Jeremías encontró esta iglesia
"mientras él estaba aún el tribunal
de la prisión..." (Jeremías 33:1).
Mientras el piadoso profeta Jeremías estaba sentado en prisión,
Jerusalén estaba en ruinas. La ciudad representó el centro de adoración
para la iglesia del Antiguo Testamento. En cierta época fue un lugar
santo - lleno de la gloria de Dios, y servido por profetas santos y
sacerdotes santificados.
Pero ahora Jerusalén estaba llena de enfermedad y muerte, habitada por falsos profetas y gente espiritualmente muerta. Si usted hubiese sido uno de los del remanente santo en aquel tiempo, usted no hubiese sido capaz de encontrar una sola casa de adoración recta o un pastor piadoso. Había sido devastado todo lo que una vez había sido santo y bendito.
Al Jeremías ver esta horrible escena, su corazón se desgarró. En el capítulo anterior Dios le había dicho que Jerusalén era tan mala que ahora él "ocultaba su rostro" de todo aquello. Él advirtió: "No puedo ver más lo que mi iglesia ha llegado a ser. Toda la idolatría e insensatez de la gente - todos sus nuevos movimientos - me provocan ira. Por lo tanto, ¡todo lo que es de la carne y no de mí lo voy a quemar!" (vea Jeremías 32:29).
Jeremías mismo se enfocó tanto en la ruina alrededor de él que perdió de vista las promesas del pacto de Dios a su pueblo. Él pudo haber seguido desesperado, gastando sus días pensando y hundiéndose más en desesperación. Él pudo haber pensado: "Es inútil - Dios ha ocultado su rostro de nosotros. ¡No hay ninguna casa verdadera de adoración!"
¡Pero de pronto, el Señor le habló al profeta, diciendo: "¡Arrodíllate, Jeremías! Dedícate a orar a mí. Tú crees que ya no queda nada de mi iglesia. ¡Pero voy a mostrarte las cosas grandiosas que he planeado para mi pueblo!" (ver Jeremías 33:3).
Si los cristianos hoy quieren encontrar la iglesia correcta, éste es el lugar donde comenzar - ¡con oración! Nadie nunca va a encontrar la iglesia verdadera de Dios subiéndose en un autobús, tren o avión y corriendo en el mundo entero en busca de ella. No podemos simplemente llegar a su iglesia por ningún transporte moderno. ¡El único mapa confiable es nuestro cuarto secreto de oración!
Pero ahora Jerusalén estaba llena de enfermedad y muerte, habitada por falsos profetas y gente espiritualmente muerta. Si usted hubiese sido uno de los del remanente santo en aquel tiempo, usted no hubiese sido capaz de encontrar una sola casa de adoración recta o un pastor piadoso. Había sido devastado todo lo que una vez había sido santo y bendito.
Al Jeremías ver esta horrible escena, su corazón se desgarró. En el capítulo anterior Dios le había dicho que Jerusalén era tan mala que ahora él "ocultaba su rostro" de todo aquello. Él advirtió: "No puedo ver más lo que mi iglesia ha llegado a ser. Toda la idolatría e insensatez de la gente - todos sus nuevos movimientos - me provocan ira. Por lo tanto, ¡todo lo que es de la carne y no de mí lo voy a quemar!" (vea Jeremías 32:29).
Jeremías mismo se enfocó tanto en la ruina alrededor de él que perdió de vista las promesas del pacto de Dios a su pueblo. Él pudo haber seguido desesperado, gastando sus días pensando y hundiéndose más en desesperación. Él pudo haber pensado: "Es inútil - Dios ha ocultado su rostro de nosotros. ¡No hay ninguna casa verdadera de adoración!"
¡Pero de pronto, el Señor le habló al profeta, diciendo: "¡Arrodíllate, Jeremías! Dedícate a orar a mí. Tú crees que ya no queda nada de mi iglesia. ¡Pero voy a mostrarte las cosas grandiosas que he planeado para mi pueblo!" (ver Jeremías 33:3).
Si los cristianos hoy quieren encontrar la iglesia correcta, éste es el lugar donde comenzar - ¡con oración! Nadie nunca va a encontrar la iglesia verdadera de Dios subiéndose en un autobús, tren o avión y corriendo en el mundo entero en busca de ella. No podemos simplemente llegar a su iglesia por ningún transporte moderno. ¡El único mapa confiable es nuestro cuarto secreto de oración!
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