Un hombre cristiano con toda sinceridad me hizo la siguiente pregunta recientemente por medio del chat de facebook: “¿A quién creeremos? A través de los años he leído obras de ministros que estaban convencidos que el fin se acercaba. No obstante, se han equivocado una y otra vez. Hoy me doy cuenta que sólo estaban tratando de vender un libro. Pero otros creían sinceramente que Dios les estaba diciendo que el fin estaba sobre nosotros.
“Así que, “¿a quién creeremos? Yo presentí que el final estaba cerca en 2000. Pero si hubiese sacado las inversiones de mi familia en ese tiempo, hubiésemos perdido grandes oportunidades. “Piensa usted que el mundo se encuentra en la misma crisis que en los ’80? O, ¿continuaremos hacia delante por muchos años, posiblemente décadas?
“Presiento que usted es una de las voces santas. Por eso leo con interés cada uno de sus mensajes. Le escribo ahora para hacerle la siguiente pregunta: ¿Cómo sabemos que éste es el fin?
“Ahora mismo, muchas personas están basando las decisiones más serias de sus vidas acerca de su relación con Dios. Y yo también. Estoy dando más consideración a este tema de la crisis venidera, por lo que yo creo de su caminar con el Señor.
“Yo creo que las directivas que Dios le da a sus hijos deben ser muy similares. En otras palabras, si vamos a entrar en un tiempo de caos, con el desplomo del mercado, escasez de comida y medicina, seguramente que Dios querrá que todos sus hijos tengan el mismo conocimiento acerca de este acontecimiento. Él nos puede dirigir individualmente a tomar varias determinaciones, pero todos debemos tener el mismo conocimiento acerca de estos temas de mayor importancia. “¿Por qué no es así? Y, “¿cómo sabremos cuando Dios le está hablando a su pueblo?
“Sé que estoy pidiendo demasiadas explicaciones. Oro por cada uno de nosotros durante este tiempo, que estemos en la voluntad de Dios.”
Nunca me he creído profeta. En efecto, tiemblo ante el Señor cuando escucho que muchos creyentes maravillosos como este hombre ponen gran estima en lo que yo escribo y predico. En mis años de ministerio, (ahora tengo treinta y un años de edad), me he esforzado por basar todo lo que digo en un tono profético y no sobre una visión o una voz.
Aún así, a veces he estado completamente quebrantado ante Dios acerca de estas cosas, clamando a él a toda voz: “Oh Señor, he estado predicando que el juicio está a las puertas por siete años. He escrito mensajes por internet y he dado advertencias acerca de una crisis económica por años. Sin embargo, observo que sucede lo contrario. Veo como el mundo prospera y sigue su camino alegremente. El aborto esta dejando sus estragos en la sociedad. Estamos resbalando dentro de un foso de suciedad increíble y te estamos sacando de toda institución. “¿Hasta cuándo, Señor?”
Siento como si estuviera haciendo el mismo clamor frustrante que Jeremías levantó ante Dios. Él también pasó años fielmente profetizando eventos que no parecían cumplirse. Él clamó: “Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día.” (Jeremías 20:7-8).
Pero Jeremías no podía dejar de avisar al pueblo de Dios. Aunque sus profecías no parecían tener fundamento, él seguía profetizando. Él escribió: “Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.” (Jeremías 20:9).
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