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martes, 4 de noviembre de 2014

HOY POCO SE PREDICA CON REVELACIÓN


¿Por qué hay tan poca de la revelación de Jesucristo siendo predicada hoy?

Hay veintenas de ministros bien entrenados hoy, hombres altamente respetados de aprendizaje avanzado. Han pasado años en el seminario, estudiando teología, filosofía y ética. Y han sido enseñados por maestros dotados, hombres estimados que son expertos en sus campos.

Pero cuando muchos de éstos ministros entrenados se colocan en el púlpito para predicar, hablan sólo palabras vacías. Pueden decirte muchas cosas interesantes sobre la vida y ministerio de Cristo. Pero lo que dicen deja tu espíritu frío. ¿Por qué? No tienen una revelación de Jesús, ninguna experiencia personal con él. Todo lo que saben de Cristo ha sido filtrado a través de las mentes de otros hombres. Su perspicacia son enseñanzas meramente prestadas.

Pablo estaba realmente preguntando a los Efesios, "¿Cómo aprendieron a Cristo?" En otras palabras: ¿quién les enseñó lo que saben de Jesús? ¿Vino de los muchos sermones que han oído o de sus clases de Escuela Dominical? Si es así, eso es bueno. ¿Pero ése es el límite de lo que conocen de Cristo? No importa cuán poderosamente su pastor puede predicar, o cuán ungidos puedan estar sus maestros. Ustedes necesitan más de Jesús que el simple conocimiento intelectual.

Muchos creyentes están satisfechos con lo que llamo una inicial, una primera revelación del poder y gracia salvadora de Cristo. Ésta es la única revelación de Jesús que han tenido. Testifican, "Jesús es el Mesías, el Salvador. Él es el Señor, el Hijo de Dios." Todo verdadero creyente experimenta esta maravillosa revelación que cambia la vida. Pero ése es sólo el primer paso. Lo que queda delante es una vida de revelaciones más profundas, más gloriosas de Cristo.

Pablo sabía esto. Él recibió una revelación increíble de Jesús en el camino a Damasco. Pablo fue tumbado literalmente de su caballo, y una voz le habló desde el cielo. Ninguna persona alguna vez tuvo una revelación más personal de Cristo que esta. Pero Pablo sabía que esto era sólo el principio. Desde ese momento en adelante, "me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado" (1 Corintios 2:2).

Mateo proporciona un ejemplo contundente de una revelación de una vez de Cristo. Jesús acababa de entregar una enseñanza dura a las multitudes, y muchas personas volvieron atrás. Así que Jesús reunió a sus discípulos y preguntó "¿Quien decís que soy yo? Simón Pedro contestó y dijo, Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:15-16).

Jesús declaró, “Bienaventurado eres, Simón hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre qué está en los cielos" (16:17). Cristo estaba diciendo, "No obtuviste esta revelación sólo por caminar conmigo, Pedro. Mi Padre te lo reveló desde el cielo." Para abreviar, Pedro recibió la revelación gloriosa, inicial que viene a todos los que creen. La gloria de la salvación de Cristo estaba siendo revelada en él.

Pero luego, leemos, "Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo" (16:20). ¿Por qué Jesús dijo esto? ¿El cielo mismo no había anunciado que él era el Cordero de Dios que vino a salvar al mundo?

El hecho es, los discípulos no estaban listos para testificar de él cómo el Mesías. Su revelación de él estaba incompleta. No sabían nada de la cruz, el camino del sufrimiento, las profundidades del sacrificio de su Maestro. Sí, ellos ya habían sanado enfermos, expulsado demonios y testificado a muchos. Pero aunque habían estado con Jesús durante esos años, todavía no tenían ninguna revelación profunda y personal de quién él era.



El siguiente versículo confirma esto: "Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos… " (16:21). En otras palabras, Cristo comenzó a revelarse a ellos, mostrándoles cosas más profundas acerca de si mismo. El resto del versículo continúa, "… que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día" (16:21).

Hoy son muy pocos los ministros que tienen un continuo aumento en su revelación de Jesús, lo que es más penoso muchos reciben sus revelaciones para predicar de otros púlpitos, les vemos por la televisión en grandes congresos internacionales apuntando para "palabra sabia" de sus profetas y apóstoles favoritos, apuntando para luego decirlo igual en sus iglesia. Muchos de estos pastores sueñan con esos grandes ministerios, se ven a si mismos como apóstoles en sus ciudades, volviéndose ricos y famosos. Jesús me reveló como muchos han dejado de orar por un mensaje salido del corazón de Dios. Han dejado ese amor primero, donde escudriñaban las escrituras y se saciaban de las palabras del Señor Jesús.

Muchos hoy están envanecidos y cada ves que los escucho mi corazón se indigna, y es como si el Señor me dijera: "Israel, no te conviertas como ellos, predica lo que yo te revelo",

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