentir que tanto esta incompleto. Trabajar tan duro y sin embargo sentir que no he llegado a ninguna parte.
Es una sensación inexplicable de hacer mucho y cumplir poco, de inquietud de alma. Es amar a Dios, pero sentir que no has tocado algo que él quería. ¡Es saber que hay algo en que no acertaste!
¿Estoy explicando algo que esta ocurriendo en tu vida ahora mismo? Tal vez estas sirviendo a Dios, pero no estas totalmente realizado y satisfecho en tu andar cristiano. Tu tienes una sequedad espiritual, una podredumbre dentro, mientras que todos a tu alrededor están avanzando en el Señor. Dios puede estar diciéndote: “Yo cause la sequía.”
Amado, esta no es la ira de Dios ¡Es su amor trayéndola sobre nosotros! ¡Ves, Dios llama a la sequía para mostrarnos la futilidad y el vacío de todo lo que provee las necesidades del yo y de la carne! Es la amorosa mano de Dios obrando: “No dejare que seas tragado por el egoísmo, así que enviare una sequía - ¡para salvarte!”
¡El pueblo de Israel creyó a ambos, al mensajero y su mensaje! Ellos pusieron a un lado todos sus pensamientos, todos sus propios mensajes. Ellos no dijeron, “¡Yo también oigo a Dios - y se que aun no es tiempo de edificar!” ¡No! Ellos permitieron que la Palabra de Dios tocara sus corazones (Hageo 1:14). ¡Ellos fueron inquietados!
Ves, Hageo no los estaba condenando por tener buenas casas o por ser bendecidos. Aquellos eran derivados de caminar en pacto con Dios ¡Dios quiere bendecir a su pueblo!
¡Pero el profeta estaba llamando al pueblo a un balance apropiado! El pueblo respondió poniendo a un lado sus propios pensamientos. ¡Y en solo veintitrés días ellos pasaron de ser inquietados a un obrar!
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