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jueves, 22 de mayo de 2014

EL RÍO QUE ENVÍA EL ENEMIGO


Considere cómo Satanás envió un río de tentaciones para seducir a Israel
en el desierto y en la tierra prometida

La escritura nos indica que el dragón inundó a Israel con principados demoníacos. “Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuera arrastrada por el río.” (Apocalipsis 12:15) La misión de estos poderes satánicos era seducir a la gente de Dios para que practicaran idolatrías diabólicas. Vemos suceder esto cuando las naciones alrededor de Israel lo seducían con todo tipo de sensualidades.

Esta inundación demoníaca continuo a través de la historia de Israel, desde el tiempo de los reyes hasta los profetas. David describe como era abrumado por ríos de hombres inmundos y aguas profundas. De esa misma manera, Isaías escribe, “… porque vendrá el enemigo como río” (Isaías 59:19).

Finalmente, al final del Antiguo Testamento, la iglesia parecía estar mortalmente herida. El río de Satanás había casi derrotado al pueblo de Dios. Para entonces, la adoración de Israel estaba contaminada, mezclada con sensualidad e idolatría. Ese estado horrible causo que Dios llamara a su pueblo y le dijera, “¿Dónde está mi temor? (Malaquías 1:6). Y a los sacerdotes les habló con voz tronante, “Oh sacerdotes que menospreciáis mi nombre… en que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo… no tengo complacencia en vosotros, dijo Jehová de los ejércitos, tampoco he de aceptar la ofrenda de vuestra mano…” (Mal. 1:6-14).

Sin embargo, al final de Malaquias, el ultimo libro del Antiguo Pacto, vemos un rayo de luz. El Señor proclama en el capítulo final: “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia y en sus alas traerá salvación; y saldréis y saltaréis como becerros de la manada. Hollareis a los malos, los cuales serán cenizas bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actué, ha dicho Jehová de los ejércitos.” (Mal. 4:2-3).

Dios ha tenido un remedio para su iglesia herida. El Sol de justicia vendrá a traer victoria. Cuando el infierno parecía haber ganado, el cielo grito: “Viene tu socorro. No temas. Las puertas del infierno no prevalecerán contra el pueblo de Dios.”

Usted ve, Dios supo en todo momento que la inundación demoníaca vendría. Nuestro Señor jamás será sorprendido fuera de su guardia. Él conoce el principio del fin. Y él sabía que la inundación satánica en la iglesia tendría que ser impedida antes que consumiera al pueblo de Dios.

Las escrituras revelan la ayuda que había de venir. “Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y trago el río que el dragón había echado de su boca.” (Ap. 12:16). La ayuda llegó a través de la resurrección de Cristo. Cuando “la tierra abrió su boca”, abrió la tumba que aguantaba al Mesías. Satanás no pudo mantener a Jesús sellado debajo de la tierra. Dios abrió la tumba y Cristo resucito. Y su resurrección se tragó el poder del río de Satanás. La victoria de la cruz predeterminó el fin de toda oposición del infierno.

¿Qué sucedió después? “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo. (Mal. 12:17). ¿Quién es este remanente de la semilla de la mujer? Somos nosotros, la iglesia. El diablo esta ahora en guerra con el pueblo de Dios otra vez en esto últimos días.

Los ataques de Satanás no están apuntados a lo que el mundo llama la iglesia. Su batalla no es contra sistemas religiosos. Satanás esta atacando la semilla santa, el remanente que exalta a Cristo. Esta en guerra con aquellos que creen y predican a Jesucristo como el Señor.

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