¡Dios usa nuestros sufrimientos para exponer nuestros corazones!
En estos momentos puede ser que estés sufriendo debido a las condiciones de pobreza que te encuentras, o por estar desempleado. Otros puede que estén siendo probados por enfermedades. Sin embargo, cualquiera que sea el caso, Dios puede estar usando estas pruebas y sufrimientos para exponer el espíritu de murmuración y quejas en nosotros. A Dios no le agradan las murmuraciones o las quejas. De hecho, permitió a Israel toda clase de opresiones por cuarenta años porque el pueblo se había convertido en un murmurador habitual. Y su opresión podía atribuirse a su lengua. El Señor nos advierte hoy: “Ni murmuréis como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor.” (1 Corintios 10:10).
La murmuración comienza en nuestros pensamientos -- pensamientos de descontento, de ser maltratado por el Señor, de no ser comprendido por el pueblo de Dios. Usualmente, comienza por la falta de respeto hacia aquellos que son llamados por el Señor, ungidos por el Espíritu Santo.
Los murmuradores nunca están satisfechos. Si haces lo que ellos creen que debes hacer entonces vendrán con una docena más de exigencias. La lista nunca terminará porque su espíritu esta fuera de control, ¡no está bajo el poder del Espíritu Santo! La Biblia nos dice: “Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos." (Judas 16).
Los israelitas se quejaron porque no tenían agua, así que Dios les dio agua de una roca. Se quejaron cuando no tuvieron pan, así que Dios les dio pan de la tierra. Entonces se quejaron porque no tenían carne y Dios les dio carne del cielo. El Señor les dio todas estas cosas, ¡y la Biblia dice que las aborrecieron! ¡Se quejaron después de obtener lo que pidieron! Y, hoy en día hay cristianos, que si Dios contestara su oración, ¡se quejarían de lo que han recibido!
También podemos ser probados por el sufrimiento de los justos y santos siervos del Señor. Esta tribulación es muy difícil de entender.
No es raro a menudo ver como hombres y mujeres que han dado su vida al ministerio en muchos lugares peligrosos hoy día esten pasando duras aflicciones como pobreza y enfermedad. Todos los que le conocen a alguien así se preguntan: "¿Cómo esto es posible?"
Leemos en las Escrituras: “Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová.” (Salmo 34:19). Sin embargo, vemos muchos cristianos consagrados muriendo ante nosotros.
Algunos sufriendo intensos dolores. Aun así, estoy convencido de que no podemos entender ¡la maravillosa liberación que el Señor tiene para nosotros! Sus caminos están muy por encima de los nuestros.
Años atrás supe que un matrimonio que conocía perdió a su hijito de seis años. Habían orado y orado por sanidad. El Señor me dijo que les dijera: “Su hijo ha sido sanado. ¡Tiene un cuerpo nuevo!” El Señor lo amaba y lo tomó de ustedes pero él se lo mostrará algún día. Pídanle al Señor que les de fortaleza hasta ese día. Jesús está a cargo de él ahora, ¡y su hijo está completamente sano! ¡Ellos no entendieron esto hasta años más tarde!
He estado cerca de cristianos que están sufrimiento en hospitales, que tienen más fe y esperanza que todos los cristianos que están alrededor de él orando por su sanidad. Y por lo regular, ¡el cristiano enfermo termina orando por ellos!
Cuando tienes esa clase de esperanza en ti, tú no vives para este mundo, ¡estás viviendo para la eternidad! ¡Aquellos que sufrieron y murieron en fe recibieron su última sanidad! ¡Significo Cristo para ellos! Pedro dijo que eran: “participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.” (1 Pedro 4:13). Su fe demostrada aquí, ¡le traerá gran gloria al Dios de la gloria!
Dios desea sembrar algo en nuestros corazones a través de todas nuestras pruebas y tribulaciones. Él quiere que digamos: “Señor Jesús, tú eres mi protector, y creo que tu gobiernas sobre los eventos de mi vida. Y si algo me pasara, es porque tu bajaste el muro, y tienes un propósito en así permitirlo.
“Si estoy caminando en rectitud y tengo tu gozo en mi corazón, entonces tanto mi vida como mi muerte llevarán gloria a ti. Puede que tengas la gloria preparada, algún propósito eterno que mi mente finita no puede entender. En cualquier caso yo diré: '¡Jesús, vivo o muerto, soy tuyo!'
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