"Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo."
"Pero de la mayoría de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron tendidos en el desierto. Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar."
"Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor."
"Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quiénes han alcanzado los fines de los siglos. Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga." (1 Corintios 10:1-12).
¿Quiénes eran las personas que Pablo está describiendo en este pasaje -- los miles que "cayeron en un día," las masas que fueron muertas por las serpientes, y los otros que fueron “destruidos por el destructor"? Éstos no eran Moabitas, Cananitas, Filisteos o cualquiera de los otros paganos que rodeaban a Israel. No, Pablo está hablando aquí de creyentes -- ¡personas que Dios eligió!
Estas personas fueron testigos de milagros increíbles. Habían sido alimentados de comida espiritual por medios sobrenaturales. Habían bebido agua espiritual de una roca que Pablo dice era Cristo mismo. Fueron bien enseñados y bien cuidados. Aún, Pablo dice que, muchas de estas mismas personas fueron consumidas por la ardiente ira de Dios y destruidos por serpientes.
El apóstol nos dice en el versículo 5 que estos Israelitas disgustaron tanto a Dios, que él los "derrocó" en el desierto. La palabra hebrea usada aquí significa que, "Él los arrojó de su mano, esparciéndolos por la tierra como el polvo."
¿Qué significa esto? Era el Señor diciéndole a Israel, "¡No aceptaré esto de ustedes! Si fueran inocentes -- si no estuvieran bien entrenados, o no hubiesen recibido alimento espiritual de mi mano, o no hubiesen visto evidencia de mi gloria -- entonces trataría con ustedes. Pero a pesar de mis muchas bendiciones hacia ustedes, han escogido la lujuria y los ídolos. Así que, ahora voy a esparcirlos. ¡Estoy arrojándolos completamente de mis manos!”
¿Cómo podría ser esto? ¿Por qué trataría el Señor tan severamente a su propio pueblo después que ellos se habían beneficiado tan completamente de él?
Según Pablo, 23,000 de ellos murieron como resultado de su fornicación e idolatría. Y otros fueron destruidos debido a su murmuración y quejas. Finalmente, aún otros fueron muertos por mordeduras de serpientes venenosas. ¿Qué hizo este último grupo para garantizar su muerte? Pablo nos dice muy claramente en el versículo 9 que: ¡Ellos tentaron a Cristo! "Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron..." (versículo 9).
Podemos entender por qué Dios trataría severamente con los fornicarios, idólatras y murmuradores. Pero quiero enfocar en este pecado particular de tentar a Cristo. ¿Qué quiere decir Pablo cuándo dice que "tentamos al Señor?"
El apóstol se refiere aquí a un episodio en Éxodo 17. Los israelitas habían experimentado el milagro del maná -- una oblea blanca que contenía toda la nutrición que necesitaban para sostenerlos. Esta “pequeña cosa redonda” aparecía sobre la tierra en medio de ellos todos los días. Las personas no ganaron o merecían esta comida sobrenatural; el Señor los alimentó exclusivamente por su gracia. Todo lo que ellos tenían que hacer eran recogerlo.
Pero ahora no tenían agua. Habían llegado a un lugar llamado Mara donde el agua era demasiado amarga para beber. Una vez más ellos estaban en una crisis, enfrentando todavía otra prueba. ¡Dios satisfizo su hambre, pero no su sed!
Inmediatamente, el pueblo comenzó a reprender a su líder, Moisés. Lo acusaron de ser un mentiroso sin corazón que los había llevado al desierto para destruirlos. Incluso hablaron de apedrearlo.
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