Dios ungió a su Hijo, Jesús. Y aquellos que están en Cristo también son ungidos. La palabra “ungido” significa “consagrado a Cristo”. En pocas palabras, nosotros somos los apartados, peculiares, que conformamos su cuerpo. Ya hemos leído que Jesús instruyó a sus ungidos para llevar el evangelio a toda nación. Ese es el propósito concreto de Dios. Y ninguna persona o nación se atreverán a obstruir sus propósitos eternos.
Pero sabemos que el Corán enseña a los musulmanes a matar cristianos si ellos intentan ganarlos para Cristo. Por lo tanto, tengo una pregunta sincera para los mulás y ayatolas del Talibán: ¿Por qué no entrenaron misioneros en lugar de terroristas, y los enviaron a naciones con población cristiana? Si su religión es superior, por qué no han intentado convertirnos? ¿Qué les atemoriza tanto para querer atacarnos? ¿Es que su mensaje es tan vació y débil que tienen que aterrorizar a la gente para que lo acepte?
Que el Islam aprenda del Comunismo. La poderosa Unión Soviética declaró la guerra a la iglesia de Jesucristo. Declaró a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas una nación atea y enseñó el ateísmo en sus escuelas. Quemó iglesias y prohibió las Biblias. Aterrorizó a los elegidos de Dios, encarceló a ministros y torturó a creyentes.
¿Cómo respondió Dios? Aplastó la Cortina de Hierro, no solamente en Rusia sino en toda Europa. Dios declaró: “Yo fundé esta iglesia y no dejaré que toquen a mis elegidos. Están liquidados. Los voy a humillar.” El Señor azotó con rudeza al Comunismo y quebrantó al poderoso imperio soviético. Dividió sus estados, destituyó a sus gobernantes y arruinó la economía. Rusia fue humillada porque tocó a los elegidos de Dios e hizo daño a sus profetas.
¿Cuál fue el resultado final? Dios ha puesto incontables ministros y misioneros en Rusia. Y creo que ocurrirá lo mismo en Afganistán y Pakistán. El Señor va a abrir puertas que ningún hombre pudo abrir antes. Nada puede detener sus propósitos eternos.
No podemos seguir expulsando a Dios de nuestra sociedad. Las Biblias ya han sido prohibidas en las salas de clases y se han quitado los símbolos cristianos de los lugares públicos. En efecto, puede que llegue el momento en que deje de ser legal hacer proselitismo o convertir a la gente.
Sin embargo, no nos inquietamos ni preocupamos. El Dios Todopoderoso fundó su iglesia. Y cualquier nación que lo prohiba es menos que nada ante sus ojos. El Señor puede traer caos a esa nación, pero en tiempos así una sociedad volverá a abrir sus puertas al evangelio. Las escuelas gritarán por ayuda e incluso los funcionarios de gobierno solicitarán consejería espiritual. Nuevamente, los siervos de Dios podrán predicar su verdad, en cualquier lugar y a cualquier hora.
"Regocíjate y canta, oh moradora de Sión: porque grande es en medio de ti el Santo de Israel… el Señor ha dado firmeza a Sión, y los afligidos de su pueblo se refugiarán allí" (Isaías 12:6, 14:32). La iglesia de Dios puede parecer pobre e insignificante. Parece haber tan pocos santos verdaderos esparcidos por la tierra. Y como dice Pablo, no hay muchos ricos o nobles. Pero la pequeña manada de Cristo permanecerá confiando en su palabra: "Yo fundé esta iglesia. Y mi iglesia prevalecerá.”
Ningún terrorista, religión o nación puede levantarse contra la cruz de Cristo. Él ha advertido a todo el mundo: “No toquen a mis ungidos ni maltraten a mis profetas" (Salmo 105:15).
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