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lunes, 21 de enero de 2013

CUANDO TU CAMINAR NO DA LA MEDIDA SANTA




Muchos creyentes sinceros son diligentes en sus esfuerzos al
volver su gracia en una licencia, ¡Sin embargo se dan cuenta
que su caminar no da la medida con sus normas santas!


Muchos cristianos se sienten aliviados al saber que no están incluidos en la lista de ofensas de Pablo: No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No erréis, que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los robadores, heredarán el reino de Dios. (1 Cor. 6:9-10).

Más cuando leen el verso que sigue, sienten la penetrante flecha de la verdad: Y esto erais algunos: mas ya sois lavados, mas ya sois santificados, mas ya sois justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios. (verso 11). De repente, recuerdan un pecado que no pueden sacudir. Piensan, Espera un minuto, he sido libertado y santificado. Así que, ¿por qué no puedo dejar este mal hábito? ¡No estoy verdaderamente libre!

Quizás recientemente has regresado a una vieja lujuria. A lo mejor has visitado un sitio web pornográfico en el internet, o estas involucrado en adulterio o pecado homosexual. O quizás has robado a tu jefe, o estas bebiendo a escondidas camino a tu casa del trabajo. Cualquiera que sea tu mal hábito, tú sabes que no eres libre en esa área. Más Dios ha dicho claramente, ¡No entrarás a mi reino si sigues pecando!

No te sorprendas si te sientes como el Rey David. Cada vez que el Señor ve a uno de sus hijos luchando con lujuria o con ataduras, Él se mueve rápidamente para traernos al camino de la obediencia, paz y descanso. ¿Cómo hace esto? ¡El trae condiciones a nuestra vida que nos obligan a confrontar nuestro pecado!

A menudo esto significa llevarnos a la profundidad, como Dios hizo con Jonás. El permite que sintamos su reprensión y que seamos tragados por nuestras circunstancias. Mientras cuando estuvo en la oscura profundidad Jonás clamó a Dios. ¡Y el Señor respondió rápidamente al clamor de su siervo, restaurándolo a su bendición y voluntad!

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