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miércoles, 17 de noviembre de 2010

PROBADOS POR AFLICCIONES Y TRIBULACIONES


1. Somos probados por aflicciones y tribulaciones – tanto por las nuestras como por las de otros creyentes justos.

Una de las cosas más difíciles para los cristianos enfrentar es el sufrimiento de los justos.
Hasta el tiempo de Cristo, los judíos asociaban la prosperidad y buena salud con la santidad. Ellos creían que si eras rico, bendecido o saludable, Dios estaba contigo. Por eso era que a sus discípulos les era difícil comprender la afirmación de Jesús: “que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.” (Mateo 19:24). Los discípulos preguntaron: ¿quién podrá ser salvo?

Aun hoy en día, hay una doctrina equivocada que afirma que aquellos que están en pacto con Dios, ¡nunca sufrirán! Solo clama, dice esta doctrina, y tu Dios de pacto, vendrá corriendo e inmediatamente resolverá todo. Pero amados, ¡éste no es el evangelio!

Todos los héroes de la fe enumerados en Hebreos 11 caminaron en pacto con Dios, y “sufrieron tortura, violencia y fueron apedreados” (vs.37-38). “Otros sufrieron vituperios, azotes y además de esto, prisiones y cárceles” (v. 36). Pablo, que anduvo en estrecha relación con Dios, fue víctima de naufragios, azotes, apedreado, dejado por muerto, en peligro de ríos, de ladrones, robado, encarcelado y perseguido. Pablo sufrió la pérdida de todo lo que tenía (2 Corintios 11: 24-26). ¿Por qué? Todas estas eran pruebas, purificaciones, ¡la prueba de su fe!

Pedro dijo: “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.” (1 Pedro 4:12-13).

“…aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho mas preciosa que el oro el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.” (1 Pedro 1: 6-7).

Una de las cosas más peligrosas que un padre puede hacer es tenerle lástima y ofrecerle aliento a un niño que está bajo disciplina antes que este aprenda la lección. ¡Esto puede destruir al niño! Si quitamos la vara y la lección nunca se aprende, surge la rebelión.

Jesús es nuestro padre, y mientras somos disciplinados podemos llamarle cuantas veces queramos, pero él no se moverá hasta que nosotros aprendamos lo que él quiere enseñarnos. ¡Él no levantará su vara de nosotros hasta que cedamos! Sin embargo, todo el tiempo durante el cual estemos siendo probados y disciplinados, estaremos bajo la protección de Dios. La Escritura nos dice que aquellos que son probados por muchas tribulaciones y tentaciones son “…guardados por el poder de Dios mediante la fe." (1 Pedro 1:5). Puedes llamar a Dios pensando que estás en peligro, pero él sabe que no lo estás. ¡Él sólo está esperando que tú aprendas la lección!

Cuando Jesús permite el sufrimiento y la tribulación en nuestras vidas, él está tras una cosa. La misma cosa que quería cuando le pidió a Abraham que sacrificara a su hijo amado, a Isaac. Dios permitió que Abraham llevara a su hijo Isaac a la montaña y que levantara el cuchillo sobre él para sacrificarlo. Fue entonces que el Señor dijo: ¡No! ¿Qué buscaba el Señor con esto? Sencillamente esto: "Abraham, ¿significo yo más para ti que el objeto terrenal mas preciado en tu vida? Abraham estaba dispuesto a dejar lo que mas quería y amaba su único hijo, que fue la promesa de Dios para él - y poner su futuro en las manos de Dios. ¡Él lo dio todo al Señor!

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